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Escribe David Durán sobre el 60 más amargo de la historia

¿D. J. lo decía en serio o es un cachondo mental al que no conocemos del todo bien?

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Dustin Johnson, ganador del The Northern Trust © PGA Tour
Dustin Johnson, ganador del The Northern Trust © PGA Tour

El 21 de agosto de 2020, hace casi un año, Dustin Johnson firmaba un 60 en la segunda jornada del Northern Trust, torneo en el que esta semana saldrá a defender un título que aquel día dejo bien encaminado. Aquel 60 en el TPC Boston (este año se juega en el Liberty National de Jersey) fue seguramente el más contradictorio y rocambolesco de la historia del golf, sobre todo porque tan excelso resultado dejaba finalmente a todos, empezando por el propio jugador, un regusto más agrio que otra cosa…

No es extraño que fuera así: el de Carolina arrancaba con una serie espeluznante de birdie-eagle-birdie-eagle-birdie que lo situaba siete menos en cinco hoyos, pero es que además todavía era capaz de sumar cuatro birdies más en los siguientes seis hoyos, de tal modo que el muchacho se nos iba a un parcial de once menos en once hoyos. Quien más, quien menos, soñó incluso con un 56 mondo y lirondo…

Marc Leishman y Abraham Ancer eran sus compañeros de partido y, según reconocieron después, llegaron a olvidarse en parte de su propio juego y dedicarse más a contemplar el suceso divino que se desplegaba ante sus ojos… Sin embargo, Dustin terminaría la ronda con siete pares y un 60 ‘chusquero’, si se permite el sarcasmo.

Más contradicciones: aquel 60, que se nos había quedado corto a todos, en realidad eclipsó un 59 que sí se firmó aquel mismo día y que corrió a cargo de Scottie Scheffler. ¿sería porque él ‘sólo’ marchaba ocho menos en los primeros once hoyos? O quizá fuera que Scheffler, en los últimos siete hoyos de la vuelta sí hizo el parcial de cuatro menos que todos habíamos pergeñado para Dustin en nuestras calenturientas mentes…

Sea como fuere, lo mejor del día no llegó hasta que Johnson se pudo delante de los medios. Su análisis de aquel arranque de siete menos en cinco hoyos y once menos en los primeros once, se quedó en un escueto “i just did everything well”. Acto seguido, reconocía casi a regañadientes que en algún momento se le había pasado por la cabeza la posibilidad de bajar de 60, y remataba así, esbozando apenas sólo un proyecto de sonrisa: “Qué le vamos a hacer, lo hecho, hecho está. Mañana intentaré hacer 59”.

“Mañana intentaré hacer 59”. Lo dijo sin apenas inmutarse, luego se dio la vuelta y se fue con esos andares perezosos que gasta. Estas cosas, ¿las dice en serio o es que es un cachondo mental al que todavía no conocemos del todo bien?

No descartemos lo segundo (es más cachondo de lo que parece), aunque los tiros iban más bien por la primera alternativa (lo dijo en serio), si nos atenemos al 64 que firmaba el sábado y al 63 del domingo… Simplemente, sentía que había entrado en la ZONA, con mayúsculas, y que nada ni nadie lo iba a sacar de allí (llegó hasta un acumulado de -30 y ganó el torneo con once golpes de diferencia, como es bien sabido y recordado).