Pablo Larrazábal (+12) ha terminado el PGA Championship con una vuelta de 74 golpes este domingo. Finaliza en la parte baja de la clasificación, pero su valoración final va mucho más allá del resultado y es tremendamente positiva. Larrazábal ha dado un paso adelante este fin de semana en Oak Hill. Se ha quitado complejos de encima y se ha dado cuenta de que tiene golf más que sobrado para mirar a los ojos a los mejores del mundo.
Es la parábola del pez chico y del pez grande. Pablo llegó a Rochester como un pez pequeño y se marcha de aquí, como mínimo, doblando su tamaño. Sabe que aún le faltan algunas cosas, como distancia o más consistencia desde el tee, pero eso no quita para que pueda competir perfectamente por meterse entre los 25-30 mejores en estos torneos.
Hoy no se ha encontrado cómodo desde el principio. Ha arrancado a trompicones, cargándose de bogeys y eso que hacía magia desde el búnker en el 2 para salvar el par. Sensacional. Mundo Pablo. Sin embargo, curiosamente, ha estado mejor que nunca desde el tee. Ha cazado ocho calles este domingo, casi tantas como los tres días anteriores (diez en total), pero los hierros y los wedges no han estado finos. Al menos, pese a los dos bogeys finales, ha conseguido sacar un resultado de par en los últimos nueve hoyos.
Pablo ha crecido en Oak Hill y cada vez se encuentra más a gusto en las peceras más grandes del mundo. Además, la semana ha sido redonda, pues la puesta en escena de su nueva marca de ropa 11:AM, que cuenta con la colaboración de Ten Golf, no ha podido ser mejor. Larrazábal empezó la semana con una sonrisa de oreja a oreja y se marcha de la misma manera. Cuidado con la percha…
