Inicio PGA Championship PGA Championship 2023 El agujero negro de Koepka, el misterio de Augusta y su desdén...
Reflexiones del campeón del PGA Championship tras levantar el trofeo Wanamaker

El agujero negro de Koepka, el misterio de Augusta y su desdén hacia LIV

Compartir
Brooks Koepka
Brooks Koepka sonríe durante la entrega de trofeos del PGA Championship. (Photo by Maddie Meyer/PGA of America)

«Perdón por el lenguaje, pero nadie sabe la mierda por la que he tenido que pasar. Nadie conoce todo el dolor. Había veces que ni siquiera podía doblar la rodilla. Hace un par de años estaba perdido, no sabía dónde estaba mi swing de golf y no tenía ni idea de si iba a ser capaz de regresar al nivel que estaba». Son palabras de Brooks Koepka minutos después de levantar su tercer trofeo Wanamaker, minutos después de ser coronado grande del golf mundial por quinta vez.

El flamante campeón del PGA Championship de Oak Hill se mostró más emocionado que nunca. Su victoria en Rochester supone alegría, satisfacción y orgullo, pero sobre todo, lo más importante, significa alivio. Es la constatación de que estamos de nuevo ante el gran Koepka. «He vuelto, por si alguien lo había puesto en duda», declaró con la misma solemnidad que antes hicieron Tiger Woods o Michael Jordan. «Este es el más emocionante de los cinco, el más relevante, el más importante para mí. Sabe mejor. Es genial mirar atrás y ver ahora dónde he llegado. Recuerdo los días del Challenge Tour, cuando fui a Kenia, Kazajistán y todos esos lugares y pude ver el mundo.», señaló contundente respecto a sus Grandes.

Koepka nunca ha sido amigo de mostrar abiertamente sus emociones. Más bien, al contrario. Disfruta enseñando su lado más duro, recio y hasta tosco. Parece que nada le afecta o, al menos, se esfuerza en parecer que no le afecta. Ayer, sin embargo, se abrió en canal, nos recordó el agujero negro por el que ha pasado y agradeció con mucho sentimiento la ayuda de todo su equipo de trabajo. Se acordó de todos, nombró a cada uno de ellos, sus entrenadores, médicos, fisioterapeutas, recuperadores, su gente más cercana. «No sé si consideré la posibilidad de retirarme, pero tenía claro que si no podía jugar de la forma que quería, entonces definitivamente lo iba a dejar. Se me pasó por la cabeza», explicó.

Esta es una victoria de Koepka y su gente, nadie más está invitado a la fiesta, ni siquiera LIV Golf. Si Greg Norman se las prometía muy felices con el triunfo de Koepka por lo que supondría de reivindicación de su liga, el chasco ha debido ser importante. No es Brooks el mejor embajador de LIV, ni de nada. Todo fue yo, yo, yo y yo (y mi equipo), lo demás le importa poco. «Creo que este triunfo ayuda a la LIV, pero ahora mismo estoy más interesado en mí mismo, para ser sincero. «Ganar un torneo importante siempre es bueno juegues donde juegues. ¿Si esto supone una validación para LIV? Esto me valida a mí. Si alguien dudaba de Koepka desde Augusta o lo que fuera, estoy de vuelta, estoy aquí», señaló.

Su victoria parecía una gran oportunidad para dar bombo al circuito saudí. De hecho, por supuesto, fue aprovechada por los ultras de LIV, incluido claro Ian Poulter, que no dejó pasar la oportunidad de confundir la parte por el todo. Koepka no siguió este juego, hasta se podría decir que mostró cierto desdén.

Había muchas ganas por saber lo que aprendió el domingo del Masters de Augusta tras caer con Jon Rahm. Todos pensamos que al calor de la victoria aprovecharía para comentarlo, pero prefirió el misterio. «No habría ganado hoy si no hubiera sucedido lo del Masters. Lo aprendí y lo voy a seguir usando en cada evento, en cada major, cada vez que esté peleando por ganar, pero no voy a compartirlo. No puedo revelar todos los secretos», dijo de manera críptica.

La única licencia que se permitió fue explicar cómo llegó a las conclusiones que ahora le han ayudado a ganar y que, eso sí, son de carácter psicológico, de actitud. Claude Harmon, su entrenador, apuntó que el problema en Augusta fue que dejó que un par de golpes le afectaran demasiado en su ronda. Koepka lo niega. «Nada de eso, fue algo con lo que llegué al tee del 1. Estoy muy contento con lo que aprendí de aquello y con la honestidad que tuve conmigo mismo. El caddie de mi hermano es en realidad mi mejor amigo. Nos quedamos despiertos casi toda la noche del domingo del Masters hablando de ello y me echó la bronca. Anoche me estuvo mandando mensajes todo el tiempo para asegurarse de que yo no cayera en la misma trampa», desveló de nuevo con misterio.

En este sentido, Koepka le da mucho valor a lo que se aprende cuando las cosas no van bien. «Siempre he aprendido más de las cuatro veces que terminé segundo que de las cinco veces que he ganado. Fracasando es como se aprende. Mejoras con ello. Te das cuenta de los errores que has cometido. Es más mentalidad que otra cosa. No es un swing de golf ni nada parecido. Mentalmente puedes resolver las cosas. Trato de encontrar esa pequeña ventaja diferente en mi cabeza, afirmó.

Por último, Brooks no dejó pasar la oportunidad de conceder todo el crédito del mundo a Rick Elliott, su caddie, su compañero inseparable desde que estaba en el Challenge Tour. «Lo obligué a venir conmigo cuando me operaron. No tenía a nadie cerca. Mi hermano estaba jugando el Honda Classic, mis padres estaba con él y Jena acababa de operarse el tobillo, así que no podía volar. Hice que Rick viniera y se pasó más de dos semanas conmigo en Los Ángeles. Me sentí mal porque estaba atrapado conmigo. Se cansó de mí, yo de él. No sé si recibe suficiente crédito por lo buen caddie que es, ni siquiera sé si yo lo valoro lo suficiente. Ser caddie consiste en leer a la gente, leer a tu jugador, saber lo que va a hacer antes incluso de que lo haga y saber en el momento qué decir y qué no decir. Sinceramente, creo que es uno de los mejores desde hace mucho tiempo».