Sergio García (-3) ha hecho el mejor 68 de su carrera en un Open Championship. Lo dice él, así que la fuente no puede ser más apropiada. Tiene su explicación: normalmente un registro de este tipo, notable incluso en jornadas de bonanza como la que se ha vivido, se firma como consecuencia de una actuación consistente, puede que hasta brillante en determinados momentos. Y la vuelta del español, vista sobre todo desde el epicentro de sus sensaciones, quizá haya tenido algunos reflejos brillantes, pero desde luego ha sido de todo menos consistente. A partir del hoyo 5 algo se cruzaba en su camino. El qué, ni se sabe ni se sabrá nunca. «Es la belleza de este deporte. Una semana, de repente, no sabes por qué, pero no consigues hacer los golpes como quieres. He empezado jugando bien, pegando buenos tiros, pero luego se me han ido algunas bolas a la derecha y me costaba hacer el ‘release’ (el final del golpe, una vez pasa el palo a través de la bola) tal y como debo hacerlo», explicaba.
Con todo y con eso, el de Borriol llegaba a situarse incluso a un golpe de la segunda plaza, bien instalado dentro del top-ten del torneo, después de hacer birdie al 16, si bien un bogey en el 17 lo dejaba 12º, muy bien situado en cualquier caso. Y esa es la moraleja: Sergio no se ha encontrado nada bien, pero hoy ha exprimido el don de la oportunidad: cada golpe bueno que ha dado, que desde luego también los ha habido, lo convertía en birdie. Para eso, no hace casi falta recordarlo, hay que patear con mucha finura.
