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El sudafricano se impone en el Alfred Dunhill con otro emocionantísimo final de torneo

Bezuidenhout vence en otro domingo salvaje en Leopard Creek

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Christiaan Bezuidenhout posa con el trofeo de campeón en Leopard Creek. (© Golffile | Thos Caffrey)

Salvaje y despiadado como su entorno. Así es Leopard Creek. Sin duda, uno de los mejores domingos del año en el European Tour. Existen pocos planes más divertidos que sentarse junto a una bolsa gigante de pipas y disfrutar de la ronda final del Alfred Dunhill Championship. Es un campo de minas maravilloso. Los jugadores van saltando por los aires conforme pisan los nueve últimos hoyos. Unos en el 14, otros en el 15, varios en el 13 y muchos, cómo no, en el fatídico hoyo 18, probablemente el mejor final del año en Europa.

Sólo uno acaba librando las trampas y logra coronarse como campeón. Hoy le ha tocado a Christiaan Bezuidenhout (-14), uno de los pocos sudafricanos que conquistaron su primera victoria en el European Tour fuera de su país. Concretamente, fue el Estrella Damm Andalucía Masters de 2019. Ahora, la segunda, ya ha sido en casa. No está nada mal para una hoja de servicios. Valderrama y Leopard Creek. Dos de los escenarios más míticos del European Tour ya están en su bolsillo. Dos campos muy diferentes, pero en los que tiene un valor enorme la capacidad de resistir. De esto, Bezuidenhout, que de niño sobrevivió a un envenenamiento accidental, sabe tela marinera.

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La ronda final del Alfred Dunhill ha sido una batalla entre seis jugadores: Adrian Meronk, Jayden Schaper, Sean Crocker, Adri Arnaus, Christiaan Bezuidenhout y Richard Bland. De todos ellos, Bland es el único que no se ha llegado a meter realmente en la pelea en ningún momento. Lo ha tenido a tiro, pero no ha llegado a presentar su candidatura en condiciones. El resto sí ha tenido motivos para sentirse más o menos ganador en los últimos nueve hoyos.

El español Arnaus (-9) era el primero en salirse de la ecuación con dos bogeys muy dolorosos en los hoyos 10 y 11. Leopard Creek es un campo donde el batacazo te aguarda en cada esquina, por lo que conviene no cometer errores no forzados para tener colchón. Esos bogeys de Arnaus se podrían considerar así, no forzados –si es que hay algo no forzado en golf-, ya que en el 10 tenía un wedge de segundo desde el centro de la calle y terminaba con un tripateo, y en el 11, un par 4 corto al que se llega a green con la madera 3, el birdie es casi una obligación y el bogey es un castigo durísimo. Su golpe de salida fue malo, al búnker corto y desde ahí no pudo salvar el par. Aún había margen para meterse de nuevo en la pelea, pero Arnaus no ha conseguido encontrar su mejor juego en este tramo final. Otro bogey en el 14, tras un ‘flyer’ desde el rough, y ningún birdie lo dejaban finalmente en la sexta posición.

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Después de Arnaus han ido saltando por los aires los demás. Schaper (-10) lo hacía en el 10 con un triple bogey tras mandar su bola a la selva por la izquierda. El joven talentazo sudafricano de 19 años ha demostrado hoy que va sobrado de ambición y valentía. Ha cometido errores propios de su bisoñez, pero ha demostrado también un desparpajo que lo colocan muy arriba en la lista de candidatos a asombrar al mundo en el futuro. Ha conseguido hasta tres birdies en los segundos nueve reaccionando siempre al error de manera agresiva y decidida. Ha dejado muchas más cosas buenas que malas.

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Meronk (-10) pisaba la mina en los hoyos 13, 14 y 18. El polaco, que arrancó como líder, cerró unos malos nueve primeros hoyos, pero sobrevivió y llegó al 13 en la primera posición. Ahí la mandó al agua de salida, después le salió otro ‘flyer’ en el 14 y más agua en el 18. Las minas de Leopard Creek. Muchos errores. Su primera victoria en el European Tour tendrá que esperar, pero ha demostrado una gran actitud cuando venían mal dadas y su potencial es indiscutible.

Lo de Crocker (-10) ha sido lo más doloroso. El norteamericano, de origen zimbabuo, ha sido quien más ha hecho para ganar el torneo. Cometía un bogey tonto en el 15, un regalo después de tener mucha suerte en su salida (no hacía la recuperación desde el búnker), pero después pagaba todo el peaje de la mala suerte en el 18. Salía a un golpe de Bezuidenhout tras firmar un gran birdie en el 17. Otro birdie o incluso un eagle lo ponían de candidato ideal al triunfo. Sin embargo, fallaba la salida por la izquierda. Era un error importante, pero lo normal es que la bola se hubiera quedado perfectamente jugable para tirar un segundo golpe de colcación y buscar el birdie con un buen tercero a green. Por contra, la pelota, caprichosa, se estrellaba contra el techo de un buggie y con el rebote se marchaba fuera de límites. Conclusión: triple bogey y adiós al torneo. Otra mina.

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Los rivales iban saltando por los aires y así Bezuidenhout, que ha jugado todo el día con mucho orden, sin hacer nada del otro jueves, pero cometiendo pocos errores, se plantaba en el hoyo 18 con tres golpes de ventaja. Lo tenía hecho y ya no iba a fallar. Por algo era el mejor jugador de ranking mundial del torneo. Salió con hierro, otro más para colocar y tercero golpe a centro de green. Dos putts y victoria. Parece fácil, pero en Leopard Creek nunca lo es. Larga vida a este fantástico campo sudafricano.

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