Hubo un tiempo, no hace mucho, que el swing de Guillermo ‘Mito’ Pereira, el gran protagonista del PGA Championship junto a Justin Thomas, estuvo en las sabias manos de Jorge Parada, reputado ‘coach’ español que vive en Estados Unidos y trabaja de manera habitual en el recorrido Liberty National, casi a los pies de la Estatua de la Libertad. Pocos conocen el swing del chileno mejor que Parada.
El gallego atiende la llamada de Ten Golf para desmenuzar las habilidades que han llevado a este jugador de 27 años a dar la campanada en Southern Hills, aunque finalmente se quedara con la miel en los labios. «En el tiempo que trabajamos juntos me encontré a un jugador joven que acababa de subir del Latinoamérica al Korn Ferry Tour. La primera impresión que me causó como jugador es que hacía muchísimos birdies. La razón es que le pegaba muy fuerte y muy bien al driver. Controlaba muy bien la bola y era capaz de dominar tanto el vuelo bajo como el vuelo alto. Era un jugador de fade (efecto de abrir la bola), prácticamente no le pegaba al draw (efecto de cerrar la bola), pero no le hacía falta porque iba muy fuerte», explica a modo de carta de presentación.
Metemos un poco más profundo el bisturí al swing. Parada detalla. «Tiene muchas variables buenas. Por ejemplo, comprime la bola mucho y muy bien. Pega con las manos muy adelantadas respecto a la pelota y gira y desgira muchísimo. Tiene esa habilidad física, esa flexibilidad y eso le permite tener mucha velocidad de desgiro. Esta característica le permite que las caderas y los hombros estén híper desgirados en el momento del impacto y esto consigue que la cabeza del palo tengas más estabilidad. Su clave es la velocidad», explica.
Mito siempre ha sido muy bueno con el driver. Por eso en los buenos días era capaz de hacer muy pocas. Sin embargo, también tenía sus puntos débiles. Lo explica Jorge. «Lo que más le costaba eran los hierros largos, tanto el 4 como el 5. Por esa misma cualidad de su swing de tener las manos tan adelantadas le salían golpes bajos, comprimidos y muy fuertes. Eran golpes muy difíciles de controlar, pero él lo sabía y seguro que lo habrá trabajado. Mientras, con los wedges era bastante bueno», apunta.
Donde Mito siempre tuvo una gran capacidad de mejora fue alrededor del hoyo. «Con el putt iba por semanas. Había algunas muy buenas y en otras se salía de los raíles. No lo trabajaba de manera consistente. No obstante, por lo que he visto, en estos dos años lo ha trabajado específicamente con un profesor (Stephen Sweeney) y se le ve más consistente. Estoy seguro de que esto le ha ayudado a que los días malos de putt no sean tan malos», remata.
Otro que lo conoció muy bien en los tiempos del Latinoamérica fue Samuel del Val. Compartieron muchas horas juntos. De hecho, el golfista vizcaíno fue casi su primer contacto en el nuevo circuito. «Su primer torneo en el Latinoamérica fue en 2015 y nos tocó jugar juntos el fin de semana. Era el Abierto de Chille, que se juego en Santiago, en el Club de los Leones. Allí iba él con su pelo largo y su gorra ‘flat’ de TaylorMade. Creo que acabó muy bien la semana (fue cuarto). Subimos al entonces Web.com Tour en la misma promoción de 2016 del Latino. Él quedó tercero y yo fui quinto. Viajamos también juntos en el Web 2017 y 2018», recuerda a Ten Golf.
Samu, que ha tratado mucho con él, lo define como «un tío muy alegre y muy tranquilo. Jugábamos mucho juntos porque empezó a trabajar un tiempo con Jorge Parada, como yo, aunque después de dos años volvió con su entrenador de toda la vida: Edo Miquel. Es el mismo que trabaja con Joaquín Niemann, por eso ves en los dos la misma postura en el impacto», apunta.
En cuanto a la parte más personal, Del Val asegura que a Mito «le gustaba mucho su pueblo, que se llama Pirque. Era una comuna y cada vez que tenía semana libre se iba a Chile de vuelta. Es un apasionado de la mountain bike. De hecho, en 2018 cuando perdimos la tarjeta él se cayó de la bici y se fastidió un poco la muñeca. Creo que eso le afectó bastante el resto de la temporada», afirma. Hoy, Mito Pereira, está en las portadas de todo el mundo. A él le habría gustado hacerlo de manera diferente, pero es un gran primer paso. Aquí lo conocemos ya un poco mejor.
