“Si pasa algo importante este fin de semana seguro que tendremos que acordarnos del putt que he metido hoy en el 16”, señalaba Jon Rahm (-4) justo después de entregar un 67 en la segunda jornada del Open Championship.
Un putt, el del 16, para salvar el par. Un putt, para más señas, de más de siete metros de distancia. Un putt que, además, vino acompañado enseguida de otro más en el 18, este para birdie, desde una distancia similar. ¿No le pedíamos ayer al vasco que enchufara un poquito más, porque de otro modo era sencillamente imposible dar la réplica adecuada a los mejores? Pues eso es lo que ha hecho, comenzando por el que metía en el hoyo 1, para birdie, desde algo más de tres metros.
No quedaba más remedio que afinar en los greenes del Old Course, teniendo en cuenta que el último filtro que separa a los verdaderos candidatos de los que simplemente están jugando bien al golf, es el putter. Y, de todos modos, ni siquiera podemos concederle a Jon la vitola de verdadero candidato. Todavía pesa mucho el 73 del jueves. Pero hay que reconocer que el de Barrika, una vez más, se las ha arreglado para acallar los peores augurios o previsiones. Ayer, por ejemplo, en esta misma página, sentenciábamos que Rahm ya no iba a ganar este Open histórico, el de la 150ª edición; y hoy toca dar dos pasos atrás y admitir que aún existe alguna posibilidad.
Que tal opción siga ganando cuerpo y peso pasa por el cumplimiento de dos condiciones indispensables: que mantenga la fiabilidad mostrada de tee a green en estos primeros 36 hoyos; y que siga enchufando algunos putts medios y largos. Puestos a pedir, por nuestra cuenta y riesgo añadiríamos un tercer requisito: que su juego alrededor de los greenes se afile también un poquito más. En el momento de la verdad lo va a necesitar y no se puede decir que esta semana (ni tampoco, en general, en todo el año 2022) esta parcela del juego haya ejercido de colchón seguro y confortable.
Hay que señalar, tal y como ha desvelado el propio Jon, que la clave de su mejora en los greenes ha sido un cambio en la herramienta. “Habíamos decidido cambiar el putter y poner uno de medio grado más, porque todas las estadísticas y estudios dicen que de este modo rueda mejor la bola en estos greenes de los links… Había estado trabajando con él y, claro, en los entrenamientos todo iba fenomenal, pero ayer, después de lo visto, decidí cambiar y patear hoy con el de siempre. Y lo he notado desde el principio”.
Por lo demás, estas son las impresiones de una gran vuelta de golf de 67 golpes que nos ha devuelto al Número 3 del mundo a la zona caliente de la clasificación. “Ha sido todo muy estresante, pero también divertido. He vuelto a jugar igual de bien que ayer de tee a green y la clave es mantener el ritmo de putt el fin de semana. Sólo me he quedado con el mal sabor de boca de que no hayan entrado los putts del 9, 12 y 15, que los he tirado muy bien. Aunque esos dos putts largos que he metido al final me han dejado la sensación final de ser algo más importante que dos golpes de más o de menos en la tarjeta”.
