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El increíble caso de Papadatos como paradigma de la evolución de la pegada

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Dimitrios Papadatos. (© Golffile | Thos Caffrey)

Las estadísticas pueden ser más o menos imprecisas y tener uno y mil matices, pero siempre ayudan a dibujar un mapa general de la situación. Por ejemplo, si analizamos los datos de distancia desde el tee en el PGA Tour y European Tour en los que llevamos de temporada y lo comparamos con los números del año pasado, el aumento es más que considerable. Se pega más largo y más fuerte. La media del top 10 que más pegó en la 2018/19 del circuito americano fue de 312,02 yardas, mientras que este año, tras cinco meses y medio de competición, casi la mitad de la temporada, se encuentra en 317,03. Es decir, ha aumentado en cinco yardas. El valor de la media de los diez primeros es casi idéntico a lo que el año pasado registró el más pegador, Cameron Champ (317,9).

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En el circuito europeo la diferencia es aún más notable. La media del top 10 la temporada pasada fue de 313,27 yardas y este año se ha disparado a 330,56. Este dato supera en diez yardas a lo que alcanzó el máximo pegador el año pasado, Min Woo Lee (320,49).

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Cierto es que conviene puntualizar algunos matices. En el European Tour se han jugado muchos menos torneos que en el PGA Tour, por lo que la media es menos fiable y contundente. Además, en los primeros torneos del año hay sedes como Sudáfrica o México, en altura, donde la bola vuela bastante más de lo habitual.

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Sea como fuere, y a pesar de estos matices, es un hecho que los jugadores le están pegando más duro que nunca a la bola. Se hace más distancia. Hay algunos casos concretos muy significativos. El principal paradigma se llama Dimitrios Papadatos, un golfista australiano de origen griego que juega en el circuito europeo. El año pasado despidió la temporada con una media de distancia desde el tee de 288,87 yardas. Ocupó el puesto 128º en el ranking. En 2020 es séptimo en esta misma lista con una media de 328,42. O lo que es lo mismo, ha aumentado casi 40 yardas.

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El caso de este jugador está fuera de categoría, como el Alpe D’Huez, pero la historia se repite con todos. Min Woo Lee, por ejemplo, ha aumentado 11,5 yardas, Dean Burmester ha ganado 22,5 y Sam Horsfield se ha ido a las 27, por citar sólo algunos ejemplos.

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En el PGA Tour ha sucedido tres cuartos de lo mismo. El caso más significativo es el de Bryson DeChambeau. El físico californiano ha pasado de pegar una media de 302,5 yardas, puesto 34º del ranking, a liderar la clasificación con 321,3. En DeChambeau gran parte de este cambio se debe al gimnasio. Se ha puesto como una bestia.

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Otro caso llamativo es el de Sergio García, con cambio de material incluido. El año pasado en el circuito americano promedió 302,5, curiosamente lo mismo que DeChambeau, y este año se encuentra en 316,6, en la quinta posición del ranking. Incluso Rory McIlroy le pega más duro esta temporada que la pasada. En ambas clasificaciones es segundo, aunque este año con casi siete yardas más de media (320,2).

Que no se hayan jugado aún los Grandes, donde, como norma general, los jugadores priorizan cazar la calle por delante de la distancia, también influye en los datos, aunque en cualquier caso es una tendencia más que evidente y explica la preocupación al respecto que existe en la USGA y el Royal and Ancient.