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El cuento de hadas de Michael Block que pone los pelos de punta

«Siempre soñé que jugaría un domingo con Tiger Woods peleando por ganar un torneo»

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Michael Block - PGA Championship
Michael Block, al acabar el PGA Championship. (Photo by Scott Taetsch/PGA of America)

Michael Block ha llorado sólo dos veces en su vida. La primera fue cuando ganó el National Championship en 2014 en Myrtle Beach. La segunda fue ayer, minutos después de protagonizar la historia más impactante del PGA Championship 2023. Sonó su teléfono, descolgó y al otro lado estaba el director del Charles Schwab Challenge ofreciéndole una invitación para jugar esta semana en Colonial Country Club, en el PGA Tour. No se pudo contener.

Hay que ser de piedra para no emocionarse con la historia de Block, el profesional de golf de Arroyo Trabuco, California, que ha terminado decimoquinto en el PGA Championship y que hizo saltar por los aires Oak Hill este domingo haciendo hoyo en uno en el 15 jugando con Rory McIlroy. Lo que ha hecho es increíble, pero su manera de contarlo pone a cualquiera la piel de gallina.

Siempre soñó con una semana así… «No sabía lo que iba a suceder, pero estaba convencido que si sacaba mi maldito juego podía hacer esto. Siempre lo supe. Siempre he tenido la intuición de que iba a ocurrir algo así. De verdad. Siempre me vi llegando a la recta final de un torneo con Tiger Woods. Me decía, algún día lo haré, aunque tenga 45 años, voy a llegar a la recta final de un torneo con Tiger. Y sucedió que estaba en el PGA en Oak Hill y estaba jugando en uno de los últimos partidos con Rory McIlroy. No estaba para ganar, pero en todo casi ha sido algo surrealista».

Por cada poro de su piel desprende golf… «La única cosa en el mundo que me hace llorar es el golf. Lo es todo para mí. Obviamente, amo a mi familia y todo lo demás y mi trabajo y todo, pero el golf es mi vida. Lo vivo, lo respiro. Sólo me aseguré de una cosa en mi vida: que cada día iba a conducir a un campo de golf a trabajar, de lo que fuera, caddie, asistente pro, chico del servicio, jefe pro, gerente… Da igual. Pero en un club de golf».

La fiesta en el bar del Arroyo Trabuco Golf Club… «Sí, es la mayor cantidad de gente que he visto nunca en el O’Neill. Fue una locura. Es un sitio estupendo y la comida y las bebidas son espléndidas. Armando sirve un cóctel fantástico. Fue una pasada ver que montaron todo eso por mí. Estoy deseando volver y celebrarlo con ellos, aunque ahora deben esperar porque me voy a Colonial».

El trabajo mental que hizo para aguantar la última vuelta… «Preventivamente me dije, después de los tres días que llevas es imposible que te salga todo hoy. No lo vas a meter todo otra vez. No te frustres. Y lo hice. Lo superé. Estaba dos sobre par e hice el hoyo en uno de la nada. Volví al par. Odio estar por encima del par. Ese es mi trato. Odio estar sobre el par. Después, hice un muy mal bogey en el 16 para volver a uno sobre y acabé con dos recuperaciones de locos en el 17 y 18. Si me dices que voy a hacer esas dos recuperaciones, te habría dicho que había manera humana de hacerlo».

Cómo le ha cambiado la vida en cuatro días… «El miércoles estaba en el Pittsburgh Pub y no me conocía nadie. Mi vida ha cambiado, pero sólo ha cambiado a mejor. Tengo a mi familia. Tengo a mis amigos. Tengo aquí a la gente que realmente me quiere y se preocupa por mí. Es una experiencia épica. No puedo agradecer lo suficiente a la PGA y a Oak Hill y a vosotros por ser tan increíbles».

La humildad de Block… «Sólo soy un profesional del club. Trabajo. Me divierto. Tengo un par de hijos con los que me encanta jugar al golf. Tengo una esposa estupenda. Tengo grandes amigos. Llevo una vida normal. Me encanta estar en casa. Me encanta sentarme en mi patio trasero. Mi mejor amigo en el mundo es mi perro. Estoy deseando verlo. Lo echo tanto de menos que es ridículo, mi pequeño labrador negro. Ha sido una experiencia surrealista. Tengo esa extraña sensación de que la vida ya no va a ser igual en el futuro, pero sólo en el buen sentido, lo cual es genial».

Nunca miró las clasificaciones para no meterse presión… «No tenía ni idea. Me aseguré de no tener ni idea. Le dije a mi caddie, John, al principio del día, no voy a mirar las tablas de clasificación durante todo el día, pase lo que pase. Bueno, malo o indiferente, no voy a mirar, porque en el pasado, a veces me adelanté a los acontecimientos, empezaba a reservar habitaciones en hoteles para los que ni siquiera me había clasificado y nunca salió bien. Ya no me adelanto a los acontecimientos».

