José María Olazábal aterriza en el Masters de Augusta este lunes con un único objetivo entre ceja y ceja y la mochila repleta de buenas sensaciones. Será la presencia número 31 en Augusta National del doble campeón de la Chaqueta Verde desde que debutara en 1985 siendo aún amateur. La idea, el plan, la ilusión, la obsesión incluso, es pasar el corte.
Sabe que no será nada fácil, y mucho menos en un año raro, que se juega en noviembre y con un recorrido que se espera especialmente largo. No parecen las mejores condiciones para Olazábal. Sin embargo, a su favor juega el buen momento de forma que atraviesa. Hay que remontarse muchos años atrás para encontrar la última vez que Chema llegó al templo de Georgia con mejores sensaciones.
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La última muesca no puede estar más reciente. Ayer terminó el Charles Schwab Cup Championship, torneo final del año en el PGA Tour Champions, y firmó una actuación notable. Cerró el torneo con otra vuelta de 68 golpes, como el sábado, con cinco birdies y dos bogeys, sin jugar ningún día sobre par y cosechando un decimosexto puesto que redondea el mejor año de su carrera en el Champions. El más raro y el mejor.
Apenas ha jugado cinco torneos y ha sumado prácticamente las mismas ganancias que en 2017 o 2018, cuando jugó doce y ocho pruebas. Cierra el año en su mejor posición de siempre en el ranking del Champions (59º) y, sobre todo, con una regularidad de buenos resultados que no se daba en mucho tiempo. Acabó quinto en Marruecos antes de que la pandemia lo alterara todo en nuestras vidas y su peor posición ha sido 31º. Ha disputado quince rondas de golf y nunca ha jugado sobre par. El balance es de trece vueltas ganando al campo y dos al par. Su peor resultado ha sido 73 (par el segundo día en el Cologuard Classic) y en más de la mitad de las rondas ha bajado de 70 golpes.
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Más allá del Champions, sus resultados tampoco han sido malos. Jugó en Valderrama el Estrella Damm Andalucía Masters y falló el corte en unas condiciones muy complicadas, rubricando una gran primera ronda y muy lastrado por un accidente en forma de cuádruple bogey en el hoyo 7 el segundo día. También jugó el Campeonato de España de Profesionales en Logroño y volvió a mostrarse a muy buen nivel. Sólo una penalidad evitó que pasara el corte.
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La última vez que llegó con un resultado bueno a sus espaldas antes de aterrizar en el Masters fue en 2015. En su torneo anterior hizo top ten en el Trofeo Hassan II, aunque la realidad es que no llegaba en buena forma. Su buena actuación en Marruecos fue más bien un hecho aislado, ya que ni siquiera estaba bien físicamente. De hecho, falló el corte en Augusta y ya no volvió a jugar hasta un año y medio después en el British Masters a causa de múltiples problemas físicos.
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En 2014 sí llegó en forma a Augusta y fue la última vez que pasó el corte. Los resultados previos al Masters no habían sido muy buenos, pero al menos llevaba cuatro años jugando de manera continuada. Precisamente, esa es la gran ilusión esta semana que empieza. El deseo de Olazábal es pasar el corte y romper la racha de cinco años consecutivos sin jugar el fin de semana en su torneo favorito. De esos cinco años hubo una edición, la de 2016, donde no participó. Desde que debutó en 1985, hace ya 35 años, Chema no ha estado jamás más de cinco sin jugar los cuatro días en Augusta. El año pasado igualó su peor racha (2008-2012) y el objetivo ahora es finiquitarla.
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Este Masters, además, es doblemente especial para Olazábal. Más allá de jugarse en noviembre, sin público y sin pares 3, será el primero desde el fallecimiento de Sergio Gómez, su manager, mano derecha y todo lo que ustedes se quieran imaginar a lo largo de su carrera y su vida. Sergio era una figura muy respetada y extraordinaria en Augusta. Será una semana muy emotiva para Chema, ya que no serán pocos los que se lo recuerden y le pregunten por él. Es un aliciente más, una motivación extra para cumplir ese único objetivo que lleva entre ceja y ceja. Disfrutar, sí, pero pasar el corte, también, y así poder dedicárselo a Sergio.