A Jon Rahm (-4) la segunda jornada de Sentry Tournament of Champions le estaba saliendo como el tiempo: gris, oscura, desapacible y muy incómoda. El torneo de Hawái se le estaba escapando entre los dedos sin estar haciendo nada especialmente mal en el Kapalua Golf.
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Al paso por el hoyo 9 su parcial era de +3 en un día ventoso y con fuertes aguaceros. Un +3 doloroso, pues realmente sólo había fallado dos golpes que le habían costado muy caros: un approach que se enredó en la bermuda en el hoyo 7 y que le obligó a meter un magnífico putt de dos metros para salvar el bogey y una salida injugable en el 9 por la que necesitó repetir el golpe y que terminó en doble bogey.
Aquello fue un momento tenebroso. La cabeza se estaba alejando y en Maui por momentos llovía de lado y el viento soplaba a 50 kilómetros por hora. No era precisamente el escenario ideal para pensar en remontar y reengancharse al torneo, más bien al contrario, es relativamente fácil dejarse llevar, abrir el paraguas, soportar el chaparrón y mañana será otro día.
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Sin embargo, la casta de campeón se demuestra también en esta clase de días, con los elementos y esa pizca de suerte en contra. Se le había escapado un putt corto de birdie de un metro en el hoyo 5, otro de tres metros para bogey en el 9 y en el hoyo 12, donde pareció que podía empezar la remontada, le hacía un regate cruel un putt de dos metros. Jon se mordía el labio, pero nunca dejó de intentarlo. Y encontró el premio…
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Su zarpazo de genio comenzó en el 13. Metió el putt del día, de unos seis metros, hizo birdie y lanzó el arreón. Consiguió otro en el 14 dejando la bola dada y remató la secuencia con otro más en el 15 de manual, dejando la bola de dos en el antegreen en este par 5 y metiendo un putt de un metro para birdie. En un visto y no visto se había metido de nuevo en el torneo.
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Supo sufrir en mitad de aguacero final para acabar la jornada al par. Metió dos putts muy buenos de par en el 16 y 17, de dos y cuatro metros y medio y le dolió como una puñalada el de birdie que se le escapó en el 18. Lo había merecido. Por cómo luchó durante el día, por su remontada y por la salvajada de cazar el green del hoyo 18 de dos en medio de un temporal. Su madera de segundo golpe fue brutal, por encima de las 310 yardas. Pero hizo tres putts. En el primero, desde más de diez metros, se le fue un poco la mano y falló el de vuelta a unos tres metros. No entendía por qué ese último putt no había caído más a la derecha.
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Sea como fuere, Jon salvó los muebles. Como suele decir él en muchas ocasiones, en una primera y segunda jornada no se pueden ganar los torneos, pero sí se pueden perder. Estuvo a punto de lo segundo, pero cortó la hemorragia a tiempo. Sigue metido en la batalla tras presentar una tarjeta de 73 golpes, la peor de su carrera en este recorrido.
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El de Barrika afrontará el fin de semana a cinco golpes del líder, el defensor del título, Xander Schauffele (-9), y a cuatro de Patrick Reed (-8) y Joaquín Niemann (-8). Mucho crédito a la ronda del chileno y sombrerazo al poderío de Reed. Qué bien es capaz de jugar en malas condiciones. Es un superviviente nato. Firmó un tarjetón de 65 golpes. En cuarta posición en solitario se encuentra otro de los favoritos, Rickie Fowler (-7), mientras que Justin Thomas está con -6 y Dustin Johnson se sitúa con -3.
