¿Aguantará Brian Harman? Es la pregunta que corre como la pólvora por los fairways de Royal Liverpool. ¿Resistirá con su ventaja de cinco golpes sobre Cameron Young y seis sobre Jon Rahm para conquistar el primer Grande de su carrera con 36 años? A su favor, es un golfista sólido como pocos y que comete pocos errores. En contra, nunca se ha visto en una situación así y ha ganado sólo dos veces en el PGA Tour.
¿Con qué nos quedamos? Le preguntamos a dos golfistas españoles que se han visto las caras con él, que saben bien cómo compite en el cara a cara y que nos pueden ofrecer el mejor perfil psico-técnico del gran protagonista de este Open. Son Jorge Campillo y Pedro Oriol. Los dos se enfrentaron a Harman directamente en la Palmer Cup de 2007, celebrada en el Caves Valley Golf Club. Fueron tres partidos: un fourball y un foursome de los dos españoles contra Harman y Horschel y un individual de Oriol. A la pregunta del millón, Jorge no tiene ninguna duda: «aunque me encantaría que se lo llevara Jon Rahm, yo creo que va a ganar Harman, está muy sólido y tiene mucha ventaja», asegura.
«Es un jugador muy sólido. Pegaba poco, pero lo hacía todo bien. Pocas debilidades. Su juego de hierros es espectacular», recuerda Oriol, que lo sufrió en sus carnes. En los duelos por parejas, Horschel y Harman ganaron a los españoles por 3 y 2 en el fourball y 5 y 4 en el foursome, mientras que en el individual Oriol perdió por 4 y 2. «Nos arrasaron, tenían un equipazo», recuerda el jugador madrileño. Junto a Harman y Horschel, estaban Dustin Johnson, Webb Simpson, Chris Kirk, Luke List o Jamie Lovemark. «Pocos lo recuerdan, pero el mejor de aquel equipo era Jonathan Moore, que después no ha llegado a triunfar como profesional, pero venía de ganar el Regionals y el National el año anterior», recuerda Oriol.
Si seguimos con la parte técnica, Campillo desvela una de las claves por las que está jugando tan bien esta semana y no debería sorprender. «Su bola preferida es una bajita y al draw, perfecta para jugar los links», señala el extremeño. Y apunta Oriol: «si me preguntas cuál es el recuerdo que tengo de Harman es que no falló un hierro en toda la semana». Más o menos lo que está ocurriendo aquí en Royal Liverpool.
No obstante, quizá el aspecto menos conocido e interesante de Harman es su personalidad, la parte más mental del juego. Ahí es demoledor. Es muy individualista y apenas traba conversación en el campo de golf. Es muy americano, en ese sentido. En castellano antiguo podríamos calificarlo como un chulo. «Jugamos 46 hoyos en la semana de la Palmer Cup y no nos dimos ni la hora. Aquello era como una batalla campal con pistola», rememora risueño Oriol. Campillo apoya la moción. «Tiene una personalidad que le ha venido muy bien en el golf profesional. Es altivo, apenas saluda y siempre con la cabeza alta. Es un jugadorazo, pero además se lo cree». Básicamente, es un fiero competidor. Cameron Young, su compañero de partido este domingo lo sufrirá en sus carnes.
Jorge nos cuenta dos anécdotas puntuales que describen esta forma de ser tan particular. «En la época universitaria me invitaron a jugar la Jones Cup, un torneo que era bastante prestigioso entonces y que se jugaba en Georgia. En una vuelta de prácticas yo jugué con un amigo mío de allí, que conocía perfectamente a Harman. En un momento determinado, creo que era el hoyo 11, nos cogió a los dos y le ofrecimos que se uniera para seguir entrando juntos. Nos dijo que no, que prefería ir sólo hacia adelante», explica.
La segunda anécdota ha tenido lugar esta misma semana, en el gimnasio de Royal Liverpool. Estaban solos el propio Campillo y Rory McIlroy, cada uno en una punta, y apareció Harman. Se colocó muy cerca de Jorge y ni siquiera le dio las buenas tardes. «Me conoce perfectamente, pero él es así». Es como si compitiera desde que se levanta hasta que se acuesta. Es su manera de decir yo no me arrugo ante nada ni nadie.
Otra anécdota que lo define, que no viene de Oriol o Campillo, sino de un libro que escribió el periodista Shane Ryan sobre la nueve generación de golfistas que venía a asaltar el trono de Tiger Woods, tuvo lugar en los Nationals de 2009. En el primer cruce de match play se vieron las caras la Universidad de Georgia, con Harman a la cabeza, y la de Oklahoma State, liderada por Rickie Fowler. Era una especie de final anticipada, ya que Georgia había sido primera en el stroke play y Oklahoma State era la Número 1 ese año.
Harman y Fowler se enfrentaron en el partido decisivo. Quien ganara pasaba de ronda. Rickie llegó uno arriba al hoyo 15. Metió un putt de birdie de unos cinco metros y Harman aún tenía otro de tres para empatar. Lo metió y Fowler y su entrenador salieron del green rumbo al tee del 16 sin reponer la bandera, la dejaron en el suelo y la tuvo que colocar Harman. Aquello le sentó fatal, lo consideró una descortesía y se lo llevó al plano personal. Empataron el 16 con dos birdies, ganó Harman el 17 con un gran birdie y volvió a ganar el 18 tras dejarla a un metro para birdie. Pasó Georgia y Harman declaró: «a partir del hoyo 15 me entró una especie de fuerza interior que me convenció de que iba a ganar ese partido». El entrenador de Georgia, Chris Haack, así lo reconoció entonces: «tuvo que poner la bandera en el hoyo y me dijo que aquello le había cabreado bastante».
Así es Brian Harman, que hoy domingo se enfrenta a los 18 hoyos más importantes de su carrera.
Vamos, que es un «capullo» hecho y derecho