Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Una experiencia de vida a los 19 años con Arnold Palmer
Viajamos con José María Olazábal en la máquina del tiempo al 11 de abril de 1985

Una experiencia de vida a los 19 años con Arnold Palmer

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José María Olazábal
Jose María Olazábal, en una imagen de archivo de 1997 en el Masters de Augusta.

Nos metemos en una máquina del tiempo cogidos de la mano de José María Olazábal. La cápsula se detiene en el 11 de abril de 1985, jueves para más señas. Nos deja en el Augusta National. Suerte la nuestra. Nos acercamos al tee del 1 justo en el momento que anuncian la salida del cuatro veces campeón del Masters, Arnold Palmer, from Pennsylvania, y José María Olazábal, campeón del British Amateur, desde Fuenterrabía. Es la primera ronda.

«Han pasado muchos años, pero lo recuerdo como una experiencia de vida. Entonces en el Masters los partidos eran de dos jugadores, no de tres como ahora, y me tocó jugar con él. Estar ahí, en Augusta National, en mi primera ronda en el Masters, con alguien como Arnold Palmer ya es muy remarcable. Recuerdo que los dos jugamos muy mal. Hicimos 81 y 82 golpes, o algo así (exactamente Olazábal hizo 81 y Palmer firmó 83), sin embargo, lo que más me impresionó de todo era cómo lo quería la gente. El resultado daba igual. Nada importaba si el golpe había sido malo, el público lo recibía en cada green con una ovación cerrada. Eso me impactó. Si estás jugando bien, se entiende, pero no era el caso. Mientras andaba entre golpe y golpe el público lo animaba, le hacía comentarios, lo aplaudía. Todavía hoy, 38 años después me impresionan aquellos recuerdos», asegura Olazábal a Ten Golf.

Josemari entonces era un crío de apenas 19 años, mientras que Palmer tenía 55 años y medio. «Él era una figura tremenda y yo era un niño. No era una situación como para mantener conversaciones, pero sí me acuerdo que se portó fenomenal, me hizo sentir cómodo en todo momento. Ahora sí, pero yo en ese momento no podía enjuiciar o valorar el peso del momento. No tenía el conocimiento, ni la conciencia de lo que era aquello, estar jugando tu primera ronda del Masters con alguien como Arnold Palmer», relata.

Palmer y Olazábal ocuparon los dos últimos puestos de la clasificación después de la primera jornada. Importa poco. Al fin y al cabo, la última victoria regular de Palmer había sido en 1971, más allá de sus triunfos en el Champions Tour, y Olazábal apenas había tenido experiencia en torneos de máximo nivel. Concretamente, era su décimo torneo profesional y su segundo Grande tras el Open de 1984. Se clasificó para el Masters como campeón del British Amateur, tras derrotar en la final de 1984 a Colin Montgomerie por 5 y 4 en el Formby Golf Club de Liverpool.

En 1985 los emparejamientos no se repetían en las dos primeras jornadas, sino que se hacían unos nuevos. Olazábal y Palmer no jugaron juntos el viernes y, en cierto modo, se sacaron una espina. Superados los nervios y la impresión del debut, Olazábal hizo 76 golpes, cinco menos, mientras que Palmer rubricó una tarjeta de par (72). Es curioso que hoy en día, cuando Josemari recuerda la historia, tiene casi los mismos años que Palmer en aquel primer encuentro. Concretamente, acaba de cumplir 57 y, por supuesto, jugará el Masters de Augusta el próximo mes de abril. De salud está muy bien, su objetivo es tratar de enderezar su juego que sigue «igual de revuelto que el año pasado». En dos semanas se marcha a Estados Unidos para disputar dos torneos del Champions Tour, se queda una tercera entrenando por allí y a la siguiente jugará su 34º Masters. Palmer participó en 50.

Olazábal también compartió muchas cenas de campeones en Augusta con Arnold Palmer. Todas desde 1995. Fueron 22. Hasta 2016. «Él y Gary Player solían llevar la voz cantante. Contaban historias de sus tiempos, de cuando empezaron a jugar al golf, del dinero por el que jugaban, de cómo viajaban, de los lugares más insospechados en los que tenían que dormir… Era auténticos aventureros. Palmer tenía la gran virtud de hacer siempre partícipes al resto de sus historias», rememora Olazábal.

Quién sabe si ahora, tal y como está de enrarecido el mundo del golf, con la batalla judicial entre LIV Golf y los circuitos tradicionales, no vendría bien tener a un hombre como Palmer en la cena de campeones del próximo mes de abril donde coincidirán muchos jugadores de ambas partes. Tiger Woods reconocía hacer poco que no tenía la menor idea de cómo va a salir, pero no descartaba que fuera incómoda. Olazábal espera que la sangre no llegue al río. «Recordemos todos que en la cena de campeones lo que hay que hacer es respetar la imagen del ganador, en este caso Scottie Scheffler. Debe ir por esos derroteros y sin mucha tensión… o al menos eso espero. Ya os contaré el miércoles», comenta con gracia y entre risas.

Esta semana se juega el Arnold Palmer Invitational, algo más que un torneo de golf, una cita que sirve como homenaje a uno de los más grandes de todos los tiempos, tal y como atestigua Olazábal. «Fue un jugador que atraía a las masas. Fue un embajador extraordinario del golf. Era una persona muy cercana al público, a la gente. Se tomaba siempre el tiempo necesario para hablar con los aficionados, firmar autógrafos… Fue una figura muy relevante en el mundo del golf. Tanto él como Jack (Nicklaus), su rivalidad, hicieron que el golf subieses mucho en popularidad», sentencia.