Xander Schauffele (-17) ha hecho valer la considerable ventaja con la que salía a jugar la tercera ronda del Travelers Championship para mantenerse en lo más alto de la clasificación, aunque llega a la ronda definitiva en una situación mucho más apretada, con un solo golpe de renta sobre Patrick Cantlay (-16) y tres sobre Sahith Theegala (-14), autores ambos de los dos mejores registros del día (tarjetas de 63 y 64 golpes, respectivamente).
En principio, mientras no se demuestre lo contrario, todo apunta a un tremendo duelo final por el triunfo entre Schauffele y Cantlay, los dos componentes del último partido del domingo, excelentes amigos, para más señas, aunque en el campo ya hayan dejado muy claro hoy que los guiños, el intercambio de pareceres o las risas se quedan para otro momento que no sea el de jugarse sobre el pasto una victoria oficial en el PGA Tour.
Quién sabe, de hecho, si no será la última vez que se ven en esta situación concreta, puesto que la sombra de LIV Golf es alargada y está bien definida en ambos casos. A estas alturas es ya mucho más que un secreto a voces que tanto Cantlay como Schauffele han escuchado el canto de la sirena saudí, aunque ninguno se haya posicionado todavía, ni tampoco se sepa si existe ya una negociación con cifras y términos concretos sobre la mesa.
La fuga de estos dos jugadores supondría, sin duda alguna, un severo golpe para el circuito estadounidense, puesto que ambos forman parte desde hace algún tiempo de la élite entre la élite. Es más que probable que la disyuntiva, el cruce de caminos, haya consumido horas y horas de conversación entre ambos jugadores, tal es la estrechísima relación que mantienen más allá de la competición y el terreno de juego. Y por todo ello, visto desde fuera, no deja de tener su punto de morbo que mañana salgan ambos a jugarse el triunfo en un torneo precisamente del PGA Tour. Habrá incluso quien lo vea con la nostalgia de una despedida, aunque hay que insistir en que ni Patrick ni Xander han confirmado ni negado nada.
Cantlay, que hoy, por cierto, ha desplegado un golf muy poderoso (17 greenes en regulación), respondía esta semana de este modo a una pregunta que no podía ser más directa. LA PREGUNTA: “¿te han hecho alguna oferta (LIV Golf) y tienes algún interés en ella?” LA RESPUESTA: “My team handles all that kind of stuff, whether it be just any of the sponsors that I have or anything in that department. I haven’t had any direct contact with them recently. So I really, you know, I don’t have anything like that outstanding”. Así, en inglés, para que cada cual pueda sacar literalmente sus conclusiones.
Schauffele, por su parte, ha sido uno de los grandes jugadores que menos se ha significado u opinado sobre el cisma. Su perfil, en este tema, ha sido bajo, manteniéndose en todo momento en una prudente segunda línea, a la espera. Ni uno ni otro jugarán la semana que viene en Portland el segundo torneo de LIV, pero la amenaza de que puedan marcharse no termina de disiparse.
¿Volveremos a verlos juntos, por ejemplo, en una Ryder Cup, formando esa pareja que sembró el terror en el bando europeo durante las dos sesiones de foursomes? Por no hablar de la última edición del Zurich Classic, en la que no dieron ninguna opción a nadie, funcionando en plena y exuberante armonía (tarjetas de 59 y 60 golpes en las dos rondas de fourballs). Aparquemos la nostalgia y no vayamos tan lejos: mañana vuelven a salir juntos, aunque no revueltos. Cada cual a lo suyo durante unas horas. Ya tendrán tiempo este verano de seguir valorando según qué propuestas.
