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El Covid-19 sitúa al joven Augenstein ante el dilema más difícil de su vida

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John Augenstein.

El 13 de marzo el joven John Augenstein estaba jugando el Augusta National. Concretamente, estaba utilizando una de las cinco visitas que ‘regalan’ a los jugadores que se han clasificado para disputar el Masters. Es una deferencia y también un pasaporte para poder familiarizarse con el diseño de Alister MacKenzie antes de la gran cita de abril. Ese mismo día, al acabar la vuelta, le dijeron que el Masters se había suspendido y no le pudieron confirmar si se jugaría en todo 2020.

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En apenas unos minutos, Augenstein pasó de la felicidad máxima de estar jugando en Augusta al bajón más absoluto por la posible cancelación del torneo. Sus planes más inmediatos, de pronto, saltaban por los aires. Su año 2020 iba a ser sin duda alguna el mejor de su vida. Esto es lo que tenía apuntado en su calendario: en abril jugar el Masters, en mayo pelear por el título de la NCAA con su universidad de Vanderbilt, en junio graduarse y hacerse profesional, entre junio y julio disfrutar de algunas invitaciones del PGA Tour para intentar sacar la tarjeta y en otoño, si no lo hubiera conseguido, afrontar la Escuela del Korn Ferry Tour para conseguir los derechos de juego para el próximo año. Un año apasionante.

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Ahora, lo único que ve por delante son nubarrones, incertidumbre y decisiones tan difíciles como delicadas. Se clasificó para jugar el Masters de Augusta al acabar en segunda posición en el US Amateur de 2019, sin embargo, una de las condiciones para jugar en Augusta es mantener el estatus amateur. La nueva fecha del Masters es del 12 al 15 de noviembre, lo que significa, si quiere jugarlo, retrasar cinco meses sus planes de hacerse pro, a riesgo de no jugar un solo torneo del PGA Tour y jugárselo todo a una carta en la escuela del Korn Ferry. Si ésta saliera mal, tendría en el horizonte la posibilidad de un 2021 en blanco.

La decisión, como ven, es complicada. ¿Sacrificar el sueño del Masters por hacerse profesional o hacerse profesional y esperar para jugar en Augusta cuando se lo vuelva a ganar… si es que eso ocurre? El dilema es serio. «Ha sido como una patada en el estómago. Es muy desagradable. Tengo muchas dudas y hay mucha incertidumbre para todos. Estaba muy emocionado de verme en el tee del 1, escuchando mi nombre y probando mi golf con los mejores del mundo, y ahora no sé qué va a ocurrir», asegura en declaraciones a la ESPN.

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De hecho, ahora mismo no sabe si va a poder acabar su carrera este año en Vanderbilt ni qué es lo que podrá jugar. Es una situación similar a la que nos contó el español Alex del Rey, en el último año en Arizona State, aunque con el factor añadido de estar clasificado para el Masters. Curiosamente, otro español estuvo en una situación similar en el año 2016. Fue Jon Rahm. Estaba clasificado para jugar el Open Championship, pero debía mantener su estatus amateur. El de Barrika se la jugó, se pasó a profesional y acabó consiguiendo la clasificación para el British en el Quicken Loan Nationals, el primer torneo como profesional que jugó. Pero claro, como Jon Rahm hay muy pocos…

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