Inicio Grandes Circuitos Tania Abitbol: el golf y la vida, una cuestión de enfoque

Tania Abitbol: el golf y la vida, una cuestión de enfoque

Compartir
Tania Abitbol.

Si nombras a Tania Abitbol, habrá gente que se acuerde perfectamente de ella, unos a quienes les suene ligeramente su nombre y otros que no la asocien con el golf. Sea como fuere, Tania se convirtió en una de las mejores golfistas de los años 90, llenando páginas del golf de nuestro país.

Siguió los pasos de Marta Figueras-Dotti y la sucedió en el palmarés español del Ladies European Tour con su triunfo en el Danish Ladies Open en el año 1989. Meses después se impuso en el WPG European Tour Classic en el 90, el mismo año en el que triunfó mano a mano con José María Cañizares en el Benson & Hedges Mixto del Saler.

Podcast: Las claves del nuevo hándicap mundial con el mayor experto de España

Desde allí pegó el salto a probar fortuna en el LPGA y obtuvo algún resultado muy meritorio, como una cuarta posición en el US Open del 94, pero el sueño americano no fue tal. Una grave lesión de espalda y su retirada le obligaron a dar un cambio de rumbo radical en su vida. Su pasión por la naturaleza la llevó hasta el Himalaya, consagrándose como una de las fotógrafas de viajes más reconocidas a nivel mundial.

Comienzo meteórico

“Empecé a jugar al golf con 13 años por mi madre. Veraneábamos en La Toja, mis padres jugaban al golf y como yo adoraba a mi madre, estaba todo el día con ella y a esa edad empecé a llevarle el carrito. Un día cogí un palo, probé y no se me dio nada mal. A partir de ahí fue todo muy meteórico. Empecé a dar clases en Puerta de Hierro, descubrí que tenía muchísima facilidad para el golf, a los 17-18 entré en el equipo amateur nacional y a los 22 me hice profesional”, asegura a Ten Golf.

Pim, pam, pum, como si fuese fácil, Tania se convirtió en la segunda profesional española dispuesta a vivir de su pasión allá donde fuera, cargando al hombro con su bolsa de palos de golf.

La vida (y algún que otro milagro) de la ‘cirujana’ Marta Figueras Dotti

“Marta fue un referente para mí; era de mi club, pero cuando yo era amateur ella ya estaba por América. Yo no soy de ídolos, pero tenía mi armario forrado de fotos de golf y muchas eran de Marta. También de Nancy López, Jack Nicklaus y por supuesto Seve. Eran los que más admiraba. Recuerdo que una vez Marta me regaló una funda de zapatos y me hizo muchísima ilusión. Cuando me pasé a profesional conectó conmigo rápidamente y compartimos muchísimo. Yo la admiraba un montón y sigo admirando su pasión por el golf, ahora que preside el Ladies European Tour”, afirma.

Se hizo profesional en el año 1987 y no tardó en lograr su primera victoria en el Tour Europeo Femenino que fue en el Open de Dinamarca en 1989. “Recuerdo perfectamente aquel día… ¡qué nueve hoyos para terminar! Iba primera y estaba nerviosísima. Me ayudó muchísimo mi caddy, Neil Carter, que era amoroso y me iba calmando. Yo iba diciendo no aguanto, me muero de los nervios, aún quedan siete hoyos y él trataba de tranquilizarme. En el último hoyo tenía un putt de metro y medio para ganar… y fallé. Así que tuve que salir al desempate nada menos que con Marie-Laure de Lorenzi, que en aquella época era lo más de lo más y lo ganaba todo. Salimos al play-off y jugamos 3 ó 4 hoyos más, metí un putt de dos metros y medio y gané. ¡Qué subidón!”.

Marion Hollins, la mujer que ayudó a diseñar Augusta, al Salón de la Fama

Aquel éxito tan pronto tuvo su impacto. “Con esa victoria me cambió el chip, empecé a tener confianza en mí misma, sentía que había subido un peldaño y claro, una victoria así y en un desempate contra la mejor, indudablemente te sube la autoestima y me demostré que podía, y que tenía que seguir adelante”.

