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Ras de hierba de la jornada final del US Open

Las últimas ocho pinceladas gruesas de este US Open

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Scottie Scheffler en la jornada final del US Open 2023. © Golffile | Pedro Salado
Scottie Scheffler en la jornada final del US Open 2023. © Golffile | Pedro Salado

Antes o después, pensábamos, Scottie Scheffler tendrá que pagar tantísimo desgaste, pues nada consume más energías que verse arriba, hasta el final, una semana detrás de otra. No remata, no gana desde que lo hiciera en el THE PLAYERS, pero casi no hay domingo en el que no aparezca. Y así lleva desde aquel séptimo puesto en el Sentry que ganara Jon Rahm. En el US Open, otra vez, para encadenar tres terceros puestos consecutivos, que ya es raro el asunto. Ya puedes demarrar en una pendiente del 12 por ciento, un ataque seco y resolutivo, que cuando mires hacia atrás, ahí aparecerá la figura del texano, retorciéndose en la bicicleta, recuperándote el terreno, pedalada a pedalada. Todos, antes o después, y aunque sea contra su voluntad, se toman un respiro. Scottie, no. ¿Será en el Travelers, esta semana, cuando de verdad se eche a un lado?

En el fondo, Rory McIlroy se jugó en todo momento la carta más  conservadora, considerando que la otra, la agresiva, tantas y tantas veces le había traído más hiel que miel en los Grandes. El segundo disparo del 18, con un hierro 8 en las manos es el fiel reflejo: algo le seguía diciendo desde lo más profundo del bulbo raquídeo que lo primordial, más que dejarla cerca, era dejarla en green. Lo que fuera, menos llevarla al bunker de la derecha. Y a la izquierda llevaron sus manos el disparo, seguramente de una manera casi inconsciente…

Sin embargo, a pesar del contratiempo, algo nos dice (él, por ejemplo) que sale moderadamente reforzado de este áspero revolcón. Necesitaba verse metido en la lucha hasta el hoyo 72. Tampoco Fowler, a pesar del desplome dominical, sufre daños. Más bien todo lo contrario. En su fuero interno probablemente considera que de verdad está de vuelta. No cuesta nada apostar por estos dos nombres para el Open, en Royal Liverpool, dentro de un mes.

Hay que ver cómo somos. Enseguida siente uno la tentación de considerar a Dustin Johnson un proyecto de diplodocus, un jugador ya ligeramente de vuelta, incluso aunque haya estado arriba cada día en este US Open. Sí, estaba arriba, pero sin llegar a ser nunca un factor de peso…

La tentación frena en seco cuando uno se da cuenta de que lo milagroso, en realidad, es que no se haya llevado este US Open, o al menos lo luchara hasta el suspiro final. Porque resulta que el de Carolina ha fallado a lo largo y ancho de la semana veinte putts de menos de cuatro metros, la mayoría de ellos por debajo también de los tres metros, y hasta más de un tercio de ellos por debajo de los dos metros y medio. Casi todos, putts de birdie, aunque también alguno para salvar pares. Realmente, salvo Schauffele y Fowler el jueves, nadie ha dejado la bola más cerca y tantas veces. Dustin, disculpa el lapsus, la falta de consideración y la mala memoria. Seguimos esperándote.

– Schauffele ya nunca volvió a ser el mismo desde la tragedia del hoyo 1 del sábado, aquellas tres bolas desde el mismo bunker de calle, aunque luego resolviera el fiasco con un bogey extraordinario. Algo se le rompía en ese punto. Todavía abundaron los buenos golpes, pero el rictus ya no era el mismo, y mira que el suyo siempre lo parece.

Habrá opiniones para todos los gustos, pero es probable que el mayor fiasco de la semana lo haya protagonizado Viktor Hovland. ¿Es horroroso su 19º puesto final? En absoluto. Pero su triunfo en el Memorial había levantado justas, sanas y mucho más altas expectativas. Es lo que hay, si al fin ganas con solvencia en un escenario de US Open, como era Muirfield Village, dos semanas antes de un US Open…

Si Zach Johnson tuviera que facilitar mañana mismo su lista de seis elecciones para el equipo estadounidense de la Ryder seguramente incluiría a Justin Thomas. No nos lo ha dicho él, claro que no, es sólo una intuición. Otra cosa es considerar si, ahora mismo, sería una decisión acertada. A ver: no pasa por su mejor momento, más bien todo lo contrario, pero Thomas es mucho Thomas.

Seguimos con la Ryder, después de este tercer Grande del año. Aunque no lo parezca, el equipo europeo está incluso más abierto. Hay ocho plazas absolutamente aseguradas, salvo sorpresa monumental, lesiones o bestiales bajones de forma. Son: Rahm, McIlroy, Hovland, Hatton, Fitzpatrick, Fleetwood, Lowry y Rose. Ahora mismo, además, Yannick Paul está metido a través de la lista europea, pero ni por asomo se nos ocurre de momento asegurarle la plaza. Por eso, los Campillo, Otaegui y Larrazábal, a dos meses vista del cierre de la escuadra, en realidad tienen una oportunidad de oro de hacer méritos. Perez y Straka no terminan de hacerse fuertes y otros nombres como los de Noren y Olesen no parecen sagrados.

Terminamos con Rahm y Puig. El primero, cuando menos se le esperaba, sumaba al final el 17º top ten del golf español en la historia del US Open. Y el tercero de su cuenta, incluyendo su triunfo de 2021, los mismos que sumaron en su día Seve y Olazábal, tres cada uno. Quizá parezca un dato rebuscado, pero en realidad no cuesta tanto encontrar un nuevo listón que el de Barrika haya superado…

Y en cuanto a Puig… Hay madera de gran jugador. De campeón a corto, medio y largo plazo. Pasar el corte en tu estreno en un major es mucho más que una casualidad, más si se trata del US Open. El tipo va a por ello sin hacer ruido, pero con enorme personalidad. Todo el crédito para este jugador que, no lo olvidemos, sólo tiene 21 años.