Puede que dentro de unos meses nadie se acuerde de cómo y de qué manera Adri Arnaus (PAR) jugó la tercera ronda del PGA Championship, el tercer Grande que este jugador disputaba en su carrera… ¿Meses? Seamos realistas: en apenas unos días se habrá volatilizado de la memoria esta ronda golf, salvo quizá para el círculo más cercano del jugador.
Y no sería justo ni oportuno, porque el juego desplegado por el chico de Moià ha sido deslumbrante.
En un jornada tan complicada, sábado de ‘major’, y aunque el registro final no haya provocado el impacto que merecía, Arnaus ha llevado las riendas bien cogidas y hasta se ha gustado por momentos. Una jornada complicada también por las condiciones de juego: frío, sobre todo en el inicio de su vuelta, agua vaporizada, viento racheado y, además, en una dirección opuesta a la de jornadas anteriores… Sin embargo, Adri marchaba con la frente alta y el pulso sereno y a su lado Viktor Hovland sufría por momentos lo que no está escrito.
Arnaus ha jugado de modo notable o sobresaliente el hoyo 2 y el 3. Y el 4. Y el 5. Y el 7. Y el 9. Y el 10. Y el 11. Y el 12. Y el 13. Y el 14. Y el 16. Y hasta el 18. La mención especial la dejamos para el 16, ese par 4 monstruito donde Arnaus pegaba un soberbio drive contra el viento y a continuación un hierro 6 descomunal, para dejar la bola a cuatro metros del hoyo. No podemos asegurarlo con absoluta certeza, pero nos jugaríamos el sueldo de un mes a que nadie lo ha hecho mejor de tee a green en aquella esquina del campo. Y con que soltura y naturalidad…
Demasiado escaso el botín de dos birdies, porque ha tenido putts desde distancias muy razonables. Y excesivo el castigo de dos bogeys en los hoyos 15, con bola clavada en la arena, y 17. Bien mirado, el catalán no ha estado tan lejos de armar un lío muy gordo en Southern Hills y de subirse al tren de los favoritos de cara a la jornada final.
Pero más allá del resultado concreto y de las consecuencias directas que pueda tener en la clasificación de Arnaus esta semana en tierras de Oklahoma, el significado de este despliegue de juego va un poco más allá. Hemos visto a un jugador superior, realmente dominador, muy poderoso y muy centrado, que va largo como el que más y hasta parece guardarse una marcha, que tiene recursos sobrados en todas la parcelas y, lo más importante, que ha sido capaz de ponerlos en liza en una cita de este calado, en sábado y en condiciones realmente complicadas. El top 50 mundial, hoy más que nunca, es su lugar natural. Y de ahí, al cielo.
