Todos sabíamos que este día iba a llegar tarde o temprano. Lo que nadie, ni el más dramático de los seres de este planeta podía imaginar, es que fuera de una manera tan agónica. Will Zalatoris ya puede gritar a los cuatro vientos que es campeón del PGA Tour. Ha ganado el FedEx St Jude Championship tras derrotar a Sepp Straka en el tercer hoyo de desempate. No podía ser de otra manera.
Atrás quedan dos playoffs perdidos, un US Open que se escapó en el último putt lamiendo el borde del hoyo en el The Country Club, tres segundos puestos en un solo año… y 75 hoyos en el TPC Southwind. ¿Alguien da más? Paul Azinger, analista de la televisión norteamericana, comentaba con acierto: «no hay dinero en el mundo que pueda pagar lo que ahora mismo está sintiendo Will Zalatoris». Gracias, Paul, lo tomo prestado para el título de esta crónica.
El domingo más morboso de la historia del PGA Tour se desinfló bien pronto, antes incluso de empezar, por la sanción de dos golpes impuesta a Cameron Smith. El australiano no tuvo su mejor día y en ningún momento se metió en la pelea por la victoria. Acabó incluso fuera del top 10. Eso sí, esto no significa que el primer Playoff de la FedEx Cup no estuviera interesante, más bien al contrario. El morbo dio paso a una extraordinaria emoción. Seguramente, hemos vivido en Memphis uno de los desenlaces más bonitos y vibrantes de toda la temporada.
Zalatoris arrancó el día con tres birdies en los tres primeros hoyos presentando su particular declaración de intenciones. Tomó el mando del torneo y ya no lo soltó. Fue un hachazo que sentó de manera distinta a sus rivales. A Smith, por ejemplo, lo dejó sin respuesta, a J.J. Spaun lo desintegró, a Tony Finau le pilló frío y sólo Straka fue capaz de mantener el tipo, más allá del bravo estirón final de Trey Mullinax que murió en la orilla. El resto venían desde muy atrás, soñando con la heroica, como Jon Rahm o Adam Scott o Collin Morikawa, pero a sus intentos les faltó profundidad para meterse de lleno en la pelea por la victoria.
El mano a mano final de Zalatoris y Straka fue antológico. Merece la pena ver una y otra vez el hoyo 72 del torneo y los tres de playoff. Es difícil concentrar más drama en tan poco tiempo. Drama, arrestos y golf de alta escuela.
Todo empieza con un par increíble salvado por Zalatoris en el último hoyo del torneo regular bajo la atenta mirada, desde el partido siguiente, de Straka. Falló la calle al búnker de la derecha, no pudo llevar la bola a green y se dejó un putt de par de tres metros para par. Lo metió por todo el centro y lo celebró como una victoria. Aún no había ganado el torneo, pero en cierto sí que acababa de conquistar una batalla contra sí mismo. Se había demostrado que podía meter el putt que decide si ganas o pierdes un torneo. «¡A ver qué dicen ahora! ¡Vamos!», se desahogó gritando. Háganse una idea de la tensión acumulada que llevaba el muchacho sobre los hombros.
Straka no se dejó impresionar por el grito de Zalatoris y la explosión del público, claramente volcado con el californiano. El austríaco pegó un gran tiro desde el rough y disfrutó de su primer putt para ganar el torneo. Algo más de seis metros. No lo metió.
En el primer hoyo de desempate, otra vez el gran hoyo 18 del TPC Souhtwind, Zalatoris clavó la salida con el driver y la respuesta de Straka, con madera 3, fue buenísima, aunque ajustó tanto su salida por la izquierda que pareció que se iba al agua. Los dos la pusieron en green, pero de nuevo Straka pateó después. Tuvo la oportunidad de ganar tras firmar Zalatoris un par cómodo. Tenía menos de seis metros y se tiró por el hoyo como si no hubiera un mañana. Se pasó dos metros. Compromiso muy serio. Lo metió. No había paz para Zalatoris.
La segunda vez que jugaron el 18 fue casi una película de terror. Zalatoris falló por la derecha por mucho y estuvo incluso coqueteando con el fuera de límites. Straka volvió a evitar el agua por muy poco, tan poco que no podía pegarle porque tenía que meter los dos pies dentro del lago. Ahora sí, daba la sensación de que el torneo estaba en la mano de Zalatoris. Él tenía ventana para avanzar metros desde la derecha, podía hacer el cuatro y el cinco lo tenía seguro. Mientras, Straka debía dropar y pegar un gran golpe a green para hacer dos putts y sacar el cinco. Eso es lo que parecía…
Pero está visto que no hay nada fácil para Zalatoris. Él cumplió con su parte del guión. Avanzó unos metros y pegó un muy buen golpe que acabó a unos tres metros y medio del hoyo para cuatro. Sin embargo, Straka conectó un golpe sublime después del dropaje. La dejó a dos metros para cuatro. Increíble. De pronto, se le había dado la vuelta. Le tocaba sufrir a Zalatoris. Los dos metieron sus putts. Duelo fabuloso.
El drama aún subió de tono en el tercer y definitivo hoyo de desempate. Jugaron el 11, par 3. Como siempre, pegó primero Zalatoris, la bola iba ajustadísima al agua, botó en la pendiente, hacia el lago, rebotó en el murete de piedra y milagrosamente se quedó arriba… Eso sí, injugable, entra la piedra y un pequeño talud de hierba. No había paz para Zalatoris. Straka pegó después y la mandó al agua… De locos.
El austríaco pegó el tercer golpe desde la zona de dropaje, se fue largo al búnker y pegó el cuarto desde la arena antes de que Zalatoris tomara la decisión de si le iba a pegar a la bola desde donde estaba, inugable, o se volvía a la zona de dropaje. La tensión era impresionante. Straka se dejó hecho el cinco, Zalatoris se fue a la zona de dropaje, pegó un tirazo, metió un putt de dos metros y terminó con la agonía. Ya es campeón del PGA Tour. Con un bogey. El único que hizo en los segundos nueve hoyos del TPC Southwind en toda la semana.
Ha tardado, pero la revancha de Zalatoris ha llegado. Se coloca primero en la FedEx Cup y noveno del mundo. En cierto modo, es también la revancha del PGA Tour. El día que parecía escrito para el deleite de LIV Golf con la posible victoria de Cameron Smith, resulta que acaba con el triunfo de un jugador que abiertamente rechazó la oferta de LIV para cumplir su sueño de ganar en el PGA Tour. Esto da para un serie.
