19 de octubre de 2008. Oceánico Victoria. Campo del Algarve portugués. La semana parece ir a salto de mata para Álvaro Quirós. El miércoles de torneo, antes de comenzar la competición, mantiene una charla con su entonces novia y hoy mujer. «Mira María, yo creo que mejor no te vengas, estoy jugando fatal y lo más seguro es que no pase el corte. De momento quédate y después ya vamos viendo». Álvaro, en su narración a Ten Golf hoy, recuerda casi cada palabra de la seguramente ha sido conversación menos premonitoria de su vida. Hay que decir que María vivía en Sevilla, a dos horas en coche de donde se jugaba. Es decir, había margen para improvisar.
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El torneo no va del todo mal. Álvaro no sólo pasa el corte, sino que se coloca en la segunda posición en solitario tras la jornada del viernes, a un golpe del galés Stuart Manley. Llamada a María. «Mira que sí, que he pasado el corte, así que si quieres vente el fin de semana y habla con mi padre, que no ha venido nunca aquí y le explicas cuál es la mejor manera de llegar al campo». Hasta aquí todo bien.
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Tal y como se había trazado el plan en la cabeza de Quirós, María llama a Martín, el padre de Álvaro para darle instrucciones. «Aquí lo curioso es que mi padre no tenía ninguna intención de venir, aunque yo lo había dado por hecho. Al revés, le dijo a María que igual era mejor que no estuviera para no desconcentrarme, que la semana había ido muy bien. Sin embargo, ella lo convenció. Le dijo que pensaba que yo daba por hecho que él estaría y que lo mejor es que viniera». No se hable más. Allí estuvo Martín el domingo como un clavo para ver a su hijo ganar.
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El asunto se complica el domingo por la mañana. «Hubo suspensión el sábado por tormenta eléctrica y yo me quedé en el hoyo 13 como líder del torneo. Tenía que volver muy pronto el domingo para completar la tercera ronda y jugar después la cuarta. María ya estaba allí y yo, muy listo, no me había dado cuenta de que entre la tercera y la cuarta ronda habría ahí un hueco de unas cuantas horas… En un momento de máxima habilidad se me pasó coger habitación para el domingo, así que tuvimos que dejar el hotel a primera hora cuando salimos para completar la tercera ronda», recuerda Quirós.
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Álvaro hizo un parcial de uno menos, con dos birdies y un bogey, mantuvo el liderato y ahora tenía unas cuatro horas por delante antes de salir a jugar la última y definitiva vuelta. «Estuvimos un buen rato en el players lounge, nos miramos y dijimos, bueno, y ahora qué hacemos… Total, nos metimos en el coche y nos fuimos a un aparcamiento de unos apartamentos muy próximos al campo para dormir una siesta. Nos pusimos los dos la alarma en los móviles y tras un sueño reparador de dos horas me fui al campo a calentar y preparar la vuelta», asegura.
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El resto es historia. Ganó el torneo, la segunda victoria de su carrera en el European Tour, con tres golpes de ventaja sobre Paul Lawrie. Siete horas antes de levantar el trofeo había estado durmiendo en el asiento delantero de un Volkswagen Golf, «el primero coche que tuve». Moraleja: «En aquellos primeros años todo es diversión, nada molesta, nada cuesta y sólo piensas en jugar bien al golf y hacer buenos golpes… Ni siquiera te acuerdas que necesitas el hotel para el último día…».
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Así contamos en Ten Golf la victoria de Quirós en el Portugal Masters de 2008:
