Más allá del ganador Austin Eckroat, el otro cuento de hadas en Palm Beach ha tenido como protagonista a David Skinns. A diferencia del campeón, este veterano inglés de 42 años no ha podido comerse las perdices, al menos no todas, pero que nadie espere verlo derrumbado en un sofá de la casa club del PGA National lamiéndose las heridas. No es su estilo.
Skinns, que salía en el partido estelar el último día junto a Shane Lowry, no sólo no ha podido ganar el torneo, sino que se ha quedado también fuera del Arnold Palmer Invitational por un solitario golpe. Doloroso. Necesitaba hacer approach y putt en el 18 para meterse en el primer Signature Event de su carrera y no ha sido capaz. Era un up and down más que asequible, franco, a unos 26 metros de la bandera, pero no ha estado fino. El chip se ha quedado muy corto, a poco menos de cinco metros y el putt también se le ha escapado.
La diferencia ha sido notable. Con el birdie habría quedado segundo empatado con Min Woo Lee y Van Rooyen. Con el par ha sido cuarto empatado con otros cuatro jugadores. Se ha dejado por el camino nada menos que 336.750 dólares y el Arnold Palmer. Doloroso. «Ayer estaba muy nervioso. Pensé que lo llevaría mejor, pero me noté muy incómodo, no sé si por la presión o por la larga espera para salir a jugar. Hoy, sin embargo, me he sentido mucho mejor, estoy contento con el juego y sólo lamento no haber hecho mejor esa recuperación en el 18», comentaba nada más acabar.
No obstante, lo de hoy no es más que otro desvío en el largo y tortuoso camino de Skinns para llegar a la élite. No crean que esto le va a desalentar. No a alguien que en 2017 se marchó a casa en mitad de un torneo para acompañar a su mujer en el parto de su segundo hijo. No era un torneo cualquiera. Estaba jugando el Albertsons Boise, uno de los últimos eventos del año del Korn Ferry Tour. Había hecho 69 y 66 golpes los dos primeros días, marchaba noveno y se había puesto a tiro la tarjeta del PGA Tour. Skinns era profesional desde 2005 y había tardado doce años en fabricarse esa oportunidad. No dudó en dejarla pasar.
Skinns fue un destacado jugador amateur. Se marchó a estudiar a Estados Unidos con una beca en una época, principio de siglo, en la que no era tan habitual. Estuvo en Tennessee y sobresalió muy pronto. Fue elegido mejor jugador de primer año de la NCAA, mejor jugador de la SEC (South Eastern Conference) y ganó en tres ocasiones, entre ellas el SEC Championship, derrotando a JB Holmes en un mano a mano.
El paso al profesionalismo, como en tantos otros casos, no fue un camino de rosas, pero jamás tiró la toalla. Se bregó en cientos de torneos en mini tours. Ganó en tres ocasiones y fue elegido mejor jugador del Hooters Tour en 2008. Allí competió contra jugadores como Kevin Kisner, Gary Woodland o Russell Knox. Los demás iban llegando, pero a él nunca se le aparecía la oportunidad. A la hora de la verdad salía cruz.
No aterrizó en el Korn Ferry Tour hasta 2015 y tardó otros seis años en llegar por primera vez al PGA Tour, al Fortinet Championship de 2021. En su día hizo los cálculos de su viaje hasta el PGA Tour: jugó en dos docenas de estados de norteamérica y recorrió más de un millón y medio de millas en coche y avión durante 20 años.
Por todo ello, que nadie dude de que el approach y putt de hoy va a minar la moral de Skinns. «Nunca he perdido la fe», afirma. «Siempre he creído que depende de mí encontrar el camino». Lo seguirá buscando. Próxima parada: Puerto Rico. «Sé que la próxima vez que me encuentre en una situación así lo haré mejor. Eso es lo más positivo que me llevo de esta semana».
Los cinco jugadores que se han clasificado para el Arnold Palmer Invitational a través del Aon Swing 5 (sus actuaciones en México y Palm Beach) son Sami Valimaki, Stephan Jaeger, Justin Lower y CT Pan.