Sergio García (-3) ha firmado una gran tarjeta de 66 golpes en la segunda jornada del Open Championship y estará el fin de semana. Es su vigésimo corte en 25 ediciones disputadas. No está mal. Es su quinta presencia en el Old Course en un Open y en todas ellas ha jugado los cuatro días. Datos que hablan de una sólida y fructífera trayectoria.
Si es su último Open, algo que a día de hoy nadie lo sabe, al menos Sergio se marchará dejando su marca. Estos 66 golpes no son cualquier cosa. Concretamente, es su tercera tarjeta más baja de siempre en el Open y en los Majors. Sólo es superada por dos 65 que hizo en la primera ronda del Open de Carnoustie en 2007 y la tercera de 2006 en Royal Liverpool.
Lo de hoy ha sido una gran ronda de golf, más allá del resultado o de que las condiciones sean más sencillas que el jueves. Sergio ha jugado muy bien, y de manera excelsa especialmente entre los hoyos 5 y 14. Su parcial en esa secuencia ha sido de siete menos, con cinco birdies y un eagle.
La pregunta del millón es qué ha podido cambiar entre ayer y hoy para ver dos versiones tan diferentes de Sergio García. Seguramente ni él mismo lo sabe. Ha jugado mejor que ayer, ha pegado al drive por momentos de manera gloriosa y ha metido algún que otro putt muy bueno, como el de eagle de unos 14 metros en el 9 o el del 11 de unos seis metros.
Lo que ha hecho Sergio entre ayer y hoy ha sido darle muchas vueltas a la cabeza. Tantas que prácticamente ha pasado la noche en vela. Asegura el propio jugador de Borriol que apenas ha dormido tres horas pensando en su golf, en lo que está haciendo, en lo que le está preocupando y en lo que parece que le está bloqueando en los últimos tiempos. Lo que no le deja sacar su mejor golf o, al menos, traducirlo en buenos resultados.
También, todo hay que decirlo, Sergio está trabajando mentalmente. De hecho, ha vuelto a ponerse en manos del psicólogo norteamericano con el que estuvo trabajando justo antes de ganar el Masters de Augusta en 2017. Lo dejaron durante un tiempo y ahora han vuelto. Es más, está aquí esta semana en el Open.
El buen resultado, eso sí, no le conseguía quitar del todo a Sergio las malas sensaciones. En este sentido, se echa en cara que a partir del hoyo 15 ha jugado muy conservador, a proteger el resultado. «Eso es lo que pasa cuando tienes poca confianza. No terminas de soltarte. Hoy era un día para haber hecho 63 ó 64 golpes y he hecho 66», aseguraba.
Realmente, el sabor amargo hay que achacarlo a los dos últimos hoyos. Sergio ha terminado con dos tripateos en el 17 y 18, en uno para hacer bogey y en el otro para hacer el par. Si termina con dos putts en esos dos hoyos, la historia habría sido bien diferente.
