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Descubrimos de cerca un poco más cómo es el juego de Rafa Nadal

Aunque no se lo crean, Rafa Nadal tenía una espina clavada

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Rafa Nadal
Rafa Nadal - Federación Balear de Golf

Rafa Nadal compite. Rafa Nadal compite como un animal. Nada que no sepan ustedes, pero lo increíble es cómo ha sido capaz de trasladar esa sed competitiva de la raqueta de tenis a los palos de golf. Porque esa es la realidad. Rafa ha dicho en numerosas ocasiones que no le gusta perder ni al parchís, ejemplo que es literal ya que suele jugarlo mucho durante sus viajes por el mundo, pues imaginen cuando compite en un torneo de golf. Pasamos de la hierba de Wimbledon a los espectaculares campos de la isla de Mallorca.

Alguno se preguntará, ¿a qué viene este párrafo sobre las virtudes competitivas del campeón de 22 Grand Slams? Pues bien, como quizás muchos ya saben, este fin de semana el de Manacor se ha proclamado campeón de Baleares del MID Amateur by Trablisa, torneo de dos jornadas que organiza anualmente la Federación Balear de Golf. Lo ha hecho ni más ni menos que con siete golpes de diferencia con el segundo clasificado. A raíz de su victoria aprovechamos para hablar con gente que le ha visto jugar y profundizar un poco más sobre el golf del mallorquín.

Rafa se presentaba en Santa Ponça con dudas sobre sus posibilidades de victoria. El campo es exigente y ha sido sede de pruebas del Circuito Europeo, la última hace menos de tres años. Buen campo. Deciamos, Nadal llegaba con dudas ya que en estos momentos está centrado en su recuperación y ultimando su vuelta a las canchas de tenis y por tanto no ha tenido tanta posibilidad de jugar al golf. De hecho llegaba al torneo con perfil bajo ya que en las dos últimas semanas apenas había podido jugar. Pensaba que este año tampoco podría ser.

Algunas dudas por tanto, pero con muchas ganas. Es un torneo que Rafa afrontaba con máxima ilusión, lo ha jugado cinco años y siempre ha merodeado la victoria, de hecho el año pasado quedó segundo tras Fede Paez, árbitro argentino del DP World Tour y que reside en Baleares desde hace muchos años. Cerca, pero no terminaba de culminar. Pocos torneos del circuito ATP se le han escapado tras jugarlo tantas veces y tenía intención de sacarse la espinita. De hecho por ejemplo en Grand Slams solo el US Open se le resistió más. Roland Garros lo ganó en su primera participación y tanto Wimbledon como Australia en la quinta. El abierto estadounidense lo ganó en su octava aparición. ¿Es una comparación absurda? No hay duda, pero Rafa cuando está compitiendo se empeña hasta conseguirlo y eso suele ser más pronto que tarde.

Para lograr la victoria en Santa Ponça sacó podemos decir que la mejor de sus virtudes en este deporte. El balear, que es hándicap cero, reconoce sus limitaciones pero también es consciente que sabe lo que le funciona y eso lo exprime como un limón hasta que lo deja sin una gota de jugo más. Saca un 120% de rendimiento. Orden, orden y más orden. «Si sé lo que funciona para qué voy a probar cosas distintas» se debe repetir a sí mismo. De hecho el domingo que partía con tres golpes de ventaja tenía clara su estrategia. Sólido a calle desde el tee, segundo tiro a green y dos putts. Una y otra vez. Una y otra vez. Catorce pares firmó el domingo. Más ordenado que la fila de un dominó, así se puede definir. No huye del birdie si puede hacer un putt en vez de dos lógicamente va a por el, pero sin volverse loco, sabiendo que lo que le hace sumar a la larga es la regularidad. Calle, green dos putts, repitan conmigo, calle, green dos putts. Que sí que suena fácil y es muy difícil pero así se las gastan las leyendas.

El juego de Rafa no se caracteriza por la pegada. A pesar de las derechas que le vemos pegar en las pistas de tenis su estilo en el golf va por otro camino. Su golpe de seguridad desde el tee y el que emplea siempre que lo necesita es un swing que bien podría ser un revés con su raqueta. Es un golpeo que no coge mucha altura que va de izquierda a derecha y que sin embargo sí que hace muchos metros tras tocar el suelo. No es el más bonito, no es el más estético, pero funciona y muy bien, para qué tocarlo.

Es aquí cuando llegamos a otro de los datos que hacen estallar la cabeza. Rafa Nadal se puede decir, y decimos, que es autodidacta. El balear ha aprendido a base de jugar una y otra vez, con la facilidad que quizás le da el swing de tenis pero que ni mucho menos le quita mérito. No quiere decir que en algún momento haya podido tener algún profesor puntual o que no se deje aconsejar, pero lo que sí es cierto es que el aprendizaje de Rafa ha sido a base de jugar una y otra vez y de ir el ajustando lo que le funciona o no.

Nadal lógicamente comete errores, por ejemplo como el que cometió en el hoyo 18 de la primera jornada que le llevó a cometer su único doble bogey del torneo. Un par cuatro largo que quizás son los que más le hacen sufrir y en el que acabó cayendo en dos bunkers consecutivos y donde quizás podemos ponerle el gran ‘pero’ a su juego. Como contrapunto su mejor momento del torneo fueron sin duda los tres birdies seguidos del hoyo cinco al siete del primer día. Fácil

Pensando en la resolución de un torneo podemos pensar que Rafa juega sin presión, que eso es jugar una final de Wimbledon no el torneo de golf de Baleares, pero los que le conocen saben que no es así. ¿Presión? Rafa claro que tiene presión, quiere ganar siempre y además no tiene la confianza del resto de jugadores que tienen muchísimas más horas de vuelo en las canchas. Lógicamente tiene mucha experiencia y sabe afrontar muy bien esa presión, pero claro que tiene presión. De hecho, si no fuera así, probablemente su modo de jugar sería distinto, pero es competidor y juega sabiendo qué quiere. Nadal conoce sus fortalezas, lo que le funciona.

Los valores y el modo de entender el deporte de Rafa Nadal también se ven en el uso de material que hace. Hasta el año pasado Rafa había estado con los mismos palos durante bastantes años. No sentía necesidad de cambiarlos y le funcionaban. La realidad es que podría tener los mejores palos del mercado gratis ya que cualquier marca se los regalaría encantado y además podría cambiarlos cada vez que se le antojara, pero él no es así. Rafa usa los palos y si le funcionan no los toca. Lleva ya un año con ellos y se ve que tienen muescas y que han sido usados, pero no se plantea cambiarlos. Reconoce que le cuesta más controlar desde el tee pero que cada vez se adapta mejor a la nueva bolsa.

Otro tema añadido es lo que a los demás puede pesarles jugar contra Rafa, pero no por ser él ya que allí es uno más y no es raro verle competir, sino por la mentalidad, la concentración en cada hoyo y la máxima de saber que haciendo bien las cosas es difícil de batir. Mentalmente tiene una fortaleza que sencillamente destruye a todos los que le rodean. Cuando se cae, no se lamenta, se levanta tal y como hizo con su doble bogey el sábado. Lo ha hecho durante veinte años en pistas de tenis de todo el mundo y lo hace también en los campos de Mallorca.

El próximo domingo cuando se pongan en el tee de salida del hoyo uno del campo de su zona recuerden, si quieren, a un tal Rafael Nadal de hándicap cero, con la máxima de exprimir muy bien lo que hacen bien y dejar para momentos venideros lo que todavía no dominan. Es un consejo que como las lentejas, si quieren lo toman y si no lo dejan.