Inicio Grandes Circuitos PGA Tour McIlroy supera el ‘trauma’ del talento y su driver lo agradece
Curiosa revelación del jugador norirlandés durante el WGC FedEx St Jude

McIlroy supera el ‘trauma’ del talento y su driver lo agradece

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Rory McIlroy. (© Golffile | Fran Caffrey)

Rory McIlroy estuvo brillante desde el tee en el pasado WGC FedEX St Jude Invitational. Los números no ofrecen ninguna duda. Se marchó del TPC Southwind de Memphis con un 75 por ciento de calles cogidas, una cifra extraordinaria si tenemos en cuenta que, al mismo tiempo, fue tercero en distancia desde el tee, con una media de 337,8 yardas. La combinación perfecta. Con estos datos sobre la mesa, es inevitable que el norirlandés fuera, de lejos, el mejor del torneo en golpes ganados desde el tee.

Todos podemos tener más o menos la idea en la cabeza de que McIlroy es uno de los mejores del mundo desde el tee, pero lo cierto es que esta temporada no estaba siendo muy buena en este sentido. Antes del WGC marchaba en el puesto 177º del PGA Tour en calles cogidas, con una media que apenas superaba el 50 por ciento. Largo y fuerte le seguía dando, pero no podía sacar tanta ventaja porque una de cada dos veces no estaba en la calle. Sin embargo, en el TPC Southwind algo ha hecho clic y ha funcionado de maravilla. Veremos si le dura en el tiempo, pero desde luego en esta semana le ha ido bien. Es algo que ha hecho clic lo revelaba el propio McIlroy ante los periodistas el pasado sábado, justo después de la tercera ronda, y es muy interesante.

Lo que ha cambiado el norirlandés es algo técnico, aunque está íntimamente relacionado con la parte psicológica, ya no sólo del jugador de golf sino de la persona. Rory ha librado una batalla contra su ego y parece que al fin la está ganando. Todo viene del ‘trauma’ que siempre le ha producido la palabra «talento». Ya ven, hay muchas personas a las que se les hincha el pecho cuando reciben el calificativo de talentoso, pero a Rory le molestaba.

«Es algo personal. No me gustaba que me dijeran que era un jugador con mucho talento porque parecía que eso significaba que no trabajaba, que las cosas salían por genética, por azar o por cualquier otra cosa. Me daba rabia. Yo echo muchas horas en el campo de prácticas, mientras que si tienes talento parece que todo te viene dado», explica. Por esta razón, McIlroy comenzó a trabajar en un swing más mecánico, más robotizado, más sistemático. Quería que se viera que estaba muy trabajado. «Yo siempre he sido muy habilidoso con las manos y la acción de manos en mi swing, sobre todo con el driver, es muy importante. Lo que quería era quitar esta acción de manos y que todo estuviera más mecanizado», apunta.

Como ocurre otras muchas veces, el cambio no surtió efecto, más bien al contrario, Rory se fue mostrando cada vez menos consistente, pero no fue fácil dar marcha atrás. «Ahí tuve que librar una batalla contra mi ego. Yo quería hacerlo a mi manera, sin las manos, pero al final he llegado a la conclusión, junto con mi equipo de trabajo, que si tienes un talento, y en mi caso son las manos, utilízalo, no hay por qué ocultarlo, al revés. Mentalmente no fue fácil», desvela Rory.

Los números en el WGC FedEx St Jude le dan la razón. Las manos de Rory vuelven a entrar en acción y su driver se libera y lo agradece. En Memphis jugó muy bien, terminó duodécimo y si no peleó por la victoria fue por los problemas tremendos que tuvo para aprochar el jueves, que le obligaron a cambiar de wedges el viernes para adaptarse a la hierba bermuda, y porque el putter tampoco estuvo precisamente brillante. De hecho, en los greenes acabó en el puesto 57º en golpes ganados de 65 golfistas. Ya ven, el ego, ese gran enemigo de los golfistas… y los que no son golfistas.