Tiger Woods se ha colocado este sábado más cerca que nunca de ganar un torneo en las dos últimas temporadas. El norteamericano ha firmado una vuelta de 68 golpes en el Wyndham Championship y se encuentra en la segunda posición a dos impactos del líder, Jason Gore, el jugador con más victorias en la historia del Web.com Tour (7).
La tercera ronda en Greensboro ha sido un espléndido reflejo de ese Tiger que está batallando por recuperar su mejor versión y que parece más cerca que nunca. El hoyo 10 nos sirve de referencia. Woods pegó una buena salida a la calle, pero falló el segundo golpe al rough, al sitio malo. Se dejó un approach muy complicado, con la bola colocada regular y la bandera corta. Su tercer golpe alcanzó el green, aunque se dejó un putt de siete metros para par. Embocó y lo celebró como hacía tiempo no se veía en Tiger. Fue un putt repleto de determinación, a la vieja usanza, y una celebración exuberante sacando el puño, también a la antigua usanza. Lo que hace unas semanas habría sido un doble bogey, hoy se convertía en un par de mucho mérito. Lo que siempre había hecho Tiger.
Woods está cogiendo confianza a cada minuto que pasa y se comprueba en cada golpe, en cada gesto. Hasta el aire se ha puesto a favor. Hace una semana Tiger aseguraba que no había jugado tan mal en el PGA. «Sé que puede sonar a excusa, pero la realidad es que pegué buenos golpes, no había mucha diferencia con los tiros de Martin Kaymer, pero por lo que fuera, muchos se me quedaron mal colocados», vino a decir Woods. No era una lamentación. De hecho, hasta lo decía con una sonrisa en la boca. Hoy, en el hoyo 13, perdía calle por mucho por la derecha. Se marchaba al rough, a un sitio feo, con la hierba muy alta. Tocaba cruzar los dedos. La bola se quedó perfecta y Tiger aún se dejó una opción de birdie de cuatro metros que no metió.
El guión era impecable. La versión recuperada de Tiger era una realidad. De vuelta y peleando por la victoria en su última oportunidad para meterse en los playoffs de la FedEX Cup. Todo iba como la seda hasta el hoyo 18. La salida del californiano fue excelsa. Larguísima y al centro de la calle, pero su segundo golpe fue pobre. Se quedó corto. Pateó para birdie y muy agresivo y se dejó uno de vuelta para par de poco más de tres metros que falló. Corbata dolorosa para su primer bogey del día. El único golpe que se salió del guión. Fue el primer putt de entre uno y dos metros que falló en toda la vuelta. Justo al final. Como para recordarle que aún quedan capítulos que completar para que su mejor versión sea efectiva.
Tiger saldrá el domingo en el penúltimo partido del día en el Wyndham. Ha perdido terreno respecto al sábado, pero la expectación por ver si es capaz de rematar la faena con un triunfo y cerrar así el ciclo más negro de su carrera es tremenda. Woods ha ganado el treinta por ciento de las veces que salió segundo el domingo a dos golpes del líder (seis de veinte). Por otro lado, es la primera vez que Woods tira tres rondas de 68 golpes o menos. La última fue en el Bridgestone Invitational de 2013. Su última victoria.
Tiger tendrá este domingo su oportunidad y Gonzalo Fernández Castaño, también. Aunque el panorama del madrileño es mucho más complicado. Gonzalo ha hecho hoy 67 golpes y se ha colocado con ocho bajo par, a siete golpes del líder, pero a sólo cinco de la segunda posición. Es decir, está en distancia. La peor noticia es que ocupa el puesto 27º y la mejor es que hoy no ha estado tan lejos de firmar una vuelta como la que necesita mañana. Ha estado mucho más cerca de lo que puede parecer de haber hecho un 63 ó 64. ¿Sería suficiente mañana? Nunca se sabe, pero al menos estaría metido en la pelea por acabar segundo y mantener la tarjeta.
Hoy ha visto muy de cerca la tarjeta que necesita el domingo, y no sólo porque su juego ha merecido algún golpe menos, sino porque su compañero de partido, Jonas Blixt, ha hecho 62, su tarjeta más baja en el PGA Tour. Un buen resultado para firmar el último día del Wyndham.
