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Pablo Larrazábal se sincera con Ten Golf antes del Open Championship

Una preciosa misión para combatir un amargo sentimiento

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Pablo Larrazábal va a disputar esta semana su octavo Open Championship y asegura que tiene una misión. Con esta actitud aterrizó ayer lunes en Edimburgo y se fue directo al campo de prácticas del Old Course a dar bolas. Es una misión en la que tiene puestos los cinco sentidos para dejar atrás, de una vez, la desagradable y complicada encrucijada en la que se ha visto metido tras jugar el torneo de LIV Golf en Londres.

Larrazábal, como saben, fue sancionado con algo más de 120.000 euros de multa por el DP World Tour y se le prohibió jugar el Scottish Open. Poco después, 16 jugadores de LIV firmaron una carta mostrándose en contra de la sanción y abriendo la posibilidad de una disputa legal contra el Circuito Europeo. Pablo no fue uno de esos 16 jugadores. Decidió dejar el agua correr, asumió el castigo y se puso a pensar en la misión.

«No diría que me siento maltratado por lo que ha pasado, pero sí triste. Gente con la que llevo tratando desde hace 15-18 años, desde el Challenge Tour, y que ahora te vean como el malo de la película… Es la primera y la última vez que hablo de este tema», asegura a Ten Golf después de jugar 18 hoyos de prácticas junto a Alexander Bjork.

La mejor manera de olvidar lo amargo es construir nuevos objetivos. La misión se llama Open Championship, pero va mucho más allá del propio British o de la historia de St Andrews. Es también una misión en los Grandes. Pablo habrá jugado con el de esta semana un total de 17 ‘Majors’, cuidado, una cifra que no está nada mal, pero es consciente que su hoja de resultados no está a la altura de su categoría como jugador. 

No pasa un corte en Grandes desde hace casi diez años, concretamente desde el Open Championship de 2012. Lleva tres Open Championship seguidos sin jugar el fin de semana, incluido el Open de St Andrews en 2015, y encadena diez ‘Majors’ sin disputar los cuatro días. Todo esto reconcome a un jugador de su ambición. Porque además, no siempre fue así. Pablo pasó el corte en cuatro de los primeros seis Grandes que jugó…

De ahí que lo de esta semana vaya mucho más allá de un torneo. Es una misión. «Me siento con opciones de hacer cosas muy interesantes. Buscamos más. El golf me está respetando este año, las lesiones, también y las decisiones extradeportivas me están dejando tranquilo. Estamos aquí con toda la ilusión», afirma.

¿A qué se refiere Pablo con hacer cositas? No duda. «Bueno, yo no he venido a Escocia de vacaciones, he venido a ganar un torneo. Si no me veo capacitado para ganar un torneo, no vengo», sentencia.

Su golf está en un gran momento y sus números en el Old Course de St Andrews no son nada malos. Aquí ha jugado todos los años de manera ininterrumpida desde 2008 y sus números no son nada malos. Tiene vueltas muy buenas. Eso sí, Larrazábal matiza: «me gusta mucho este campo, pero no se parece mucho al que jugamos en el Dunhill. Hay posiciones de banderas en algunas zonas de los greenes que ni siquiera conocía que existían», señala entre risas.

Larrazábal sabe que el links es terreno propicio a su golf y lo explica de una manera simple y curiosa. «Normalmente, el golf al máximo nivel profesional es 90 por ciento deporte y un 10 por ciento azar, pero aquí en los links, con los botes que pueden dar las bolas, se convierte en 70 a 30 y ahí es más factible mojar la oreja a los mejores. A ver si conseguimos que la suerte vaya de nuestro lado», apostilla.