Inicio Grandes Circuitos LPGA Tour Aquel olvido por el que Rose Zhang quiso ‘matar’ a su padre…
Olvidó el putter que tantas victorias le dio en un tren camino del British

Aquel olvido por el que Rose Zhang quiso ‘matar’ a su padre…

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Rose Zhang
Rose Zhang, junto al jugador de béisbol Albert Pujols, en la primera ronda del Torneo de Campeonas.

Rose Zhang tiene muchas virtudes. No sólo juega como los ángeles al golf, también es una gran estudiante, es muy sacrificada y muestra una educación exquisita, valores inculcados en su casa desde que era una cría en Irvine (California). Pero no siempre tienen un despiste los hijos y el del padre de la joven estadounidense el pasado verano fue para recordárselo una y otra vez.

Resulta que Haibin, que así se llama el hombre, tuvo un grave descuido hace unos meses y ahora se explica cómo Rose Zhang bajó su nivel de acierto en los greenes desde entonces. Fue camino del AIG Women’s Open, disputado en Walton Heath y que ganó Lilia Vu, cuando al señor se le olvidó el palo en un tren en Londres

Hasta entonces, la californiana había jugado cinco torneos como profesional: ganó en su estreno en el Mizuho, fue octava en el KPMG, novena en el US Open, no pasó el corte en el Dana Open y terminó novena en el Amundi Evian Championship. Todo iba de perlas hasta que el putter se quedó en aquel convoy inglés.

Era el palo que había usado Rose durante sus dos temporadas estelares universitarias con Stanford, donde lo había ganado todo, y de golpe y porrazo su padre olvidó la mejor arma de la mujer que ostenta el récord de semanas encabezando el ranking mundial aficionado. Eso afectó, obviamente al juego de Zhang, amén de sus múltiples compromisos con la prensa, con los distintos patrocinadores e incluso unos problemas estomacales, seguramente derivados del estrés, que está tratando de solucionar con una dieta.

De la mala cabeza de su progenitor habló Rose tras la primera ronda del Torneo de Campeonas, donde empezó a buen nivel con tres bajo par. «Mi papá sacó el putter de la bolsa. Subimos a un tren en Londres y allí se quedó», narra la californiana tras la primera vuelta en Lake Nona. «En el AIG no podía patear bien porque las especificaciones estaban mal, el putter era una pulgada más corto, el eje incorrecto, cada peso estaba mal, así que simplemente no sabía a dónde iba a ir la bola», recuerda la estadounidense.

«Y claro, a lo largo de la temporada, obviamente todo el mundo hablaba de que mi putt había empeorado. Y fue porque me resultaba difícil visualizar que los putts volvieran a entrar», explica. «Después jugué el Grant Thornton y logré una réplica de mi anterior putter, pero se rompió y no me di cuenta, así que terminé la ronda. Y entonces pensé: ‘Ok, no puedo mirar este putter de nuevo. Empecemos de nuevo’. Así que poco a poco vamos avanzando. Estoy muy agradecida por este tipo de experiencias que me hacen que recuerde que tengo que revisar, revisar, revisar…», subraya.

Al menos, Rose Zhang sabe sacarle punta al asunto e incluso bromea porque el palo no tenía ningún distintivo o detalle personal, salvo una funda de Evian para la cabeza del putter, así que «probablemente esté en eBay; si no, estará en manos de alguna persona, seguramente un fan inglés del golf. Aquel putter modelo Odyssey Works que le dio gloria a Rose en Stanford y en sus primeros torneos en el LPGA pasó de bendición a maldición…

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