Una de las grandes batallas que libró durante su carrera golfística fue para controlar sus emociones. “Creo que mi carácter me ha marcado mucho a lo largo de mi vida. Soy muy independiente, pero también muy temperamental. En golf necesitas ser muy flemático, muy tranquilo y yo era como una cafetera por el campo de golf. Pasé una mala época de fallar cortes, quedar segunda en varias ocasiones, precisamente todas ellas frente a Laura Davies pero nunca la consideré una rival porque era tan simpática, tan genial y tan divertida… Era una amiga. Mi rival era yo misma, así que me fui a ver a un sofrólogo que me enseñó a mantener la serenidad y gracias a él logré la segunda victoria. Hoy en día aun practico algunas de las cosas que me dijo entonces y que me han ayudado en muchos aspectos de mi vida”.

El tirunfo formando pareja con José María Cañizares fue una de las mejores semanas de su carrera. “Era un torneo divertidísimo. Cuando me dijo que quería jugarlo conmigo me dio una alegría enorme. Yo le tenía un cariño tremendo de Puerta de Hierro, pero fue un bombazo cuando me lo pidió. Imagínate, fueron risas, risas y más risas, es una persona magnífica y un compañero genial en el campo. Sabía animarme, cuándo calmarme, cuando hacerme reír… aunque un día casi lo mato porque llegó diez minutos antes al tee de salida con los zapatos colgados del hombro y tan tranquilo, como es él, sonriendo y con esa clase que a mí casi me da un ataque. Jugamos juntos dos o tres años y fue divino”.

Aquellos maravillosos años

Hay muchas vivencias de aquellos años que aún permanecen grabadas a fuego. “Miro hacia atrás, y aunque no echo de menos el golf, tengo recuerdos buenísimos del Ladies European Tour. Fueron unos años maravillosos porque hicimos un grupo de diez amigas que quedábamos para cenar, para viajar juntas, hacíamos mucha vida y muy divertida. Era un ambiente mucho menos competitivo, una delicia -afirma con nostalgia–. Cuando di el salto a Estados Unidos fue increíble a nivel profesional, pero a nivel humano fue durísimo. La gente era mucho más competitiva, te ignoraban, había un poco de rollo de ningunear a las rookies… Sólo cuando empezabas a ganar, te miraban de otra manera… y a mí eso no me gustó mucho. Había una especie de clasismo deportivo que te machacaba la autoestima. Disfruté porque hice buenas cosas y fue toda una experiencia, pero para mí Estados Unidos fue duro en el sentido humano, me sentí muy sola. Tanto que, cuando iba a empezar la nueva temporada, decidí no volver y dejé el golf”.

Así de fácil suena, pero no lo fue porque de golpe y porrazo se enfrentó a uno de los momentos más duros de su vida: tratarse una hernia lumbar en la espalda que, con resultado nefasto, decidieron operar. “Fue espeluznante. El médico que me operó se llevó la vaina que envuelve el nervio ciático y estuve casi 4 años tumbada 20 horas al día en una cama, con el nervio ciático al aire. Horroroso. Me levantaba para comer y para cenar. Terrorífico”.

Chinchón y una cámara de fotos

Su nueva vida arrancó de manera casual en un paseo por Chinchón. «Cuando pude empezar a hacer vida normal no tenía muy claro qué iba a hacer, pero la verdad es que no me preocupaba mucho, algo haría. Un fin de semana me fui con unos amigos de excursión a Chinchón y un amigo llevaba la típica cámara para hacer fotos de amiguetes. ¡Yo no había cogido ni una polaroid en mi vida! Se la cogí y fue un flechazo total. Volvimos, me compré una cámara, y así empezó todo”.

Elvira Larrazábal: La fascinante aventura de la auténtica pionera

Tania tardó muy poco en hacer suyo el objetivo. “En el fondo mi relación con la cámara fue un poco como con el golf. Fue fácil, fluida, se me dio bien nada más cogerla y decidí que era el momento de empezar a viajar. Siempre me ha encantado viajar, cuando lo hacía con el golf era de las que me pateaba todas las ciudades que visitábamos, me encantaba conocer a la gente de otros países, el día, la noche… si pasaba el corte me portaba fenomenal, pero como lo fallase… me pateaba cada ciudad de arriba a abajo”.

