A base de pico y pala, Manu Elvira, líder de la Road to Mallorca a falta del resultado de la Final del Challenge Tour, se ha ganado con honores un puesto en la élite la próxima temporada. Tres segundos puestos, diez top ten y un solo corte fallados evidencian la consistencia del español, que con 27 años se estrenará en el DP World Tour y, como Alex Fitzpatrick con Matthew, competirá junto a su hermano mayor, Nacho.
«Es un sueño hecho realidad», comenta el padre de la saga, Manuel, que no se pierde un golpe del menor de la saga en el Club de Golf Alcanada, igual que la madre del jugador, Mónica Mijares. «Llevan toda la vida sacrificados por el golf y es una enorme satisfacción que vayan a coincidir en el Circuito Europeo«, afirma orgulloso el progenitor de su prole, la familia Picapiedra del golf, un día, otro, otro, un disgusto, un sufrimiento, una alegría, un triunfo, otro palo… Una vida muy dura para los chicos y para Manuel sénior y Mónica.
No ha sido un camino de rosas para ninguno de los dos hermanos, pero tampoco para sus padres: «Estamos muy felices porque con Nacho ya nos dimos cuenta de que si difícil es llegar, más aún mantenerse en la cima. Empezaron muy de niños, luego se marcharon a la Blume, después a estudiar a Estados Unidos… En cierto modo, los hemos perdido entre comillas muy pronto, el golf nos ha alejado de ellos, pero es una felicidad difícil de explicar la que sentimos ahora», se sincera este oriundo de Llanes (Asturias), afincado desde hace muchísimo tiempo en Santander. «Donde están los garbanzos hay que vivir», interviene la madre, nacida en Marruecos y que estudió de joven en la PREU de Sevilla: «Allí me lo pasé muy bien porque yo había estudiado en colegios muy estrictos y aquél no lo era en absoluto», cuenta Mónica.
En Asturias, no en Cantabria, fue donde comenzó Nacho a aficionarse al golf con seis años. «A mí me gustaba la pesca submarina, no el golf, pero unos amigos de verano no paraban de jugar y de hablar de blásters y de birdies. Siendo de Llanes, me enteré tarde de que allí arriba teníamos un campo y Nacho se apuntó. El profesor decía que el chico prometía, aunque quizás era para sacarnos los cuartos. Total, al final nos envenenamos y llevamos toda la vida detrás de ellos», bromea Manuel, propietario con su hermano (todo queda en familia) de una clínica veterinaria en la capital cántabra.
Manu llegó mucho más tarde. A la vida y al golf: Nacho es del 87 y él, del 96. Pero con dos añitos el benjamín ya cogía algún palo de plástico para arrearle a la bola. Influencia fraterna total. Pero, ¿qué tal se llevan? «Bien, bien, hablan mucho entre ellos, pero hay que tener en cuenta que se llevan casi diez años, aunque la relación es muy buena. Nacho siempre le ha dado consejos y trata de ayudar a Manolín, que a veces es un poco testarudo y al final es un caballo salvaje. Nosotros le decimos que le haga caso a su hermano porque tiene mucha experiencia en todos los sentidos», apunta el padre.
Nacho, ganador de un torneo del DP World Tour, lleva 263 eventos en la élite y encarriló muy bien la temporada con el segundo puesto en Dinamarca y el tercero en Qatar, y estará en Sudáfrica a expensas de clasificarse para la Final de Dubái. Manu sólo ha competido en dos en el Circuito Europeo. El curso venidero compartirán viajes y se echarán una mano, «aunque siempre hay fricciones entre la gente que más se quiere», cuenta el progenitor. El pequeño de la saga tiene prácticamente decidido que jugará de inicio tres torneos en Sudáfrica.
Ya sólo nos queda una duda por resolver. ¿Quién es más de mamá y quién más de papá? «Manolín es más de mamá, tiene mucha confianza con ella; él es tímido e introvertido, pero muy noble; Nacho es más distante», concluye Manuel Elvira sénior, que tendrá que hacerse un calendario con Mónica para decidir qué viajes hacen para ver a sus hijos jugar juntos en el DP World Tour. El sueño cumplido de la familia Picapiedra.
