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Victoria de Callum Shinkwin en el Aphrodite Hills Cyprus Open

Shinkwin suelta un derechazo y gana al fin el asalto decisivo

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Callum Shinkwin posa con el trofeo de ganador del Open de Chipre. © Golffile | Oisín Keniry
Callum Shinkwin posa con el trofeo de ganador del Open de Chipre en 2020. © Golffile | Oisín Keniry

Callum Shinkwin (-20) ha estrenado su cuenta victoriosa en el circuito europeo tras batir al finés Kalle Samooja en el primer hoyo de un desempate al que el inglés había llegado tras producir uno de esos pequeños milagros: embocaba un putt de 16 metros en el 18, par 5, para hacer eagle y dejar un listón muy exigente en la casa club, que posteriormente sólo podría igualar Samooja. Antes, además, Shinkwin había salvado dos buenos pares en los hoyos 15 y 16 y había hecho birdie en el 17… Era su día, de eso no cabe la menor duda, pues no en vano firmaba el mejor registro de la semana en el Aphrodite Hills Resort, un 63 forjado sobre todo por los nueve segundos hoyos del recorrido chipriota, con un parcial de 29 golpes, seis menos en este tramo.

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Era su día, sí. Porque además cantaba victoria después de hacer un buen birdie en el primer hoyo de desempate y de que Samooja fallara un putt de apenas un metro. Y bastante ha tardado en llegar (tiene 27 años) el gran momento, atendiendo al buen cartel que traía de su etapa amateur y a su rápido ingreso en la primera división del golf continental.

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Es posible que en algún momento de su pubertad Callum tuviera que decidir entre dedicarse al golf al ciento por ciento o al boxeo. Sí, al boxeo. Porque no se le daba nada mal, siguiendo los pasos de su primo Miles Shinkwin, cinco años mayor, que se hizo profesional de los guantes. Es más que probable también que no le costara demasiado decantarse por los catorce palos y seguro que hoy no se arrepiente de ello: a él se le presenta toda una carrera por delante y es posible que incluso a partir de este triunfo catártico le quede por vivir lo mejor; su primo Miles, sin embargo, anunciaba su retirada del boxeo al máximo nivel hace un año con regusto agridulce. “Después de mis años como profesional de boxeo he visto que ni siquiera es un deporte. Es sólo un negocio donde el talento es lo menos importante en el orden jerárquico”, señalaba Miles nada más anunciar su retirada con un récord de quince victorias (cinco por K.O.) y cinco derrotas (dos por K.O.).

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En golf, los guantazos te los llevas de otra manera. Y cualquier jugador, al nivel que sea, profesional o amateur, comprende enseguida que es necesario ser un buen encajador. Bien para disfrutar en plenitud, bien para ganarse la vida. Shinkwin, por ejemplo, anduvo cerca de ganar hace años (2017) un torneo de las Rolex Series, pero Rafa Cabrera Bello se le cruzó en el camino, también en un desempate, por cierto, y desde entonces no terminaba de levantar la cabeza, hasta el punto de perder la tarjeta. Tuvo que levantarse antes del final de la cuenta, reagruparse en las cuerdas, luchar, encajar.

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Tampoco en el golf el talento se abre paso siempre hasta lo más alto, pero no será por culpa del ‘business’. De eso nada. Tal y como informaban hace un año los medios británicos, Miles le había prometido a su esposa que dejaría el boxeo si antes del 2 de septiembre de 2019, fecha en la que expiraba su licencia federativa, no recibía una llamada prometiéndole la pelea de su vida. El teléfono no sonó. En el deporte de los catorce palos, sin embargo, quizá no haga falta aguardar desesperadamente una llamada si embocas un putt de 16 metros para hacer eagle en el hoyo 72 del torneo. A eso se le llama un derechazo letal.

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