Pablo Larrazábal (+1) ha arrancado el US Open Championship con una vuelta de 71 golpes, un resultado al que jamás hay que hacerle ascos en este torneo. Porque sí, porque se están viendo muchas vueltas bajo par en el estreno en Los Angeles Country Club, algunos resultados muy bajos, pero un +1 nunca es malo en un US Open. Nos pongamos como los pongamos.
Sin embargo, la sensación de Pablo al acabar la vuelta era muy agridulce. Sabía que se le había escapado una gran oportunidad de entregar una muy buena tarjeta. No en vano, el golfista de Barcelona ha cogido todas las calles del recorrido angelino. Todas. 13 de 13. Sólo Wenyi Ding lo ha hecho también hoy y la última vez que se había conseguido en un US Open fue Louis Oosthuizen en la tercera ronda de 2019 en Pebble Beach. Es la primera obligación en el manual de quien quiere jugar bien en este recorrido y Pablo lo ha llevado a rajatabla. Además, no suele ser la mejor virtud de su juego. Por eso el rechinar de dientes.
«Tengo una doble sensación. Si me dicen +1 en los días de práctica, lo hubiera cogido, pero si me dicen que voy a coger las 13 calles, sabe a poco. Es una pena no haber aprovechado el día bueno, porque no recuerdo la vez que pegué mejor a la pelota desde el tee», asegura a Ten Golf nada más terminar la vuelta.
El despliegue de Larrazábal ha sido fantástico. Ha fallado algún golpe, como el segundo del 17 o el segundo del hoyo 1, pero en general ha sido una catarata de opciones de birdie. Como suele decirse en este deporte, hoy prácticamente no ha podido hacer ninguna más y el sabor agridulce es inevitable.
Pablo lamentaba no haber estado algo más fino en los greenes. En este sentido, aprovecha para hacer una reclamación al Circuito Europeo. «Jugamos casi todo el año con velocidades de 10,5 y 11 en los greenes y en cuando suben a 11,5 o 12 se llevan las manos a la cabeza y los ponen más lentos. Es muy difícil jugar toda la temporada a esas velocidades y venir aquí a greenes a 13 o más es complicado. El comité se lo tiene que hacer mirar y cuando tengamos greenes buenos de verdad como en el BMW o en Abu Dhabi, hay que ponerlos rápidos», afirma.
Sea como fuere, y aunque la pizca de frustración sea inevitable, Pablo no tardará mucho esta tarde en hacer la lectura positiva. Ha jugado un gran golf y, pese a no haberle sacado todo el partido, nadie dice que mañana no vaya a jugar igual, que aparezca de nuevo el buen juego y que el putt esté más inspirado.