Inicio US Open US Open 2020 El berrinche que se habrá llevado alguno en Mamaroneck
Justin Thomas es el líder tras la primera jornada del US Open en Winged Foot

El berrinche que se habrá llevado alguno en Mamaroneck

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Jon Rahm durante la primera jornada del US Open en Winged Foot. © USGA via Golffile
Jon Rahm. © USGA via Golffile

Algún sexagenario, septuagenario u octogenario miembro de Winged Foot anda tirándose todavía de los pelos. Si no alguno que sea incluso más joven. Se lleva mucho eso en Estados Unidos, sobre todo en edades maduras: no hay un campo más difícil que el mío. Bueno, se lleva en los States y en todas partes. Puede que alguno, haciéndose el encontradizo en un pasillo, haya perforado con la mirada a Mike Davis, Jefe Ejecutivo de la USGA, según se iban acumulando jugadores en números rojos bajo par durante la primera jornada de la 120ª edición del US Open

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Se cuenta que, mientras los jugadores sufrían lo indecible en la famosa Masacre de Winged Foot, año 1974, los socios del club neoyorquino no disimulaban de ninguna manera su alborozo. Algo han cambiado los tiempos, es cierto: es posible que a día de hoy un jugador pueda denunciar a la USGA por acoso después de firmar un ochenta y tantos y el juez estime el caso… Bromas aparte: algo han cambiado los tiempos, pero no tanto, así que más de uno y de dos berrinches han debido darse (y escucharse) este jueves en aquella esquina de Mamaroneck.

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El torneo, vaya por delante, es un torneazo. Y la boca se hace agua observando la parte alta de la tabla, con Justin Thomas en todo lo alto, luciendo orgulloso su sesenta y cinco, perseguido de cerca por los sesenta y seis de Pieters, Wolff y Reed, y los sesenta y sietes de McIlroy, Westwood y Oosthuizen. Canela fina. Pero no deja de ser también una realidad que estos jugones, con la ayuda estimable de unos buenos manguerazos mañaneros en los greenes y unos rulos perezosos, han dejado tiritando de un plumazo la recia leyenda de Winged Foot.

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A los números hay que remitirse. A lo largo y ancho de las cinco ediciones anteriores del US Open que se habían jugado en este campo sólo se habían dado 74 tarjetas por debajo del par; y en esta primera ronda de 2020, sólo en una ronda, se ha llegado a 21, cerca de un tercio. La edición del año 1984 había sido la más benigna en este sentido y resulta que a lo largo de los 72 hoyos se vieron sólo 29 tarjetas por debajo del par. Y el remate: como ya había quedado explicado en crónicas anteriores, nunca se había bajado de 66 golpes en Winged Foot (en un US Open) y ya lo ha hecho Justin Thomas; pero es que se puede ir más lejos: hasta la fecha, en un US Open, sólo se había firmado un 66 (Fuzzy Zoeller, ganador en 1984) y hoy se han visto tres tarjetas con ese guarismo. Y más lejos todavía: hasta hoy, en las cinco ediciones anteriores del US Open en Winged Foot, sólo se habían dado cuatro tarjetas de 67 golpes y sólo en esta primera ronda se han entregado tres…

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Los jugadores, claro, han ido a lo suyo, como debe ser. Había que aprovechar la oportunidad tanto como fuera posible, pero una cosa es que se haya visto el Winged Foot más accesible de la historia y otra muy distinta que fuera sencillo meterle mano. De eso nada. Entre ambos puntos, afortunadamente, todavía hay un largo trecho. Es verdad que este jueves sólo ha habido una tarjeta de 80 o más golpes (en 1974 se llegó a 103 y la ‘apacible’ edición de 1984 se quedó en 40), pero también se han dado ‘forradas’ importantes que ya, de entrada, casi descartan para el triunfo algunos nombres importantes: Shane Lowry (+6), Graeme McDowell (+6), Collin Morikawa (+6), Paul Casey (+6) o Phil Mickelson (+9).

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Entre quienes han sacado algún jugo a la situación se encuentran varios españoles. Rafa Cabrera Bello (-2), el primero, cuyo golpe sobre la mesa se ha escuchado en Canarias. También Jon Rahm (-1), que probablemente haya sido uno de los dos o tres mejores jugadores de tee a green sobre el campo y que tiene todo el derecho del mundo a sentir que su resultado se ha quedado demasiado corto. Porque no sólo es que se haya hartado de cazar greenes en regulación (ha sido el que más: 15/18), sino que además ha pegado tiros muy buenos, con mucha intención, realmente brillantes y poderosos, también en lo que respecta a la estrategia, que ha sido impecable. El putt, esta vez, no le ha ayudado demasiado, pero vista la vuelta en su conjunto, la verdad, ni siquiera puede decirse que el joven vasco haya estado mal en los greenes. Antes bien, las sensaciones que ha transmitido Rahmbo no pueden ser mejores y no hacen sino confirmar todas las expectativas que lo situaban como candidato al triunfo antes de arrancar el torneo. Y su hoja de ruta no parece nada mala, si nos atenemos a la sentencia del gran Nicklaus, que tanto le gusta repetir al propio Rahm: en torneos de este calado conviene empezar bien (como él ha hecho), pero ir de menos a más.

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Los berrinches, por tanto, quedan para otros en esta primera ronda, probablemente al otro lado de las cuerdas (algún sexagenario, septuagenario, octogenario…), no desde luego para Jon. Puede que el español aún tuerza el gesto durante la cena, acordándose por ejemplo de esos dos últimos putts de birdie que ha tirado en los hoyos 17 y 18, pero va a dormir muy tranquilo y con los deberes bien hechos.

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¿Hay que esperar una o más vueltas de tuerca de la USGA? Rotundamente, sí. Queda por conocer si se darán durante el fin de semana, o si el ‘ajuste’ comenzará a darse ya este mismo viernes. En todo caso, puede también sospecharse que el conato de ‘motín’ de hace dos años en Shinnecock, por llamarlo de una manera seguramente exagerada, dejó huella en los rectores de la USGA. Lo vamos a saber en unas horas: en la primera ronda se han visto algunos putts cuesta abajo que se quedaban cortos, circunstancia casi inaudita, ya no en Winged Foot, sino en un US Open; raro sería que volviese a ocurrir. De otro modo habrá que pensar que los tiempos sí que han cambiado tanto… O bien que el fin de semana será un puro llanto y crujir de dientes.

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