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Declaraciones de Scottie Scheffler tras ganar el RBC Heritage

Scheffler desvela una adicción ‘letal’

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Scottie Scheffler ha ganado su cuarto torneo en las últimas cinco semanas, una secuencia brutal únicamente a la altura de la mejor versión de Tiger Woods. ¿Se puede llegar un a acostumbrar a ganar? Y lo que es peor: ¿Se puede llegar uno a aburrir de levantar trofeos y ponerse chaquetas? (la del RBC Heritage es de tartán). No teman, Scheffler está muy lejos de aburrirse, más bien al contrario. Los triunfos y los buenos golpes son para él como la gasolina al fuego.

«No creo que pegar buenos golpes sea algo aburrido. Más bien al contrario, dejar un tiro cerca de bandera es una sensación adictiva. Eso es lo que hace que todo el mundo vuelva a jugar. El golf puede llegar a desesperar a la gente pero, de repente, pegas un gran golpe y la sensación es maravillosa, vuela justo al lado de la bandera y te cambia el día. A veces me siento así. Me encanta la sensación de un buen golpe. Me encanta este juego. Me encanta salir y practicar yo solo. Me encanta jugar al golf, jugar en casa con la gente, simplemente perder el tiempo. El juego del golf ha sido una gran parte de mi vida desde hace mucho tiempo, y si Dios quiere también será parte de mi vida durante mucho tiempo», ha sentenciado Scheffler antes los periodista poco después de ganar este lunes en Hilton Head.

Esta adicción confesada del Número Uno del mundo es letal. Letal para el resto. No, Scheffler no se va a aburrir. Le gusta demasiado. Desea tanto pegar buenos golpes y ganar que resulta muy difícil imaginar que vaya a desaparecer de la noche a la mañana.

Aunque exteriormente no lo transmita con la misma intensidad que otros, Scheffler tiene alma de ‘killer’ despiadado. La mejor demostración es el hoyo 15 de la ronda final, el último que jugó ayer antes de la suspensión definitiva por falta de luz. Su segundo tiro se marchó al agua y necesitaba hacer approach y putt desde más de 100 metros para salvar el par. Lo hizo. «Me dio una satisfacción enorme. Ya he comentado alguna vez que odio hacer bogeys y mucho más en los pares 5. Además, aunque llevaba cuatro golpes de ventaja no quería que apareciera en las clasificaciones el error y dar esperanzas a los demás», explica.

Esta reflexión sólo la puede hacer un competidor feroz, uno de esos que tiene claro que al enemigo, ni agua. No hay que confundir este pensamiento de Scheffler con soberbia o altanería, es justo lo contrario, es respecto absoluto al resto de jugadores. Es consciente de que sus rivales son tan buenos que no hay que darles la más mínima ventaja. Por eso, no vino al Heritage a pasearse. «Vine al torneo porque me había comprometido con ello y con un propósito. Quería ganar. No he venido para que me den la enhorabuena por el Masters y recibir abrazos, quería ganar y es una satisfacción muy grande haberlo conseguido. Me habría molestado no haber ganado, sobre todo saliendo líder en la última jornada».

Realmente, a un jugador que vive el golf con esta intensidad, lo único que podría frenarle es la frustración cuando las cosas no salen bien. En este sentido, Scheffler asegura que lo está haciendo mejor que nunca. «Mis expectativas son siempre altísimas y no siempre lo he hecho bien a la hora de mantener bajo control mis emociones. Sin embargo, este año sí lo estoy consiguiendo y estoy muy orgulloso. Desde Bay Hill, donde tuve una primera ronda en la que no pateé nada bien, o el mismo Heritage, que empecé con un shank y doble bogey mientras los demás estaban haciendo birdies. Me podría haber frustrado, pero me mantuve paciente esperando el momento. Tengo claro también es mucho más fácil hacerlo cuando vas ganando».

Scheffler ha estado elegante hablando de Nelly Korda. «¿Un duelo entre los dos? De momento me va ganando por goleada, ella ha ganado cinco seguidos y el último un Grande, eso es impresionante. Me alegro por ella».

Por último, ha contado sus planes más inmediatos. ¿Celebración? «Café, breakfast burrito y para casa». Le espera el nacimiento de su primer hijo.