El hoyo en uno en el 15… «Rory golpea y falla el green. Yo digo: «Ahí no puedes ir». Me coloco para pegar y la multitud enloquece. El público se volvió loco y yo ni siquiera había golpeado. Así que tuve parar y empezar de nuevo la rutina. Podía pegar un 7 tranquilo o un 8 duro. El problema es que cada vez que había pegado duro el domingo había cerrado la bola, así que decidí un 7 tranquilo con brisa a favor. De repente, la bola desaparece. Rory está caminando por el sendero a 20 metros, se da la vuelta y empieza a caminar hacia mí con los brazos abiertos para darme un abrazo. Y me dice, lo has conseguido. Yo digo, ¿qué? le digo, ¿en serio? Me dice, sí, lo hiciste. Tuvo que repetirme cinco veces que lo había conseguido. Fue una experiencia genial que Rory me dijera que había hecho un hoyo en uno delante de Dios sabe cuánta gente que me apoyaba. Antes había hecho tres hoyos en uno. Nunca en un torneo. Ya no necesito ninguno más. Estoy bien así».

Ahora no quiere detenerse aquí, sueña con más… «Lo más importante fue hace un año con mi esposa. Me dijo que fuera yo mismo y no sólo un profesional de club cuando llegara a Oak Hill. ¿Esperaba pasar el corte? Por supuesto que sí. Quiero estar ahí, entre los 10 primeros, lo que sea. Quiero recibir más llamadas. Quiero conseguir más exenciones. Quiero que la gente empiece a llamarme y a decirme: «Te queremos en nuestro torneo porque lo haces mejor». Eso me parece estupendo».

Lo que él denomina Blocky golf… «Cazar calles, pegar golpes al fade, patear como lo hago normalmente… Los greenes estaban perfectos aquí y el hoyo me parece enorme. El hoyo parece de 15 centímetros más ancho. Realmente lo parece. Está cortado tan perfectamente. Los greenes son tan buenos. El hoyo parece enorme. Así que siento que tengo una ventaja. Estoy sobre un putt, y digo, ese hoyo parece grande».

Su historia como inspiración para otros…  «Espero haber inspirado a mucha gente a que practique y se esfuerce, y que comprenda que, por el mero hecho de no estar ahora mismo en el Tour, no significa que no puedan venir aquí y vivir un sueño como el que yo he vivido».

Encaró el torneo con humildad pero ambicioso… «Quería ser el mejor profesional de club, pero también me dije el sábado terminemos lo más alto que podamos. No miré ninguna tabla de clasificación y ahora he acabado en el puesto 15º y gané 288.000 dólares o algo así. Es una locura. He hecho esto jugando al golf. Siempre se lo digo a mis hijos. Me encanta sentarme en mi patio trasero, junto a mi hoguera con mis hijos y mi perro, y siempre les digo esto: ¿Saben que el golf construyó esto? El golf os ha dado de comer esta noche. El golf hizo este patio; el golf me proporcionó la casa que tengo en Orange County, California. El golf hizo esto por ustedes. Siempre les digo a mis hijos que el golf lo hizo, y el golf acaba de hacer un poco más por mí esta semana».

Cómo fueron sus inicios en el golf y por qué tardó tanto en llegar hasta aquí… «Fui el segundo mejor jugador de golf de mi instituto, pero yo jugaba al tenis. Sólo en mi último año me permitieron jugar al golf y al tenis a la vez. Al principio, nadie me reclutó para jugar al golf en la universidad. Después, gané el Campeonato Amateur de San Luis cuando tenía 19 ó 20 años  y me llamó el entrenador de San Luis, que se llama Universidad de Missouri San Luis, y me dijo: Oye, te daremos una beca, ven a jugar con nosotros. Yo dije, vale, genial. Así que fui, lo hice y jugué al golf en la universidad. Después de eso no hice nada. Abrí un club de golf con estos chicos, con Matt y Jeff, en Orange County, California en 2004 y no jugué al golf durante ocho años. Lo único que jugaba era los martes por la mañana un Skins Game con los chicos del servicio. Nada más. Yo no tenía la licencia A, ni me preocupaba, sólo pensaba en organizar torneos de golf y asegurarme de que el club iba bien y los socios estaba satisfechos. Eso es lo que hice durante ocho años consecutivos. Alguien en algún momento dijo: Oye, Blocky, estás tirando el dinero por no conseguir tu licencia A y competir contra los mejores profesionales de la PGA en el mundo. Me convencieron y lo conseguí en 10 meses, lo que no es fácil de hacer por cierto. Y desde entonces, todo ha sido un cuento de hadas».