El sello de Jon Rahm (+1), a pesar del infortunio que él y su familia han tenido que afrontar esta misma semana, es innegociable mientras esté compitiendo en un campo de golf: si existe una posibilidad, por pequeña que sea, de hacer una menos, ese es siempre el objetivo. Sea cuales sean las circunstancias, para Jon normalmente no es lo mismo quedar el vigésimo, que el vigésimo cuarto…
El de Barrika ha entregado hoy una tarjeta de 70 golpes en el recorrido del Wilmington Country Club, para cerrar su segunda vuelta en el BMW Championship, segundo play off de la FedEx Cup. Quizá no parezca gran cosa tal resultado, pero sí lo es, dado como venía la ronda, con un parcial de tres arriba por los primeros nueve hoyos. Por la segunda mitad, sin embargo, se lanzaba a tumba abierta y, con una portentosa exhibición en los greenes, bien fuera para hacer birdies o salvar pares, sacaba adelante un parcial de cinco menos en siete hoyos, con un eagle incluido en el 14 tras embocar un purazo de más de once metros, y sólo afeado por un ultimo bogey en el 17.
Rahm es plenamente consciente de que ya no va a poder luchar por el triunfo. Incluso, la posibilidad de llegar al Tour Championship en una posición mejor que la que actualmente ocupa en la FedEx Cup (14º), se antoja ahora mismo muy improbable. Pero, fiel a su estilo, también es consciente de que los 36 hoyos que restan por jugar le conceden todavía un margen sobrado de maniobra para terminar mucho más arriba en la tabla, llevarse las mejores sensaciones de cara a la semana que viene y, por qué no, redondear un sentido homenaje a su amigo Ramón.
Lo de menos para Jon, a estas alturas y tal y como han ido las cosas, es fijarse en una meta concreta. Se trata de irse abriendo puertas, prolongando como sea este arranque de furia de los últimos nueve hoyos, y ver hasta donde le lleva la torrentera. Al fin y al cabo, en el momento de editar esta crónica, Rahmbo tenía el top del torneo a ‘sólo’ seis golpes… (Y menos mal que habíamos quedado en no fijar una meta concreta).
