Rory McIlroy no gana un Grande desde el PGA Championship de 2014. Siete años es mucho tiempo para un jugador como McIlroy. Demasiado. Nadie lo discute y, lo más importante, él lo sabe. De un tiempo a esta parte, el asunto se ha hecho bola. No sólo no gana, sino que queda descartado en la primera ronda. Sus cuatro últimos jueves de ‘major’ han sido 75, 76, 75 y 75 golpes. Un absoluto lastre. Algo hay ahí. Es casi un patrón. McIlroy ha pensado en ello y ha llegado una conclusión.
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Rory no se engaña y es consciente de que ha atravesado por algunos problemas con su swing, pero empezar los Grandes con vueltas por encima de 75 golpes y después recuperar y recuperar, remar y remar, hasta acabar en el top ten, no es una cuestión técnica. Ni mucho menos. Por eso, para este US Open de Torrey Pines, McIlroy ha preparado en su cabeza un viaje en el tiempo. Quiere rescatar al chico de Congressional. Sí, a ese Rory de 22 años que ganó su primer Grande en 2011, precisamente un US Open.
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McIlroy confía en jugar esta semana con la misma mentalidad que tuvo entonces, especialmente este jueves. «Necesito jugar con cierta indiferencia. No quiero decir que no me importe, pero no ponerme la presión añadida de que me tenga que importar mucho. Si juego en Torrey Pines cualquier otra semana del año, seguro que juego con libertad, y eso es lo que tengo que conseguir. Tengo que ser capaz de hacer el swing con libertad, eso es lo que estoy tratando de recuperar. Si juego mal el jueves y bien los otros tres días, está claro que el problema no es técnico», afirma.
McIlroy tiene claro cuál es el referente donde tiene que buscar. «Me siento bien con mi juego. He trabajado mucho en las dos últimas semanas con Pete Cowen y creo que el juego está donde debe, ahora lo que tengo que hacer es jugar todo lo libre que pueda, con la mentalidad que tenía con 22 años. Ese es el trabajo que estoy haciendo», afirma.
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¿Y cuál era esa mentalidad? Pues Rory lo tiene claro. «La primera vez que vi Congressional recuerdo que dije, bien, creo que puedo hacer un buen resultado en este campo. Y aquí es lo mismo. Si coges calles y greenes se pueden hacer vueltas bajas. Se trata sólo de tener una mentalidad positiva y jugar con más compromiso y determinación. Cuando te metes mucha presión, tiendes a jugar con más miedo, con más precaución. Eso es lo que tengo quw cambiar», afirma.
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En ese nuevo instinto que está trabajando para ser más optimista, McIlroy se recuerda que sí, que no gana un Grande desde 2014, pero que ganó un torneo del PGA Tour hace tres semanas. «Si he podido ganar un torneo hace poco significa que mi juego está bien. Es más, esto es muy divertido. Le dije a Harry al acabar el Memorial que sentía que había jugado mucho mejor en Muifield que en Quail Hollow… y ya ves, gané el Wells Fargo y acabé 18º en el Memorial», remata.
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¿Será capaz de Rory de reencontrarse con ese chico de Congressional siete años después? Si lo hace, será candidato al triunfo sí o sí. Pocos jugadores en el mundo son mejores que Rory cuando consigue jugar al golf en el más amplio sentido de la palabra jugar…