(Serial para despedir 2019. Nuestros profesionales nos cuentan su peor y mejor momento del año. Del subidón, al tierra trágame. Hay de todo, como en botica).
Año para enmarcar de Nuria Iturrioz. Tres victorias. Dos en el Ladies European Tour, Marruecos y Dubai, y una más en el Symetra. Todo ello rematado de manera espléndida con la tarjeta del LPGA para el próximo año. Definitivamente, en 2019 la golfista balear de Son Servera ha tenido muchos subidones. Hay donde elegir. No obstante, también tiene sus tierras trágame. Algunos con final feliz, eso sí, pero no dejan de ser momentos un pelín embarazosos… Lo mejor es que lo cuente ella misma.
El subidón:
Ha sido un año muy bueno y hemos tenidos muchos momentos importantes y de subidón en el campo. Si me tuviera que quedar con uno solo, sería el putt final para ganar el torneo de Dubai del LET. Tenía un metro y medio, de izquierda a derecha, tensito y lo metí. Se ve en las imágenes cómo suelto un gran suspiro de alivio y satisfacción. Fue de lo mejor del año, aunque en cada victoria hubo también otros momentos muy buenos.
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No obstante, más allá de eso, que puede ser obvio, quiero destacar todos los golpes que he dado y me han salido bien desde situaciones complicadas. Yo prácticamente en cada torneo tengo un golpe entre árboles, que parecen imposibles, de esos que no se ven, y que me acaban saliendo bien. En el Open de España, sin ir más lejos, tuve uno de esos y me salió muy bien. Esos golpes me llenan mucho también.
Tierra trágame:
En los tierra trágame tengo varios para elegir. Aquí os cuento tres y vosotros decidís cuál os gusta más. Dos fueron en la misma ronda, en las Final Q Series de la Escuela del LPGA. Venía conmigo Chiqui (Palacios, su entrenador) con la bolsa. Son dos momentos en los que no sabes dónde meterte, aunque el final fuera bueno…
El blog de Nuria Iturrioz
Empezamos… Par 4. Pego un drive de salida buenísimo y me quedan no más de 120 metros a la bandera. Delante de green hay un río. Pego un poco atrás a la bola, va directa al río, rebota en una piedra y vuelve atrás. Se queda a unos 40 metros del hoyo, con la bandera al fondo y unos 12 metros de green para trabajar. En principio no es un golpe difícil, pero la bola no está muy bien puesta. Tiene arena debajo y se ve alguna raíz de árbol. Ya me voy temiendo lo peor… Madre mía.
Efectivamente, la bola no sale bien, otro sapo, directa al río, vuelve a rebotar en una piedra, increíble, y se queda a metro y medio del hoyo. Chiqui me dice: “bueno, vamos a acabar esto ya y al siguiente hoyo porque…”.
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En esa misma vuelta, un par 3 de unos 140 metros. Había agua a la izquierda con algo de viento de derecha a izquierda, que no me viene muy bien porque pego al draw y cuando no clavo el golpe, con ese aire se puede acentuar cualquier error. Me pasó. La bola empezó a cerrar cada vez más y se fue directa al agua… De repente, no sé cómo, ni qué pasó, la bola rebotó en el agua hacia green y se quedó a dos metros del hoyo. Allí no había piedras ni nada, así que no sabemos qué pudo pasar, dónde golpeó. Chiqui estaba escondido detrás de la bolsa… No lo podía ni ver. No metí el putt porque me hizo corbata.
Del subidón, al tierra trágame: Pep Anglés
Y el tercer momento, fue ya de bajón en el campo. Ocurrió en el British Open, en Woburn. Ya había jugado un British en ese campo y había quedado última, así que le tenía muchas ganas. Sentía que me debía muchos golpes y quería pasar el corte como fuera. Después del primer día iba +4, así que necesitaba remontar en la segunda ronda. Me puse cuatro bajo par después de 14 hoyos y llegamos al 15, un par 5. En ese momento estaba dentro del corte. Pegué una buena salida, un buen golpe de colocación y tenía un tercer tiro de 120 metros al hoyo con viento en contra. Siento que le pego bien y que va directa a bandera, sin embargo se marcha un poco larga, se vuela el green y acaba en el búnker de fondo. La bola se quedó injugable, la saqué como pude con un filazo y terminé haciendo doble bogey para fallar el corte. Me dolió mucho.
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