Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Un hierro 6 magnífico (y dramático) niega a Rahm el triunfo
Patrick Cantlay gana el ZOZO Championship, su tercera victoria en el PGA Tour

Un hierro 6 magnífico (y dramático) niega a Rahm el triunfo

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Patrick Cantlay posa con el trofeo de campeón del ZOZO Championship 2020. © PGA Tour
Patrick Cantlay posa con el trofeo de campeón del ZOZO Championship 2020. © PGA Tour

Patrick Cantlay (-23) ha sorprendido a los números 2 y 3 del mundo, Jon Rahm (-22) y Justin Thomas (-22), y ha cantado su tercera victoria en el PGA Tour (ya resultaba realmente extraño que este jugador tan sólido sólo llevara dos) después de firmar un 65 en la ronda definitiva del ZOZO Championship. El español (vuelta de 68 golpes) no ha defraudado y ha luchado literalmente hasta el último suspiro, pues aún pateaba en el 18 desde seis metros para conseguir un birdie que le hubiera metido en un desempate con Cantlay. Pero lo fallaba y, de una sentada, se quedaba sin victoria y sin el Número Uno del mundo. Necesitaba acabar al menos segundo en solitario para arrebatar a Dustin Johnson el cetro, pero un birdie postrero de Thomas lo dejaba también sin ese consuelo.

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Seamos francos y rebobinemos el cuento de la lechera hasta el tee del hoyo 12: cuando Jon se disponía a pegar en este par 3, justo después de hacer birdie en el 11 y de situarse líder en solitario con un parcial imperial de cinco menos en el día, debíamos ser multitud los que andábamos concediéndole al español un altísimo porcentaje de opciones de victoria. Y no es que no sepamos cómo va esto del golf, que alguna experiencia vamos teniendo (nunca termina uno de escarmentar, también es cierto). Pero era tan natural e inmenso el poderío que enseñaba el de Barrika que, la verdad, costaba pensar en otra cosa que no fuera su tercer triunfo del año en el PGA Tour. Incluso, inmediatamente después de pegar un excelente hierro 6, las mejores expectativas aún se disparaban más, porque esa bola llevaba una línea maravillosa…

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Pero el vuelo se iba a quedar dos metros corto. Quizá sólo fuera uno. Los dichosos detalles: uno o dos metros más de vuelo y probablemente, tal y como recibía el green y atendiendo a la posición retrasada de la bandera, se habría dejado un putt de birdie muy, muy corto. Por el contrario, la bola se le quedaba en el rough y en una posición espantosa, pues necesitaba meterse en el bunker adyacente para poder golpearla y sólo cabía un swing muy horizontal, de béisbol. Había jugado el vasco cuarenta hoyos sin bogeys y ahora le caía uno después de pegar un tiro más que notable que terminaba en un pequeño drama.

Hay otro modo de entender la enorme dimensión de Jon Rahm…

A partir de aquí, el despiporre. Jon clavaba la salida del 13, par 5, pero a continuación encadenaba un error detrás de otro en este hoyo para cerrarlo con un nuevo bogey, mientras Cantlay, en el partido de delante, encadenaba tres birdies (hoyos 13, 14 y 15) y se marchaba lejos en la clasificación. Adiós muy buenas.

(En este punto, es necesario abrirle un paréntesis a Justin Thomas, porque todavía andamos preguntándonos cómo es posible que este tipo firmara un 69 y, sobre todo, sendos pares en los dos últimos pares 5 (hoyos 13 y 16). Después de un gran arranque y una sobresaliente primera mitad de ronda, en el mismo hoyo 10 comenzaba a flaquear su swing de modo alarmante, pero se las arreglaba para lidiar los segundos nueve del Sherwood Country Club en 36 golpes, par en este tramo, cuando en circunstancias más o menos normales podría haber sumado más de cuarenta impactos, sin ninguna duda (VER EL DIRECTO DE TENGOLF). Pero Thomas no es un tipo normal y además su enorme talento se aliaba (igual que en varias situaciones de la ronda del sábado, por cierto) con una desmesurada fortuna, de tal modo que siempre encontraba el modo de evitar un K. O. que parecía cantado. Tremendo Thomas y enorme su fe cuando se mueve en esa extraña dimensión que raya con lo paranormal).

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Todavía iba a ponerle Cantlay un kilo de pimienta al guiso con un bogey inesperado en el 16 que entreabría las puertas. Y todavía íbamos a tener la dicha de comprobar cómo y de qué manera se resiste Jon Rahm a un fatal, cruel y seguro destino, aunque en esta ocasión no saliera triunfante en el empeño: en el 14 pateaba para birdie; en el 15 estaba a punto de embocar un chip para birdie; en el 16 estaba a punto de embocar para eagle un aprochito desde 40 metros; en el 17, par 3, pegaba un gran tiro y a punto estaba también de embocar para birdie desde cuatro metros y medio; y en el 18, lo dicho, todavía se dejaba una posibilidad razonable de hacer el birdie y salir al desempate.

Little Jon campa a sus anchas en el bosque de Sherwood

Queda un regusto amargo, por supuesto, porque el joven vasco ha armado otra fantástica semana de juego y tiene que conformarse con un espléndido segundo puesto. Porque ha recuperado la magia y determinación en los greenes desde distancias medias y largas. Y porque sólo una injusta calamidad (hoyo 12) y un cortocircuito inoportuno (segundo tiro en el hoyo 13) lo han apartado del triunfo. Sin embargo, teniendo en cuenta que ya no lo vamos a ver jugar hasta el Masters, no queda más remedio que aguardar la cita expectantes y optimistas. O sea: casi como cada vez que este tipo se presenta a un torneo.

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Si pudiera volver a atrás, Jon tiene muy claro dónde iría…