Levante. Los pronósticos ventosos se cumplieron a rajatabla. Los parroquianos son catedráticos en vientología y lo clavaron. «Los greenes estarán más lentos que ayer», anuncian desde megafonía. Gracias. Quedaba una hora y media para subir el telón de este show llamado LIV Golf y el paseo por el putting green dejó una escena reveladora. El mejor DJ de este circuito tan musical responde por Dustin Johnson. Ni reguetón ni pop ni gaitas. El estadounidense era el único que probaba una y otra vez el putt bajo la única sombra que había en toda la zona. A todos los demás (Cameron Smith, Henrik Stenson, Joaquín Niemann, Anirban Lahiri…) les estaba azotando de lo lindo el lorenzo levantino, pero solano a todo trapo en definitiva. Y ahí veías a DJ, parsimonioso, sin chistar, al fresco. El hombre ha cogido unos kilos desde que puso pies en polvorosa del PGA Tour, pero ni ha perdido la precisión con los palos ni su pillería. Aunque, todo hay que decirlo, tampoco empezó muy bien la segunda ronda: dos bogeys en siete hoyos. Lo mismo se tenía que haber tostado en el putting green…
Andalucía lleva el flamenco por bandera y si el viernes hubo un cuadro flamenco antes del arranque de la competición, hoy igual. Cante, baile, toros y sol. Son nuestros reclamos, guste o no guste. Y en LIV, aunque no sean muy de tradiciones porque lleva año y poco de vida, han tirado bien de topicazos. No son sólo ellos, Dios los libre. Es muy habitual desde hace décadas y las suecas (y suecos) se bañaban en las playas sureñas. Lo que no esperaba, de verdad de las buenas, es ver a tres bandoleros como tres trinquetes cantando para animar la mañana entre la calle del 7 y la zona de ocio. Dos portaban guitarras y el tercero un acordeón. Será mejor decir que iban de rondeños y no de bandoleros para que no se tome con segundas…
Juro que fui a la tienda de LIV sin ánimo crítico, pero me fui calentando con el paso de los minutos. Camisetas, sudaderas, gorras, toallas y poco más. Hay material escaso y poco colorido, a mi juicio, y aun así piqué el anzuelo y adquirí una camiseta de los Majesticks sin tener claro si era el equipo de los ingleses y Stenson o el de los sudafricanos. Era de los primeros. No soy fan de ninguno de los cuartetos, simplemente me pareció la prenda más ponible. Un rato después vi el polo que gastaba Cameron Smith y me hubiera lanzado a por él si hubiera estado en la tienda para regalárselo a mi amigo Lucas, cuyos gustos por las vestimentas son nulos y que jamás ha ido con un pantalón y una camiseta que combinasen. La ropa le sienta como a un Cristo dos pistolas y le da exactamente igual. Como a mí la tarjeta de Jediah Morgan, por decir un nombre a voleo…