Asia era su auténtica obsesión y se lanzó a por ella cuando tuvo la oportunidad. “Cuando me recuperé de la operación, que fueron cuatro años tremendos en los que te da tiempo a pensar de todo y hacer planes futuros, me empapé todos los National Geographic que cayeron en mis manos y tenía muy claro que, cuando me recuperase, iría a conocer Asia, que era mi pasión desde chiquitita. No sé si terminaré de creer en el karma o no, pero pienso que he sido asiática en otra vida. Me fui a Vietnam sin miras de dedicarme a esto, y me apasionó hacer fotos de todo lo que veía. Hice varios viajes más y cuando volví de Birmania pensé, ¿y por qué no intentar que me las publiquen? Así que me lancé, tirando por lo alto, enviando el trabajo a las mejores editoriales, a las que conocía porque tenía una colección buenísima de libros de fotos y de viajes. Mis amigos me decían que no aspirase a tanto, que igual me pegaba el batacazo, pero mi editorial favorita era Lunwerg y me lancé a mandárselas. ¡Imagínate cuando me dijeron que quería publicar un libro con mis fotos, qué ilusión! No me lo podía creer, era como un sueño para mí. Lunwerg confió en mi y ya vamos por el tercer libro». (próximamente saldrá su libro de fotos de India)

Viaje espiritual

Sus viajes han estado centrados en el continente asiático donde, a través de su cámara, encuentra la belleza humana rodeada de la paz del budismo. “Más que una religión, es una filosofía de vida. Me gustan sus ideas, sus principios, cómo se comportan. No soy budista pero son muy generosos y comparten sus conceptos con todo el que quiera aprender de ellos. El viaje al Tíbet fue muy significativo para mí. Acababa de morir mi madre y necesitaba encontrar la paz del espíritu, serenarme, aprender de ellos. Son muy férreos en sus creencias, sus conceptos, lo que trabajan y por encima de todo, buenísimas personas incapaces de hacer daño ni a una hormiga. Fue muy bonito, pensé mucho en mi madre y lo mucho que le habría gustado a ella que estuviera allí”.

Oferta de suscripción a Ten Golf con un 40% de descuento para celebrar la vuelta

Para Tania la fotografía es una actitud vital. “A través de mi objetivo busco la parte hermosa que habita en el alma humana, pero lo hago también en mi día a día. La vida cada vez es más dura, más fría, más inhumana, somos burbujas cada vez más apartadas del de al lado, más hurañas, la humanidad está yendo a mal. Dicen que con el bicho vamos a salir mejores personas, pero cuando salgo a la calle veo a la gente mucho más agresiva, más hostil, con menos conciencia social. Hace poco escribí una carta del planeta al ser humano, no podemos seguir viviendo así, es inviable. Somos muy ciegos, muy necios, muy egoístas y muy egocéntricos, nos creemos invencibles y no nos damos cuenta de que somos gotas en el universo, y si no cuidamos al universo, no nos cuidamos a nosotros mismos. Son cosas que me preocupan mucho», asegura.

En cuanto a su estilo fotográfico, Abitbol lo tiene claro. «Con la cámara encuentro esa otra parte que sé que existe. Creo que hay millones de personas dando su vida por hacer un mundo mejor, con el alma noble, alegre, bonita. Es mi manera de plantarle cara a la parte fea de la sociedad. Me dicen que mi foto es muy naíf porque siempre busco lo bonito y la vida no es así, pero creo que hay gente que no ve así la vida. Yo no voy buscando, fotografío lo que me encuentro y es mucha bondad. Es mi elección querer ver la parte fea o la bonita, es cómo te planteas querer ver el mundo. Y yo intento buscar la sonrisa y lo bonito, lo dulce, lo tierno en los otros, y con mi cámara lo encuentro», sentencia.

Putt: dos consejos sencillos para afinar la ‘guitarra’ antes de jugar (VÍDEO)

Y así, de forma natural Tania cambió la bolsa de palos por las dos cámaras que lleva colgando de cada hombro, con las que ha descubierto la inmensa bondad que hay en el mundo y que a veces no vemos. Pero como dice la exgolfista y ahora fotógrafa, depende mucho del objetivo con el que lo mires.