El juego corto de Phil Mickelson es una pura obra de arte y, por momentos, da la sensación de que va sacando los golpes de una chistera, sin embargo su receta para ganar un Grande a los 50 años, el PGA Championship, no tiene nada de mágica. Más bien al contrario. Está apegada firmemente al suelo. Se puede tocar. Se sufre y se disfruta. Es la reflexión que Phil deja para la posterioridad, tan importante o más que su victoria.
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«Sólo hay una receta: trabajar más duro. He hecho mucha preparación física con el objetivo de poder entrenar más fuerte, más tiempo. Tengo el mismo deseo de siempre, me encanta competir, me encanta jugar al golf, mato por jugar contra los mejores en los torneos más grandes. Eso es lo que me impulsa y motiva. Estaba convencido de que se podía hacer, pero para lograrlo había que trabajar más duro. No hay ninguna razón por la que yo o cualquier otra persona no pueda conseguir un gran éxito a cierta edad, lo único que se necesita es más trabajo y más esfuerzo», resume el golfista de San Diego.
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Mickelson nunca perdió la esperanza de que podía volver a ganar un Grande o, al menos, de que podía competir hasta el final por conquistarlo. Siempre ha estado convencido, aunque las dudas eran implacables e inevitables. «Llevo mucho tiempo pensando que podía volver a competir otra vez al máximo nivel. No veía por qué no iba a poder, pero la realidad es que no terminaba de jugar como yo pensaba que podía. Es inevitable que aparezcan algunas dudas, pero en esos momentos ha sido muy importante el apoyo de mi mujer, de Andrew Getson, mi entrenador, Tim, mi hermano y caddie y Steve Loy, mi manager. Gracias a ellos he podido seguir progresando hasta llegar a esta semana. Yo siempre he creído que era posible, pero obviamente hasta que no lo consigues, hay dudas», explica.
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Uno de los grandes desafíos de esta conquista de Mickelson ha sido la parcela mental. Phil admite que ha trabajado muchísimo en este aspecto para ganar el PGA. «Estoy muy orgulloso porque he conseguido mantenerme siempre en el presente. En estos días no he visto la televisión ni he mirado el móvil. Sólo he estado en el presente y durante la vuelta he conseguido mantener mi mente aislada del exterior, en silencio, sólo yo, el golpe y Tim. Lo he hecho todo muy calmado, muy despacio. No me quería acelerar en ningún momento y hasta que no me he sentado delante de los periodistas no he sido consciente realmente de lo que he conseguido», afirma.
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Mickelson le concede una buena parte del crédito de su victoria a Andrew Getson, su entrenador, y Tim, su hermano y caddie. «Andrew es un instructor espectacular. Lo más importante es que ha conseguido simplificarme las cosas y estoy pegando a la bola mejor que nunca. Lo hace muy fácil, no me mete muchas ideas en la cabeza. Y Tim ha sido crucial. Uno de los momentos claves este domingo ha sido por él. Saliendo del hoyo 6 y camino del 7 me ha dicho: «si quieres ganar el torneo vas a tener que pegar golpes más comprometidos». Ese comentario en ese momento me impactó. Tenía razón. Había hecho algunos swings poco comprometidos en los primeros hoyos. El drive del 7 fue mi primer gran swing comprometido, un gran golpe. Ese momento fue muy importante y dice mucho de él», afirma.
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La cabeza y el deseo de Mickelson no para. Quiere seguir rompiendo barreras. Su siguiente objetivo, como es lógico, es ganar el US Open en Torrey Pines el próximo mes de junio. «No sabemos qué va a ocurrir en el futuro. Es posible que esta haya sido la última victoria de mi carrera, pero también veo muy probable que empiece una nueva buena racha y vengan más éxitos después de esto. Puede ocurrir. Voy a poner todo de mi parte para ganar el US Open en Torrey Pines porque podría ser mi última gran oportunidad. Sé que lo voy a poder jugar cinco veces más por esta victoria, pero igual esta es la última oportunidad de verdad. Me voy a tomar dos semanas de descanso y después me voy a ir a Torrey Pines para prepararlo bien, pisar sus greenes, conocerlo, analizarlo al máximo y, en definitiva, prepararlo de la mejor manera posible para darme opciones de victoria», señala.
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¿Y qué es lo que más sacrificio le ha costado para llegar hasta aquí? No lo duda. «La comida. Estoy comiendo mucho menos y me ha costado una barbaridad, pero merece la pena, y no sólo por ganar, sino porque me levanto cada día mucho mejor», remata. Es su pequeña gran lección.
