Inicio US Open US Open 2019 Woodland al fin se consagra y además lo hace ante la Bestia

Woodland al fin se consagra y además lo hace ante la Bestia

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Gary Woodland posa con el trofeo de campeón del US Open 2019. (Copyright USGA/JD Cuban)
Gary Woodland posa con el trofeo de campeón del US Open 2019. (Copyright USGA/JD Cuban)

Un señor de Kansas, de 35 años, con cuatro victorias en el PGA Tour y apenas dos top ten en treinta Grandes jugados se enfrenta al golpe de su vida. El frío del Pacífico, donde las focas campan a sus anchas, se mete en los huesos, aunque Gary Woodland (-13) no parece de esos tipos que pase frío fácilmente.

Ha fallado el golpe de salida en el hoyo 17. Se ha ido muy a la derecha, en green, pero a la plataforma contraria de la bandera. Tiene casi 30 metros al hoyo, aunque lo peor no es la distancia sino que en su trayectoria hacia el agujero hay una lengua de rough que le impide patear. Le pide el wedge al caddie. Peligro. En ese momento es líder con dos golpes de ventaja, pero Brooks Koepka (-10) tiene un putt de birdie de menos de tres metros para ponerse a uno. Un bogey puede ser mortal.

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Woodland ejecuta un golpe perfecto, delicado, maravilloso. Su approach pega un primer bote a la izquierda de la traicionera lengua de rough, da un segundo bote y un tercero y comienza a rodar con freno, suave, espléndida, directa al hoyo, gustándose… Se queda a un palmo y medio. Justo en ese instante, Koepka falla el putt de birdie en el 18 y el US Open queda sentenciado. El approach de Woodland se gana por derecho propio un lugar en la idílica historia de este torneo y de Pebble Beach. Dentro de cien años lo seguiremos viendo…

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Más allá de la sutileza y perfección del golpe, lo cierto es que define muy bien lo que ha ocurrido en la jornada de hoy y durante toda la semana. Woodland ha sido el mejor recuperador del torneo. Ha fallado 20 greenes y ha sacado el par en 16 ocasiones. Ha sido el Houdini de Pebble Beach. Precisamente él, que esta temporada marchaba en el puesto 169º en la estadística de ‘scrambling’ del PGA Tour. Qué cosas, ¿no?

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Woodland al fin se consagra y lo hace además en un escenario de leyenda, batiendo el récord del mito, Tiger Woods (-13 frente al -12 que logró el de Cypress en el año 2000), y ante la gran Bestia actual del golf mundial, Brooks Koepka. No se puede pedir mucho más. Ha tenido que esperar, pero seguro que ha merecido la pena. Hasta ahora, lo más grande que había hecho era quedar segundo en el WGC Match Play de 2015. Siempre ha sido muy bueno, muy consistente, no en vano había pasado nueve de los últimos diez cortes en Majors, pero le faltaba el salto, le faltaba creérselo, le faltaba levantar la mano y decir aquí estoy yo, qué pasa. Y eso es lo que ha hecho este domingo en California…

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Justin Rose no ha aguantado el asalto final a Pebble Beach. Salía en el partido estelar, pero rápidamente se vio que había perdido su magia en los greenes. No estuvo ni cerca de los 22 putts del jueves o los 23 del sábado. Fueron 32 y ahí dilapidó sus opciones. Con Rose diluyéndose, emergió la poderosa figura de Koepka. Una vez más hay que quitarse el sombrero con el jugador de Florida. Se ha quedado a un tris de hacer un triplete histórico. Seguro que Willie Anderson se habrá removido allá dónde esté pensando que le igualaba el registro.

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Koepka lo ha hecho todo para entrar en la historia. Su vuelta final de 68 golpes en un Pebble Beach condescendiente ha sido un canto a la convicción y la competición. Si no ganó es porque Woodland lo impidió. No hay más. Todo el crédito al campeón. Brooks apretó de lo lindo, con cuatro birdies en los primeros cinco hoyos. Esto haría temblar a cualquiera, pero Woodland, de repente, se había convertido en un gran campeón.

Sea como fuere, aunque no haya ganado, espectacular lo de Koepka. Ha quedado primero o segundo en los últimos cuatro Majors. Es la Bestia del golf mundial. El Número 1 del mundo. Aunque hoy en Pebble Beach fue mejor que él un señor de Kansas…

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