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Declaraciones de Pablo Larrazábal en la previa del Open de España

Este tío no te va a vender una moto (escacharrada)…

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Pablo Larrazábal esta semana en el Club de Campo Villa de Madrid. © Acciona Open de España
Pablo Larrazábal esta semana en el Club de Campo Villa de Madrid. © Acciona Open de España

Pablo Larrazábal vio toda la Ryder, de principio a fin. Y vibró como el que más. Porque lo cortés no quita lo valiente. Una cosa es que él no pudiera meterse en el equipo europeo, seguramente en la única ocasión de su carrera en la que de verdad se vio con opciones de hacerlo; y otra muy diferente es que le cogiera asco o grima a esta competición, seguramente la más bella y emocionante. Thomas Bjorn, vicecapitán de la escuadra continental, le lanzó un mensaje (y un reto, incluso) una vez se confirmaba que el barcelonés no estaría en Roma. “No creas que eres viejo para luchar por jugar una Ryder”, le vino a decir.

¿Y cómo ha digerido Pablo tal idea? ¿Cree que de verdad es posible? De entrada, no oculta la decepción sufrida. “Traté de trabajar más y mejor en agosto para darme una opción de entrar en la Ryder en aquellos torneos en República Checa y Suiza, pero no se si fue la presión de mirar las cuentas que los medios estaban haciendo o qué fue, pero el caso es que mi golf me dejó en el peor momento”. Al pan, pan, y al vino, vino.

A partir de ahí, una segunda reflexión, que pasa por no bajar los brazos. “Tengo las ganas de seguir intentándolo, sobre todo después de ver la Ryder de Roma”, dice Pablo, que enseguida encuentra otra manera de explicarlo: “sencillamente quiero seguir pensando que cuando estoy yo ahí arriba, un domingo, el resto de los candidatos saben que no lo van a tener fácil. Esa sigue siendo mi motivación y sinceramente creo que aún tengo margen de mejora”.

Y es que precisamente eso es lo que había hecho ya en 2023: ganar cuando estuvo ahí arriba el domingo a mediodía. Primero en Corea. Luego en Holanda. Como se ve, este tipo no necesita andar vendiendo motos (escacharradas).

Y sin embargo, hay algo que no cuadra. “He ganado dos veces y todavía no he asegurado la presencia en el British Open de 2024 (tendría que terminar entre los treinta primeros de la Race to Dubai este año y ahora marcha en el puesto 26º). Lo normal, con dos triunfos, es que ese objetivo estuviera ya hecho, pero claro, resulta que este año, al margen de las victorias, no he acabado entre los diez primeros nunca y así es muy difícil”.

Quién sabe, podría asegurar esta semana en el Open de España esa anhelada presencia en el British. O si no, la que viene en Sotogrande, o la siguiente en Qatar, si es que no pega el chupinazo en tierra española. De paso, hasta podría conseguir la tarjeta del PGA Tour si de verdad su juego se pone a tono. No es un objetivo que esté tan lejos y, aunque tampoco es algo que le quite el sueño, hasta tiene ya algunos planes trazados al respecto. “Si consiguiera los derechos de juego del circuito americano es posible que me fuera en febrero a probar allí e ir viendo según me fueran las cosas, con la idea inicial de compaginar Estados Unidos y circuito europeo”, explica.

La posibilidad de jugar en América podría trastocar su calendario habitual, tal y como ha quedado claro (en febrero se juegan, por ejemplo, el Phoenix Open y el Mexico Open), pero hay una circunstancia que ya, a día de hoy, podemos tener seguro que lo va a cambiar todo, más allá incluso del calendario: Pablo y su pareja, Adriana, van a ser padres, seguramente a primeros de abril, lo que de entrada hará que el jugador español se quite de en medio durante todo el mes de marzo. Y este punto sí que es innegociable.