Las nubes cargadas de agua esquivaban finalmente Bay Hill y tampoco el viento saltaba más de la cuenta, pero no han faltado emociones fuertes en la tercera jornada del Arnold Palmer Invitational. La tormenta, digámoslo así, la desencadenaban los propios jugadores, con acciones y actuaciones que han sido todo un lujo para la vista. Comenzando por la ronda de golf protagonizada por el nuevo líder en solitario, Lee Westwood (-11), que entregaba una espléndida tarjeta de 65 golpes, siete menos en el día.
Bryson DeChambeau lo hizo… ¡y la gente se volvió loca!
El inglés, con sus 47 a cuestas, sigue exprimiendo esta ‘quinta juventud’ golfística que disfruta ya desde hace más de un año y que le puede llevar de cabeza a la disputa de su undécima Ryder Cup el próximo mes de septiembre. Hoy sumaba ocho birdies y un eagle (además de tres bogeys) y enchufaba hasta cuatro putts desde más allá de los cinco metros de distancia, dos de ellos rondando o superando los nueve metros, y mañana va a luchar por su tercera victoria en el PGA Tour. Llama la atención, es cierto, que este jugador, con una trayectoria tan ancha y tantísimos años a sus espaldas jugando al máximo nivel, no tenga en su palmarés más triunfos en suelo estadounidense, pero se ve que Westwood se apunta al ‘nunca es tarde’ y hasta todavía podríamos verlo luchando por un Grande, su gran asignatura pendiente.
Espectacular hoyo en uno de Jordan Spieth en el ‘moving day’ en Bay Hill
Mientras Westwood iba por delante haciendo camino, embocando puros y con el tiralíneas en la mano, la verdadera tormenta se formaba por detrás. Jordan Spieth (-9), por ejemplo, abría su vuelta embocando un putt largo de birdie en el 1, pero es que acto seguido hacía hoyo en uno en el hoyo 2 y a continuación se iba al agua en el 3 y terminaba salvando el par con un canuto de más de nueve metros… Después, todavía iba a embocarla desde la arena en el hoyo 7. Pura fragancia Spieth. El texano, que flaqueaba por los segundos nueve, luchará mañana en todo caso por ese ansiado triunfo.
Spieth se lo pasa bomba con la bomba
En honor a la verdad, la tormenta ya la habían desatado antes Keegan Bradley (-9) y Tyrrell Hatton (-6), que con vueltas de 64 y 66 golpes se metían también en la pelea por el título. Cualquiera lo diría de Hatton, que el jueves estaba más fuera que dentro del torneo en el que defendía título. Además, Jazz Janewattananond (-7) también hacía hoyo en uno en el 14, Bryson DeChambeau (-10), que saldrá en el partido estelar del domingo junto a Westwood, se perfilaba en el tee del hoyo 6, par 5, mirando casi hacia el green y, en efecto, ponía la bola al otro lado del gran lago; pero es que acto seguido Rory McIlroy (-7) se animaba también en ese mismo tee, aunque eligiendo una línea un pelín menos agresiva… Si somos honestos y puestos a hablar de ‘tormentas’ en un sentido metafórico, habrá que reconocer que la jornada de Rory no ha sido precisamente eléctrica, muy en la línea de los últimos tiempos, en los que le cuesta una barbaridad destacar durante las rondas del fin de semana y producir resultados bajos que lo sitúen como principal candidato a la victoria.
La que se avecina en Bay Hill (lluvia y viento) puede cambiarlo todo
Por su parte, Corey Conners (-10), líder al inicio del día, tampoco es que sumase al jolgorio (ese perfil de jugador tampoco es el suyo exactamente), pero cerraba una ronda más que aseada de 71 golpes y está en plena disposición de conseguir mañana su segundo triunfo en el PGA Tour (increíble: a día de hoy sólo tiene una victoria menos que Westwood). La costalada del día la protagonizaba Martin Laird (-4, hoy vuelta de 76), pero a cambio se han metido algunos ilustres, casi a la chita callando, como Tommy Fleetwood (-8) y hasta Jason Day (-6), que quizá tengan algo que decir mañana, sobre todo si las condiciones son realmente duras.
No todos los días puede uno fijarse en el puesto 38º…
¿Nos fiamos entonces del parte meteorológico para el domingo? De momento sigue anunciando viento con una intensidad más que curiosa y rachas que superarán los 35 kilómetros por hora, un ingrediente que sin duda añadiría picante a este torneazo.
