Anthony Kim se despertó un día en la cama de un hospital y el médico no se anduvo con rodeos: «puede que no te quede mucho tiempo». Fue justo ahí cuando abrió los ojos, cuando descubrió que no se podía caer más bajo, que estaba destrozando su vida. Fue en ese instante cuando tomó la decisión de dar un volantazo y buscó la manera de rehabilitarse socialmente. Pidió ayuda, se la dieron y se comprometió.
Kim ha hablado por primera vez este jueves ante los medios de comunicación, más allá de alguna que otra entrevista como la David Feherty, editada y convenientemente pactada. Hoy sí se ha expuesto a las preguntas de los periodistas, eso sí, dejando claro que no iba a profundizar demasiado en sus miserias porque lo guarda para un documental que pronto verá la luz. Asegura que quiere contar su historia para ayudar a otras personas que puedan estar en su misma situación, pero mucho mejor, claro, si es con pasta de por medio.
Sin ofrecer demasiado detalles, Kim sí ha dejado muy claro que su vida llegó a ser insoportable y miserable. «Sigo pensando cada día en aquello que me dijeron los médicos. Cuando me siento frustrado con mi golf, ya sabes, recuerdo hasta dónde he llegado. Toqué fondo hasta un punto en el que probablemente no estaría aquí hablando con ustedes. Voy a compartirlo y espero que la gente encuentre inspiración y fuerza en ello, espero que pueda influirles de forma positiva», ha explicado.
Kim ha hecho un flashback. Ha atrasado el reloj doce años. Se ha trasladado a Quail Hollow. Su último torneo de competición. Se retiró y no volvió a jugar hasta hace tres semanas. ¿Qué pasó? ¿Por qué no se supo más de él? Sin querer desvelarlo todo, hay ofrecido algunos apuntes. «En aquel momento, mi vida ya iba cuesta abajo. Estaba tomando malas decisiones fuera del campo de golf y también dentro… Realmente, no estaba pensando en el golf en ese momento. Ese año ya no. Me sometí a una de las siete cirugías que he sufrido en este tiempo y empecé a pensar que igual no volvía a jugar. Un fin de semana, unos meses después de aquello, tenía tres o cuatro habitaciones llenas de cosas de golf: sombreros, guantes, pelotas, zapatos, palos… Envié un mensaje de texto a cien personas y les dije: «Venid, el que llegue antes este sábado se lo queda todo». Borró el golf de su vida.
El golfista de Los Ángeles de 38 años se echa la culpa de todo lo que le ha ocurrido. No escurre el bulto. Admite que sus compañías no fueron las mejores, pero eso no le resta un ápice de responsabilidad. Entre otras cosas, porque él mismo se las buscó. «He tenido algunas experiencias que no se las desearía a nadie. A mi yo de 25 años le diría que tuviera paciencia, que apreciara lo que tenía y que se tomara su tiempo. Si me hubiera tomado mi tiempo, creo que me habría dado cuenta de muchas más cosas. No culpo a nadie más que a mí mismo de los problemas que he tenido. Me encontré en una situación en la que tuve cierto éxito en el golf, lo que me dio oportunidades diferentes a las de una persona normal de 23 o 24 años, y las aproveché. Una vez que caes por esa pendiente resbaladiza, es difícil volver atrás y, por desgracia, yo seguí cuesta abajo.
Kim asegura que el principal motivo de su regreso al golf no es económico, aunque evidentemente algo de eso ahí tras el nacimiento de su hija Isabella. En cualquier caso, él mantiene que su objetivo es ser útil a los demás. «Con esta plataforma, espero ayudar a otras personas a entender que la vida puede arrojarte un montón de mierda, pero esas cosas difíciles que atraviesas te hacen más fuerte y puedes salir adelante. Afortunadamente, he tenido un gran apoyo; el amor de mi hija, mi mujer y mi madre ha sido increíble. Me han ayudado a superar algunas situaciones difíciles y ahora estoy deseando hablar más de ello con mi médico. Me siento muy honrado y bendecido por estar aquí, porque hay muchas razones por las que no debería estar aquí ahora», explica.
El apoyo de su familia y la ayuda profesional psicológica ha sido fundamental. «Creo que no lidié con muchos de los traumas y todo lo que se me vino encima en mi vida, enterré lo que estaba pasando porque no quería mostrar debilidad a nadie. Pensaba que mostrar vulnerabilidad era debilidad. Sin emabrgo, he llegado a un punto en mi vida que no me importa si alguien piensa eso de mí o no. Lo único que me importa es mi hija, y sé que suena cursi decirlo, pero mientras ella esté orgullosa de mí, soy un hombre feliz», argumenta.
Su regreso al golf profesional se inició hace dos meses. Recibió llamadas del PGA Tour y LIV Golf y se decidió por los saudíes. Obviamente, tenía más seguridad económica, aunque no lo ha querido explicar. Hasta esa primera charla (hubo otra hace un par de años, pero ni se lo planteó), asegura, no había entrenado. Su contacto con el golf apenas eran unas rondas recreativas con su mujer. De hecho, ha contado que justo en mitad de las conversaciones se rompió el tobillo jugando al golf con su mujer al intentar saltar una zanja y eso retrasó su llegada a LIV Golf. «Hay que cosas que no de deben hacer con 38 años», ha bromeado.
La primera vez que practicó en serio fue tres semanas antes del torneo de Arabia Saudí. Fue en Palm Springs. «En ese momento ni sabía si iba a jugar en Jeddah, ya que el contrato no se había cerrado todavía».
Seguro que no sorprende demasiado a la vista de lo que cuenta, pero Kim afirma que ha estado completamente al margen de lo que ha ocurrido en el golf en los últimos años. No ha sabido responder a la preguntar de quién ganó el Masters en 2023, se enteró de refilón del triunfo de Tiger Woods en 2019 y ayer supo por Dustin Johnson que Brooks Koepka había ganado dos Majors seguidos. «Me parece un logro inccreíble», ha apostillado. «No me importaba que alguien ganara un torneo de golf. Tenía otros problemas peores», ha deslizado.
El nacimiento de su hija fue otro punto importante que le hizo cambiar sus hábitos y enfocar la vida de otra manera. «Le debo mucho a mi mujer y a mi madre, y sobre todo a mi hija. Cuando nació, se adelantó unos meses, y la lucha que tuvo que librar fue muy dura. En ese momento, me di cuenta de que tenía que cambiar mi vida. Debía hacer cosas para poder mantenerla, no económicamente, sino emocionalmente y estar a su lado».
Por último, Kim ha reconocido que el golf ha cambiado bastante en todo este tiempo que ha estado alejado. Ha conocido el trackman (aunque asegura que no lo entiende), está descubriendo nuevas reglas, como el dropaje a la altura de la rodilla, quitar los impedimentos sueltos del búnker (le habrían venido bien en Arabia) o hacer swings de práctica en las áreas de penalización. Y, sobre todo, ha visto que ahora si no le das en el centro de la cara del driver se pueden hacer hacer prácticamente los mismos metros que antes… Otro mundo.


