Jon Rahm (-3) ha firmado una tarjeta de 67 golpes en la tercera jornada del Fedex St. Jude Championship, de nuevo tres menos en el día, como el viernes. Es un resultado que tampoco le sirve al español para avanzar demasiado y, sin embargo, algo ha cambiado. Sobre todo desde el tee. Y no es que las estadísticas más gruesas, desde luego, nos ofrezcan un panorama radicalmente distinto al de jornadas anteriores, puesto que ha cogido más o menos el mismo número de calles, pero hoy sí se le ha visto con un control muy superior de la situación.
Hoy Jon ha dibujado más veces el drive como quería. Hoy ha pegado más suelto. Hoy ha encontrado con mayor regularidad ese power fade marca de la casa. Hoy, en definitiva, y sirva como muestra concreta y representativa, no se ha ido al agua en el 18; antes bien, ha pegado un drivazo, después de darle unas cuantas vueltas al asunto con Adam, su caddie, sobre el mismo tee. Un soberano drivazo dibujado y ejecutado con determinación por la misma línea que le llevaba al desastre los dos días anteriores.
Jon arrancaba con determinación. Birdie en el 1, una buena opción en el 2, birdie en el 3… Y en el 4, primer par 3 del TPC Southwind, pegaba el disparo que quería, en línea a bandera, muy agresivo y seguro, pero ante su sorpresa la bola se quedaba corta y en el agua. Terminaría sacando adelante un buen doble bogey, embocando un putt de más de tres metros, pero de nuevo con la sensación de que esta semana la suerte, los detalles, no estaban de su lado.
Después de encadenar hasta ocho pares seguidos (del hoyo 5 al 12, incluidos), tramo en el que bien podía haber sumado al menos un par de birdies, pagaba un caro peaje (bogey) en el 13 tras fallar la calle, uno de los pocos errores desde el tee y no demasiado grosero (se iba al bunker), así que una vez más, como tantas veces esta semana en Memphis, la vuelta se le quedaba mustia, atrapada, sin profundidad ninguna. Pero aún tenía cierto margen de mejora y ya sabemos que el morrosko no baja la cabeza hasta que materialmente no quede más remedio, así que iba a terminar con cuatro birdies, que se dice pronto, por sus últimos cinco hoyos para de verdad marcharse satisfecho. Hacía el birdie, además, en el temido 18. Un birdie magistral: ese drive descrito, valiente y largo; un gran wedge y putt de dos metritos adentro. Jon sin miedo.
Puede que el resultado no haya sido tan elocuente como pudiera haber sido; y puede que Jon haya sentido que sus hierros podían haber estado todavía más finos, pero hoy sí se ha visto algo mucho más parecido a la versión poderosa del mejor Rahm 2023, evolución que de nuevo nos sitúa ante la posibilidad de un domingo de luces y colores, con el 61 que hoy ha firmado Justin Rose como apetitosa referencia. Ni por esas ganaría el torneo el de Barrika, pero a él le vendría de perlas darse el gusto de pegarle un buen repaso al campo, antes del segundo play off, además de defender con éxito ese Número 1 de la Fedex.
