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Primer líder del PGA Championship con Scottie Scheffler pisándole los talones

Tanto lo invocaron que al final no ha tenido más remedio que aparecer…

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Bryson DeChambeau
Bryson DeChambeau, durante la primera ronda del PGA Championship. (© Golffile | Eoin Clarke)

La frase más repetida en los días previos al PGA Championship es que Oak Hill se parecía muchísimo a Winged Foot en el US Open de 2020. Lo dijo Rory McIlroy, lo confirmó Jon Rahm, volvió a insistir sobre ello Dustin Johnson y, por si había alguna duda, lo ratificó Brooks Koepka. Tanto y tanto lo invocaron que, claro, al final no ha tenido más remedio que aparecer el amo y señor de aquel US Open. Sí, ya lo saben, Bryson DeChambeau (-4). Ganó con seis golpes de ventaja y aquí en Oak Hill ya se ha puesto líder a las primeras de cambio. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Va a ser que sí, que efectivamente Oak Hill es como Winged Foot.

Es curioso porque este Bryson DeChambeau tiene muy poco que ver físicamente con el de hace tres años. En aquella semana se encontraba en el momento álgido de su revolución. El científico loco, físico de formación, había llevado su cuerpo al límite para pegarle más fuerte que nadie en el mundo, para desafiar las leyes más tradicionales del swing. Tenía una velocidad de bola alucinante y ganó en Winged Foot a fuerza de mandoble, tentetieso y unos antebrazos de hierro para sacarla del rough.

DeChambeau no es físicamente aquel jugador, por suerte y necesidad para su salud porque se estaba resquebrajando. Hace tiempo que inició un proceso para desinflarse y comenzó a comer más sano. Se acabaron los batidos de proteínas. Eso sí, sus contantes vitales como golfista son las mismas. Le sigue pegando larguísimo, un poco menos, pero larguísimo. Desde luego, más largo que todos, como en esta primera jornada del PGA Championship, con una media de casi 350 yardas desde el tee. Si encima las pone en calle, como hoy, y está fino con los hierros, como hoy, pues resulta que firma un 66 extraordinario, su mejor inicio en un Grande empatado con el Masters de 2019.

El liderato de DeChambeau demuestra lo que había que hacer para estar arriba esta semana: coger calles y greenes. Por eso también, Scottie Scheffler (-3) le está pisando los talones. Porque el Número 2 del mundo ha jugado muy bien de tee a green. Ha sido el mejor de todos, de hecho, y ha podido entregar una tarjeta sin bogeys. La versión de granito de Scheffler no acaba nunca. Es impresionante.

Empatado con Scheffler está Corey Conners (-3), sin duda uno de los mejores jugadores del mundo año tras año de tee a green, de los que menos falla, y un paso más atrás se encuentran Viktor Hovland (-2), Ryan Fox (-2) y Keegan Bradley (-2). Muchachos todos de pegada y antebrazos fuertes especialmente diseñados para el rough de Rochester.

Oak Hill se ha mostrado tan fiero como se esperaba. Son muy pocos los que han podido ganar al campo, apenas siete en el turno de mañana, y eso que será difícil encontrar durante la semana unas condiciones mejores. Agárrense que vienen curvas.

Se amontonan las rondas sobre par de favoritos como Rory McIlroy (+1), Collin Morikawa (+1), Brooks Koepka (+2), Justin Thomas (+2), Cameron Smith (+2) o Jordan Spieth (+3). Y después, hay serios revolcones como los de Jon Rahm (+6), Jason Day (+6), Matthew Fitzpatrick (+6), Nicolai Hojgaard (+6), Adrian Meronk (+5) y Joaco Niemann (+4).

Dos revolcones se han llevado también Adri Arnaus (+6) y Adrián Otaegui (+5). Otaegui firmó la tarjeta sin ningún birdie, cazando apenas un veinte por ciento de las calles, mientras que Arnaus sólo pudo hacer uno, dejándose mucho terrenos en los tiros a green. O vas como un reloj de tee a green o debes conformarte con sobrevivir, y aquí en Oak Hill lo de la supervivencia es más bien una ruleta rusa.

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