A Rory McIlroy conviene escucharlo cuando se trata de analizar un campo de golf. Hay jugadores que tienen más habilidad que otros para interpretar cómo se va a jugar esa semana y el noirlandés es uno de los buenos. Ha hecho 18 hoyos y ya tiene su veredicto sobre Oak Hill, sede esta semana del PGA Championship. La primera clave de todas: ¿se acuerdan del US Open de Winged Foot en 2020? Pues empiecen a buscar por ahí…
Rory asegura que Oak Hill le recuerda mucho en cuanto a preparación a aquella semana. Y no sólo a él. Jon Rahm le da la razón. Ve muchos parecidos con Winged Foot. Es más, el de Barrika habla más de US Open que de PGA Championship cuando se refiere a las condiciones de juego en Rochester.
Aquí van algunos datos que pueden servir de referencia. En el US Open de Winged Foot ganó Bryson DeChambeau con seis bajo par, pero fue el único jugador capaz de ganar al campo aquella semana. Nadie, obviamente, ganó los cuatro días al campo y sólo DeChambeau logró la proeza de hacerlo tres días. Las vueltas más bajas de aquel US Open fueron sendos 65 de Matthew Wolff y Justin Thomas y en la última jornada sólo DeChambeau fue capaz de derrotar al campo. Oak Hill no es tan largo como Winged Foot y sus greenes no son tan complicados, pero no hay ninguna duda de que va a ser un test muy difícil.
Con estos ingredientes sobre la mesa, McIlroy desvela que a su juicio hay dos maneras de jugar Oak Hill. «Una de ellas ya dio éxito en Winged Foot y se trata de pegar lo más largo que se pueda y si fallas calle tratar de entrar a green rodando desde el rough, ya que todos los greenes tienen un acceso frontal. La otra posibilidad es ser más conservador desde el tee, tratar de buscar la calle pegando una madera 3 o un hierro y desde ahí poder ser más agresivo en los tiros a la bandera», explica.
McIlroy se sabe la teoría de maravilla, pero cuando se trata de aplicarla ya no lo tiene tan claro, o al menos no descubre cuáles son sus planes. «Ya sabemos qué manera triunfó en Winged Foot, veremos cuál triunfa esta semana». No lo dice, pero si hubiera que interpretar sus palabras, apostaríamos a que Rory se va a inclinar por la vía DeChambeau, es decir, zambombazo y tentetieso y ya después veremos lo que se puede hacer desde el rough.
Lo que sí tiene claro Rory, y Rahm está cien por cien de acuerdo, es que la disciplina va a ser clave. «El plan debe ser coger calles y pegar a centro de green. Hay que olvidarse de las banderas esta semana. Por eso, la disciplina va a ser muy importante», remarca.
Por otro lado, Rory confesó cuáles son los problemas de swing que le están complicando la existencia en las últimas semanas. El problema está en la posición de palo en lo más alto del backswing. McIlroy afirma que no está bien colocado arriba y baja con la cara abierta, de forma que después tiene que corregir con las manos para cerrarla y tratar de que llegue cuadrada al impacto. «Estamos hablando de décimas de segundo y cualquier mínimo error son 20 metros a la derecha o a la izquierda. Ese es el mayor problema, que estoy fallando por los dos lados», advierte. En cualquier caso, ha explicado que ha trabajado en eso las dos últimas semanas y que se encuentra mucho más cómodo. Más le vale porque de lo contrario no tendría opciones esta semana tal y como está preparado el campo.
Por último, Rory ha decidido cambiar la estrategia en cuanto a LIV Golf. El norirlandés ha sido siempre el que menos problemas ha mostrado para dar su opinión, para enarbolar la bandera del PGA Tour y mostrar su disconformidad con la decisión que tomaron los golfistas que se fueron a la liga saudí. A partir de ahora, no va a hablar de LIV, o al menos sólo será lo estrictamente necesario. Así lo ha dicho hoy. «¿Su nueva forma de actuar respecto a LIV Golf será no hablar de ellos»?, le han preguntado. «Sí», ha sido su respuesta.
