Rebobinamos en el tiempo. Viajen con nosotros al 12 de febrero de 2012. Domingo. Estamos en el Emirates Golf Club, en el hoyo 16 del Majlis course. Rafa Cabrera Bello es el líder del Desert Classic y pega una espantada a la derecha desde el tee. La bola acaba regular, rodeada de árboles y con un tiro que no es precisamente corto.
El canario se saca de la manga un sensacional hierro 7, la mete por el hueco que había y la pone a la esquina izquierda corta del antegreen. Firma un fantástico approach y putt y salva un par que a la postre sería decisivo para consumar su segunda victoria en el European Tour.
Hoy, doce años más tarde, con ese mismo drive desde el tee, Rafa jamás llegaría a esa zona de árboles y tendría que pegar de segundo una madera 5. Esta anécdota feliz, por su victoria, nos sirve para explicar cómo se ha alargado el recorrido de Dubai en apenas diez años y cómo ha evolucionado el golf mundial en cuanto a la distancia.
La conclusión más simple, pero evidente, es que Rafa en 2024 tiene mucho más difícil ganar el Hero Dubai Desert Classic que hace doce años. Su distancia desde el tee apenas ha cambiado, si cabe ha aumentado un poco, entre cinco y diez yardas de media, pero el Majlis course es mucho más largo y la pegada media de los jugadores ha crecido también de manera exponencial.
Concretamente, en el Emirates se han alargado de manera considerable desde entonces los hoyos 1, 3, 6, 9, 13 y 16. En total, el campo ha crecido bastante más de cien yardas. De hecho, en el hoyo 16, volviendo a la anécdota que nos daba pie a este reportaje, en 2012 la mayoría de los jugadores tiraba a cruzar por encima del dog leg izquierdo de la calle, mientras que ahora mismo prácticamente nadie lo intenta. Es un golpe directo a la calle. «Si acaso lo intentarán Rory McIlroy o Ryan Fox, no muchos más», explica Rafa a Ten Golf.
Al crecimiento del Majlis, hay que unir el aumento de la pegada general en el golf mundial. Volvemos a 2012. Concretamente, al WGC Cadillac Invitational en Doral. Aquella semana, Rafa promedia 283,5 yardas desde el tee y se sitúa en el puesto 36º en distancia en un torneo con 74 participantes. Es decir, más o menos, el canario estaba en la media del golf mundial. De hecho, el promedio en el PGA Tour ese año en distancia desde el tee es de 289,1 yardas, más o menos la pegada de Cabrera Bello.
Y ahora saltamos a 2023, la última temporada completa. Revisamos las estadísticas del PGA Tour y el DP World Tour (en 2012 no se recogían estos datos en Europa). Rafa pegó la temporada pasada una media de 294,40 yardas, es decir, más de diez yardas de lo que pegó en aquel WGC de Miami. Ha crecido. No mucho, pero ha crecido. Pues bien, con esa media, el canario se situó en el puesto 140 del DP World Tour en distancia desde el tee. 140 de 179 jugadores. O lo que es lo mismo, en la zona baja de este apartado.
Otro dato revelador. En aquel WGC de Doral once de los 74 jugadores participantes terminaron con una media de pegada por encima de las 300 yardas, alrededor de un 15 por ciento del torneo. Mientras, el año pasado en el DP World Tour un total de 103 jugadores superaron las 300 yardas, cerca de un sesenta por ciento del circuito. No es que Rafa esté pegando menos, sino que el resto está pegando más.
«O espabilas, o caducas. Cada vez más jugadores están por encima de las 300 yardas de media. La edad del Tour ha bajado, se va más largo y los campos se preparar también para esa pegada», explica Cabrera Bello a este medio. La conclusión final es que hay que renovarse o morir. Y en ello está precisamente el golfista de Maspalomas. «Últimamente he estado trabajando más los hierros porque sé que una mejoría ahí va a repercutir más rápido y de manera significativa en los resultados, pero también estoy trabajando en la distancia para ganar metros, de lo contrario te acabas quedando atrás», asegura.
Que Rafa esté en una posición más difícil para ganar esta semana de lo que estaba en 2012, no significa que no tenga opciones de victoria. Precisamente, está buscando y trabajando en los recursos para ello. No deja de ser también un reto, un desafío, con el que Cabrera está encantado.