Se habían reunido esta semana en el Austin Country Club texano 23 de los 25 mejores jugadores del mundo. De tan exclusivo club sólo faltaban Brooks Koepka, lesionado, y Adam Scott, que hace ya tiempo le cogió tirria al formato match play. Pues bien, una vez finalizada la fase de grupos, de esos 23 sólo quedan dos: Jon Rahm y Tommy Fleetwood. El español es, además, el único superviviente del top ten mundial…
Sergio, ¿no había otra manera de hacerlo?
De acuerdo, de acuerdo, ya se sabe que en este World Golf Championship las sorpresas y los descalabros ilustres están a la orden del día; y que el formato match play tiene estas cosas, porque reduce el lastre de los grandes números (un cuádruple bogey al fin y al cabo no es más que un hoyo perdido) y por tanto iguala las fuerzas. Pero lo que ha ocurrido este año es un puro delirio. Una vez armado el cuadro de cruces con los dieciséis supervivientes se hace raro no ver por ahí a Dustin Johnson. O a Justin Thomas. O a Rory, Morikawa, DeChambeau, Schauffele, Reed, Simpson, Hatton o Cantlay… Pero que muy raro se hace.
Rahm camina sobre las aguas (y el alambre) para meterse en octavos
Es lo que hay. Y no lo decimos con resignación, aunque algún sesudo del marketing seguro que anda en estado de shock, crispado, jurando en arameo y dispuesto a terminar mañana mismo con esta bendita rebelión: ¿quién nos manda mantener viva, aunque sea de un modo casi testimonial, la tradición del puñetero match play?
¿Resignación? Ni por asomo. Antes bien, reconozcamos, admiremos y valoremos este prodigio deportivo que sólo puede darse en el golf.
Un golpe de genio: Sergio García ‘tumba’ a Westwood con un hoyo en uno
Esta matanza en Texas en la parte alta del ranking mundial, si se permite el burdo recurso seudo literario, habría que hacerla extensiva al golf estadounidense. Casi la mitad de jugadores presentes esta semana portaban la bandera de las barras y estrellas (31 de 64), y ahora sólo quedan siete y el mejor de todos ellos, según dicho ranking, es Scottie Scheffler, número 32 del mundo. En fin, tampoco nos equivoquemos, porque por ahí andan todavía Kuchar (un auténtico dolor de muelas en match play), Bubba o un renacido Spieth. Vamos, que pólvora nunca le va a faltar al bando norteamericano. Y ya que estamos en año Ryder, señalemos que quedan vivos seis europeos (Sergio, Jon, MacIntyre, Perez, Fleetwood y Poulter), aunque curiosamente sólo hay un emparejamiento en cuartos que replique a la Ryder, el que enfrenta a Scheffler y Poulter. De hecho, los norteamericanos se van a liquidar entre ellos: Streelman juega contra Horschel; Kuchar con Spieth y Harman contra Bubba. Eso sí, se aseguran a tres en cuartos, lo que no está nada mal.
«Pensaba que en 28 años de carrera ya lo había visto todo…»
La matanza ha sido cruenta y lenta: hasta ocho grupos de los dieciséis necesitaban dirimir a su ganador en un desempate, otro hecho que rara vez volverá a repetirse y que no deja de ser una prueba también de la extrema igualdad que se da en este deporte.
Así vivimos la tercera ronda del WGC Dell Technologies Match Play
Robert MacIntyre se verá las caras con Victor Perez y el ganador de este duelo se las verá con el ganador del García–Hughes. Además, Fleetwood se enfrenta a Fritelli y Van Rooyen a Jon Rahm. Cualquiera se atreve a valorar si el camino hacia las semifinales es de rosas o de espinas, precisamente en una semana en la que todas las apariencias engañan… Apuntemos, por ejemplo, que Mackenzie Hughes suma la friolera de 16 birdies en los cincuenta hoyos que ha jugado en las tres primeras jornadas, así que cualquiera le ‘regala’ a priori a Sergio su pase a cuartos…
Señalemos también para finalizar que sólo dos jugadores han ganado sus tres partidos en la fase de grupos: Ian Poulter y Matt Kuchar. Hay cosas que no cambian.
