Bubba Watson ha dicho hoy que sus hijos de 10 y 8 años no veían golf por televisión ni les interesaba hasta que ha llegado LIV Golf. Por lo visto, la clave ha sido el tema de los equipos. Ahora se desviven por los Aces, sueñan con los Stingers y se imaginan algún día jugando en los Nibblicks. Al 93 por ciento (cuenta de la vieja, no lo crean a pies juntillas) de los aficionados al golf estos nombres les suenan a chino, pero a los pequeños Watson sólo les falta tatuárselos en un tobillo.
Dice Bubba que el mayor nunca había visto golf por televisión, que era más de los Yankees, los Dallas Cowboys y los Chiefs de Kansas City, y que ahora no se pierde un golpe de LIV Golf. Que Tiger Woods, como que no. Que Rory McIlroy ni sabe quién es y que Jon Rahm, va, que tampoco. Lo que le gusta es LIV Golf y sus equipos. La niña, la pequeña, se ha empezado a enterar de lo que hace su padre precisamente ahora, mientras han estado en casa pensando en los logos del equipo, el nombre y los colores que iban a lucir.
Esta realidad tan doméstica le ha permitido a Bubba esbozar una teoría sociológica sin fisuras. LIV Golf ha venido para enganchar a los niños de 10 años al golf. A su juicio, gracias a la liga saudí, el golf va a empezar a ser visto al fin por personas menores de 60 años. Lo dice de manera literal. LIV está haciendo crecer realmente al golf porque no es un producto único y exclusivo para señores de 60 y 70 años. «Mi hijo está acostumbrado a ver equipos, y eso es lo que tiene el golf, el golf de instituto es de equipos, el golf universitario es de equipos, y luego uno de los mayores eventos del mundo es la Ryder Cup, un torneo de equipos. Ahora que el golf profesional tiene equipos, vamos a poder conseguir que los menores de 60 años vean Golf Channel y que los niños de 10 años quieran verlo». Elemental querido Watson. Sin coma.
Bubba igual ha tomado al personal por memo, qué sé yo. O se ha venido arriba con los análisis tras estar unos meses como comentarista de televisión. Lo mismo es eso. O es ciego y no ve la cantidad de niños, incluso menores de diez años, qué cosas, que se agolpan a la salida de los hoyos 18 pidiendo autógrafos, a la caza de una bola con la dormirán esa noche, un guante firmado o lo que se tercie. Será que él no lo ha visto.
Será entonces, qué sé yo, que Rafa Nadal, Novak Djokovic, Usain Bolt, Tadej Pogacar o Michael Phelps sólo son reconocidos por la calle cuando pasan por delante de las residencias de ancianos. Claro, será eso. Porque a ellos los niños, como que no, que los niños son de los deportes de equipos. Cuándo se ha visto en un colegio una carpeta forrada con la foto de Michael Jordan. ¡Jamás! Ahí lo que va es el escudo de los Bulls, que es lo que mola.
En fin, que está muy bien hacer propaganda de quien te paga una pasta, claro que sí, aunque incluso para hacer propaganda hay que saber. No me extrañaría que alguien de LIV al acabar su rueda de prensa hoy previa al Saudi International, le haya dicho: «gracias, Bubba, pero déjalo, no hace falta que nos defiendas». Propaganda, vale. Ridículo, como que no.
