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Al final va a resultar que la USGA tenía razón (y también Koepka)

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Brooks Koepka en el hoyo 8 de Los Angeles Country Club durante la primera jornada del US Open 2023. © Golffile | Pedro Salado
Brooks Koepka en el hoyo 8 de Los Angeles Country Club durante la primera jornada del US Open 2023. © Golffile | Pedro Salado

Regresemos al 18 de mayo, no ha pasado ni un mes. Se disputaba la primera ronda del PGA Championship en el East course de Oak Hill (Rochester, Nueva York). En los días previos, por cierto, las voces de los jugadores habían avisado con meridiana claridad: hay que hacerse a la idea de que esto es un US Open. No iban de farol: todo se confirmaba nada más ponerse en marcha el juego. El rough, fiero; las calles, en su mayoría estrechas y las líneas de tiro muy desafiantes; sólo dos pares 5 y con mucha miga, había que currarse mucho el birdie; hoyos verdaderamente monstruosos y posiciones de bandera de major, entre otras lindezas.

La media de golpes en aquella primera jornada del PGA se iba a 73,69, casi dos golpes y medio más que en la primera ronda del US Open (71,32) que se disputaba ayer en el North course de Los Angeles Country Club. En Rochester, apenas terminaban por debajo del par 16 jugadores en aquella primera jornada, por los 37 que ganaban ayer al campo en Los Angeles. Conviene en todo caso esperar a ver si al final de la semana ciertamente se han cambiado los papeles, siendo el PGA un US Open y el US Open un PGA.

Por decirlo todo: es cierto, aquel 18 de mayo sopló más el viento, pero nada de vendavales o huracanes. Y las voces de los jugadores en los días previos a este US Open no eran las de hace un mes. Aquello, lo de Oak Hill, “era un US Open” con todas las letras y sin medias tintas. Así lo expresaban. Esto, lo de Los Angeles Country Club, también, qué duda cabe, pero con matices, muchos matices: “hay bastante birdie ahí fuera”, “las calles son generosas”… Cosas así se han dicho. Siempre con la debida prudencia, pero se han dicho.

Allí, en el PGA, hubo quien de verdad pensaba en los días previos que el acumulado de PAR en 72 hoyos entraría fácil en el top ten, si no en el top 5 (al final, el PAR fue puesto duodécimo, así que no andaba muy lejos tal predicción). En tierras de California, seamos honestos, ni los más pesimistas auguraban tal criba, lo dijeran en voz alta o no.

¿Es peor? ¿Es mejor así? Es como es y habrá opiniones para todos los gustos. El PGA en Oak Hill con aquel sábado de aguaceros incluido, fue un duro test y, en general, una maravilla de torneo. Y a este US Open tampoco cuesta demasiado encontrarle el lado bueno, salvo que uno siga pensando que la única misión de la USGA era, es y será hacerle la puñeta al golfista de alta competición (un guiño: éste siempre ha sido uno de sus principales objetivos, desde luego, pero no su razón principal de ser).

Es curioso. En aquella primera ronda del PGA fueron menos los grandes nombres que se quedaron en la parte baja de la clasificación. Por desgracia, Jon Rahm era uno de ellos con aquel 76 que se le clavaba como una daga en el costado. También lo pasaron mal Cantlay, Spieth, Fitzpatrick o Hatton. La lista de ayer es más amplia: repiten Hatton, Spieth, Fitzpatrick, Cantlay y Day, y se añaden otros como Thomas, Morikawa, Matsuyama, Fleetwood, Reed, Scott… Y Brooks Koepka.

Resulta que al final la USGA tenía razón en su día: señores golfistas de altísimo nivel, les ponemos las cosas difíciles, (a veces casi imposibles, es verdad) precisamente para identificar a los mejores entre los mejores.

Por cierto, hablando de Koepka, cuya tarjeta de 71 golpes, una sobre par, quizá resultara la mayor sorpresa del día. Si ya lo decía él y los hechos le han dado la razón: “los festivales de birdies no van conmigo, no son mi estilo”. Así que, saliendo a jugar en el turno de tarde, probablemente andaba ya mustio con esas dos tarjetas de 62 golpes de Fowler y Schauffele luciendo refulgentes en todo lo alto. (Seamos serios: tampoco se puede hablar de festival de birdies, pero sí es cierto que a Brooks (y a la mayoría), ayer, los pares no le sabían a birdie, al menos no todos, que es la posición en la que él se siente en ventaja sobre el resto).

De todos modos, démosles su tiempo. A Koepka y a la USGA. A Koepka, porque en Oak Hill, el jueves, entregaba un 72, dos más en el día, y se situaba a seis golpes de liderato y a tres del top ten del torneo, por lo que tampoco aquello fue el mejor inicio y ya vimos cómo le sobró margen para regresar y hasta asentarse en lo más alto. Y a la USGA… Porque nadie concibe que esos greenes (qué maravilla: como corre la bola) no vayan a ganar en firmeza y rapidez, ni tampoco que no vayan a mostrar un poquito más de mala baba al colocar según qué banderas.

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