Inicio US Open US Open 2020 La USGA recluta un ejército ‘anti-rough’ para Winged Foot
Se desvelan los últimos detalles sobre la preparación del US Open

La USGA recluta un ejército ‘anti-rough’ para Winged Foot

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(USGA/Darren Carroll)

Este miércoles ha tenido lugar la tradicional rueda de prensa de todos los jefazos de la USGA para analizar el US Open que arrancará este jueves en Winged Foot. Por supuesto, se ha hablado mucho de la preparación del campo, del rough, la exigencia del escenario, de la nueva fecha en septiembre, de algunos planes de futuro y se ha aclarado que no se estuvo tan lejos de jugarse en diciembre en California.

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En cuanto a la preparación de Winged Foot, la USGA defiende su seña de identidad. «Todos saben a lo que vienen cuando llega el US Open. Tradicionalmente es un torneo duro. Siempre se ha primado la seguridad desde el tee y se han penalizado los errores con el rough. Pero no se ha hecho nada que no esté en la esencia de Winged Foot», aseguraban hoy Mike Davis, director ejecutivo de la USGA y John Bodenhamer, principal responsable de la puesta a punto del campo.

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En este sentido, hay un detalle curioso que han develado hoy. La USGA no ha estrechado las calles para el torneo. «Este campo siempre ha sido, es y será muy duro sin hacerle nada. De hecho, lo es cada día para los socios. De hecho, las calles no se han tocado, los miembros de Winged Foot lo juegan con esta misma anchura», aseguran. Eso sí, lo que no tiene nada que ver con un día normal es el rough. De hecho, han desvelado que han reclutado a un ejército de voluntarios para no perder ninguna bola en el rough. Concretamente, hay hoyos en los que habrá hasta 20 personas dedicadas a la labor de buscar bolas, no sólo para que no se pierdan, sino también para aligerar el juego. Además, se han contratado a muchos caddies de Winged Foot, que obviamente son los que conocen las zonas que pueden ser más problemáticas.

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Sea como fuere, la USGA defiende que el rough está a una altura de entre tres y cinco pulgadas, aproximadamente de 7,5 a 12,5 centímetros. Es alto, duro, penaliza, pero no es ninguna salvajada, apuntan. En su defensa, si es que alguien está por la labor de atacarles, los rectores del US Open han querido dejar claro que de momento ningún jugador se les ha quejado por la preparación del campo. «Todos los grandes golfistas que han ganado el US Open saben que no hay que quejarse… de hecho es una ventaja no hacerlo porque siempre habrá otros que sí se van a quejar», una teoría defendida a capa y espada por Brooks Koepka, ausente en esta edición.

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Una curiosidad de esta semana en cuanto a la preparación del campo será la ausencia de público. «Obviamente queríamos haber tenido aquí a nuestros aficionados. De hecho, el 75 por ciento de los ingresos de la USGA provienen del US Open y celebrarlo a puerta cerrada supone una merma muy grande en cuanto a entradas y merchandising. Sin embargo, por otro lado, se va a poder ver Winged Foot completamente puro, sin gradas y sin zonas de rough pisadas por el público. Eso será muy interesante».

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Siguiendo con la preparación, la USGA ha comentado que han tenido más problemas este año por el hecho de jugarse en septiembre. «Tenemos exactamente dos horas menos de luz que en junio, por lo que para hacer todos los trabajos de adecuación y preparación del campo tenemos menos tiempo. Se está empezando de noche cada día, a eso de las 5.45 de la madrugada», explican.

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Precisamente, en cuanto a la fecha, la USGA ha confirmado que se estuvo muy cerca de que el US Open se jugara en diciembre tras el aplazamiento inicial. De hecho, la clave por la que finalmente se jugó en esta fecha fue la cancelación del Open Championship. «Nos reunimos todos los Grandes para encajar el nuevo calendario y barajamos seriamente jugar en diciembre en California, lo avanzamos, pero al caerse el British nos despejó septiembre y vimos la posibilidad de jugar en Winged Foot«, señala.

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En este sentido, hablando de futuro y posibles escenarios, los mandamases de la USGA han dejado entrever que se está estudiando la posibilidad de tener una fórmula de rotación de campos similar a la del British Open, con algún escenario más, pero sin salirse de los campos más míticos y legendarios que han acogido el US Open. En este sentido, da la sensación de que se trabaja para que en el futuro los casos de Erin Hills y Chambers Bay, por ejemplo, sean contadísimas excepciones, si es que no desaparecen por completo, y que se repita más en campos como Pinehurst (esto ya se sabe porque la USGA se traslada allí y será sede del US Open cinco veces en los próximos 30 años), Oakmont, Winged Foot, Merion, Olympic, Baltusrol, Shinnecock Hills, Bethpage, o Pebble Beach. En esta línea, ha pesado mucho la opinión de Nick Price, que forma parte del comité de torneos de la USGA. «A los jugadores les importa mucho ganar el US Open, pero también importa mucho el campo donde se gana el US Open».

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